domingo, 22 de septiembre de 2013

Living with you isn't easy (Capítulo 1).

Autora: Ro. (@piraffelover)
Participantes: Jumi (Fan, OC), Jimin y Suga (BTS).
Género: Long-fic, hetero, romance.
Advertencias: Lemon no explícito, alguna que otra palabra malsonante.
Autorización: +16.


Capítulo 1.



Pasaron aproximadamente dos horas, dos horas que se me hicieron una eternidad. En casi todo el trayecto estuve de pie, yendo y viniendo al vagón restaurante, ya que cuando estaba nerviosa solo tenía ganas de comer. Tanto chocolate terminó por darme dolor de barriga, el cual, afortunadamente, ya había cesado cuando el tren paró en la estación de Seúl.
Bajé del vehículo y miré a ambos lados para localizar la salida, que estaba a la derecha. Fui hacia ella con las dos maletas gigantes arrastrando, no recordaba haber metido piedras en ellas, ¿por qué pesaban tanto? Lo más rápido que pude fui hacia la gran puerta y, una vez la crucé, me paré a observar mi alrededor: estaba en la gran ciudad, todavía no me lo podía creer. Tenía ante mí enormes edificios, decenas de tiendas de todo tipo, y además, podía oír el murmullo de las personas hablando, el ruido de los coches … definitivamente estaba en Seúl, y esta vez no era un sueño.
Vi varios taxis estacionados en la puerta, como era de esperar; solía haberlos en todas las ciudades para los turistas. Subí sin pensármelo dos veces y le di al taxista un pequeño papel, donde estaba anotada la calle del hostal donde me hospedaría al menos tres días, hasta que encontrara algo rentable.
No tardamos mucho en llegar al sitio en cuestión, apenas diez minutos. Le pagué y después de sacar las maletas del maletero, entré al hostal y busqué la recepción. Había una mujer anciana tras el mostrador que a primera vista parecía bastante maja.
- Buenos días – saludé – he reservado habitación aquí.
- Oh, dime tu nombre querida – dijo ella, con voz dulce.
- Park Jumi.
Buscó algo en el ordenador que tenía a su lado y tras varios minutos de búsqueda, dejó de mirar a la pantalla para pedirme el DNI y lo saqué de la cartera, entonces ella le hizo fotocopias. Después me hizo firmar algunos papeles y cuando el papeleo terminó, sacó algo de un cajón.
- La habitación 205 – dijo, dejando el objeto sobre la mesa; se trataba de la llave de la habitación.
- Muchísimas gracias.
- Gracias a ti, por elegir este lugar – me respondió con una sonrisa.
Subí por las escaleras y poco tiempo después llegó mi equipaje. La habitación no era muy amplia, pero para el tiempo que iba a estar ahí me servía. Una cama, un armario, una mesita de noche y un baño con todo lo necesario para mi higiene personal; no necesitaba más hasta que no empezara la universidad.
Necesitaba urgentemente un lugar para vivir, preferiblemente cerca de la universidad y que se adaptara a mi economía. Pero claramente no podría alquilar un piso con el dinero que me mandaban mis padres, así que solo me quedaba una opción: un piso de estudiantes; así no pagaría tanto. Tal vez más tarde iría a preguntar si alguien necesitaba un compañero de piso.
Empecé a meter algunas de mis prendas en el pequeño armario que había en la habitación hasta que me cansé y me recosté en la cama, quedándome dormida.

