miércoles, 11 de septiembre de 2013

Wolf's Tears (Capítulo 1)

Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.

 A la edad de 15 años Samantha y su hermana mayor Tiffany perdieron a sus padres en un accidente de tráfico mientras estaban de vacaciones en Canadá. Ellas salieron ilesas gracias a que su madre reaccionó a tiempo y las cubrió. Ese día se quedaron completamente solas. Sus abuelos había muerto unos meses antes por problemas de salud y sus tíos vivían en la otra punta del mundo. Durante unos meses intentaron superar su muerte, pero todo les recordaba a ellos. Al cumplir los 21 años, Tiffany decidió coger a su hermana pequeña y mudarse a un pequeño pueblo de Lickey Hills, situado cerca de un bosque donde los lobos campan a sus anchas. El pueblo de Lickey Hills es un pueblo pequeño donde todas las personas se conocen. Aun siendo un pueblo muy pequeño tiene su propio hospital y cuartel, el cual solo se preocupa de los pocos ataques de lobo que hay en invierno.
 Lo único que le preocupaba a Samantha era, exceptuando el tema de tener que vérselas con un lobo salvaje, el simple hecho de cómo hacer nuevos amigos y de cómo iba a poder superar la muerte de sus padres. Los primeros meses fueron horribles. Nadie en su nuevo instituto se acercaba a ella por ser la chica nueva, los profesores no la daban mucha atención cuando levantaba la mano y su hermana estaba demasiado ocupada intentando encontrar trabajo como para ayudarla con algunos deberes, por lo que sus notas bajaron. Durante aquel tiempo Samantha llegó a tal punto de estrés y de depresión que llegó incluso a pensar en el suicidio, hasta que por un accidente conoció a Sehun. Una compañera de clase la empujó cuando salió a toda prisa de clase y si no llega a ser porque Sehun la cogió del brazo se hubiera dado de bruces contra el marco de la puerta. Desde ese día Sehun y ella tuvieron algún otro encuentro que hizo que se llegaran a conocer mejor. Al parecer Sehun era como ella, nadie le hablaba por su apariencia fría e infantil y por eso siempre se mantenía alejado de sus compañeros de clase.

 En los siguientes 2 años de instituto ella y Sehun hicieron grandes migas hasta el punto de llegar a dormir en la casa del otro en vacaciones o fines de semana que no tenían ninguna tarea. A Samantha la gustaba pensar que su amistad con Sehun era como en las películas en las que los amigos, aun siendo de sexo opuesto, solo se veían como un igual y tenían toda confianza del mundo. En ese tiempo en el que Samantha y Sehun se hicieron inseparables Tiffany, su hermana mayor, pudo ganar el suficiente dinero como para abrir su propio establecimiento. Una cafetería cerca del instituto. La llamó ‘’Sweet Crush’’ y en poco tiempo la gente comenzó a ir y a disfrutar de una tarde relajada mientras tomaban algún que otro dulce casero y un buen café. Samantha por fín hizo un amigo, Tiffany cumplió su sueño de abrir un negocio propio y que este prosperase y por fin habían superado la muerte de sus padres. Todo iba a la perfección. Pero entonces aquella burbuja de felicidad en la que vivían explotó, al menos para Samantha. De repente Sehun comenzó a comportarse de manera extraña llegando a evitarla durante unas semanas. Extrañada no le dio importancia, seguramente tendría un buen motivo. Pero luego comenzó a frecuentar malas compañías juntándose con el grupito de Kris, un ex estudiante con una mala fama por el instituto, y su grupo de perritos falderos. Desde entonces