Me levanté a las seis de la tarde, me desperecé y me puse a pensar en como aprovechar el resto del día. El invierno estaba a la vuelta de la esquina, así que me decidí por ir a comprar algo de ropa abrigada.
Salí del hostal, no sin antes despedirme de la amable señora de recepción y saqué mi mapa del bolsillo, junto con la guía de Seúl. Al parecer, tres calles más abajo había una tienda de ropa bastante famosa en Corea, incluso yo había oído hablar de ella muchas veces. Bajé caminando, para no gastarme dinero en autobuses; además, no estaba tan lejos.
El exterior de la tienda era bastante llamativo; extremadamente llamativo. Al entrar, como de costumbre, miré a ambos lados analizándolo todo bien y deteniendo la mirada en las cosas que más me llamaban la atención.
Me adentré más en la tienda y fui paseando mientras miraba ropa y cogía las cosas que me gustaban para probármelas. Terminé con dos pantalones vaqueros, una camisa de manga larga de cuadros, varias sudaderas y una chaqueta vaquera que pensaba combinar con una camisa de manga corta que llevaba un gato dibujado. Entré a los probadores y me tomé mi tiempo en comprobar si las prendas me venían y me quedaban bien, y ninguna me quedaba mal. La camiseta del gato me quedaba especialmente bien, no dudaría en comprarla; amaba los gatos, pero mis padres nunca me habían dejado tener mascotas.
Opté por llevármelo todo, pagué y salí de la tienda. No sabía qué hacer, ¿tal vez pasear? No me apetecía andar. Vi una heladería en la esquina y al instante me apeteció un helado.
Llegué a la heladería y pedí un helado de chocolate y vainilla, mi favorito. Me senté en una mesa, dejé las bolsas a un lado y saqué el móvil de mi bolso para entretenerme un rato. Me puse a hablar con mi madre por 'Whatsapp' para decirle que estaba bien y contarle que me había comprado ropa. De repente, recibí una llamada y miré quién era; en la pantalla ponía “Yoongi~”
- ¡Hey! – dijo Yoongi al otro lado del teléfono – ¿qué tal vas?
- Bastante bien, la verdad – le respondí – gracias por llamar, necesitaba escuchar tu voz.
- ¿Me echas de menos? – me preguntó.
- Sí, mucho … muchísimo.
- … No te preocupes, iré pronto a visitarte.
- Eso espero.
- ¡Suga! ¡Vamos, que te quedas atrás! – pude oír, eran los amigos de Yoongi llamándole.
- ¡Ya voy! – gritó él – lo siento, tengo que colgar.
- No me gusta nada ese apodo que te tienen puesto.
- Lo sé, lo sé …
- Bueno, ve con ellos, yo voy a volver a casa ya.
- Adiós, te quiero.
- Yo también te quiero.
- Cuelga tú.
- No seas cursi – era lo que siempre le respondía cuando quería jugar al típico “Cuelga tú”
- Venga va … hazlo por mí.
- E-está bien … cuelga tú.
- ¡No! ¡Cuelga tú! – dijo, riendo.
- Si insistes – me reí – te amo – y le colgué.
Seguí comiéndome mi helado tranquilamente mientras pensaba en cómo sería capaz de vivir sin abrazar a Yoongi más de 10 veces al día. Entonces caí en la cuenta de algo: ¡Se me había olvidado ir a la universidad!
- ¡Oh Dios! ¡La universidad! – dije levantándome de repente de la silla, y todo el mundo se me quedó mirando.
Cogí mi helado y las bolsas y comencé a andar a paso ligero mientras comía. Si no me equivocaba, la universidad estaba bastante lejos, así que me paré en una parada de autobús. Mientras que el autobús llegaba, me terminé el helado y fui a un cubo de basura a tirarlo y para cuando regresé, el bus ya había llegado.
Me monté y me senté atrás del todo, siempre me había gustado sentarme en el final. En el trayecto, fui mirando por la ventana para contemplar la ciudad en la que iba a pasar todos mis años de universidad; todavía me quedaba mucho por ver y por visitar, esperaba tener días libres para hacer algo de turismo.
Sentí que el autobús paraba y vi como las puertas se abrían. Bajé y pude ver, a mi derecha, la universidad; tenía suerte de que el bus parara justo enfrente. Las puertas estaban abiertas así que entré. En el patio había bastantes bancos junto con muchas plantas floridas, también había pequeños jardines de hierba y algunos árboles; un ambiente perfecto, era exactamente igual a lo que estaba acostumbrada a ver en películas americanas. Me adentré en el edificio y solo habían varias personas haciendo en fila, tal vez esperando para matricularse.
Me paseé un poco por ahí buscando algún mostrador en el que pudiera preguntar si habían listas de gente que necesitara compañeros de piso, pero no encontré nada. Lo que sí encontré fue un tablón de anuncios, así que miré a ver si ahí había algún anuncio.
Para mi suerte, sí lo había y, junto a él, un número de teléfono. Lo marqué y salí antes de darle al botón de llamar, para sentarme en un banco. Cuando me senté, me puse el teléfono en la oreja y después de dos tonos, se oyó una voz.
- ¿Quién? – parecía una voz masculina.
- E-esto … he visto un anuncio de que buscabas compañero de piso …
- ¡Ah! ¿Estás interesada?
- P-pues sí …
- Entonces será mejor hablarlo en persona, ¿puedes mañana?
- Claro, dime la dirección y mañana iré.
Me dio la dirección y la memoricé al instante, y después colgué el teléfono.
Tenía voz de chico, sí, sin duda era un chico. No me hacía ninguna gracia vivir con un chico pero es que el lugar estaba bastante cerca de la universidad según el mapa, y seguramente sería lo más cercano que podría encontrar, no podía decir que no tan rápidamente; antes lo intentaría.
Volví a coger el bus, el cual me dejó a varias calles del hostal. Ya eran las nueve de la noche, había estado tres horas fuera y estaba agotada. Antes de subir a mi habitación, pasé por la cafetería y me tomé rápidamente un café, ya que no tenía ganas de comer.
Subí y justo al entrar dejé las bolsas dentro del armario, me puse el pijama y me acosté en la cama; tenía la costumbre de acostarme pronto, y me quedé dormida.

Al día siguiente me levanté sobre las once y antes de ir a ver a mi futuro compañero de piso me di una ducha y me arreglé para darle buena impresión.
Metí todo lo necesario en el bolso y salí. Por alguna extraña razón estaba de los nervios.
Caminé varios minutos hasta que llegué a la parada más cercana al hostal, que era la que me llevaba a la zona de la universidad. Podría haber ido andando, pero me temblaban hasta las piernas, ¿qué me pasaba?

Llegué y localicé el edificio. Toqué el timbre del interfono y me abrieron al instante. Subí por las escaleras intentando que las piernas no me fallaran; me iba a desmayar en cualquier momento. Paré en la 3ª planta y miré los números de las puertas para localizar la indicada. La encontré y al lado de ésta vi un botón, respiré varias veces y lo apreté, y entonces, sentí varios pasos al otro lado de la puerta.

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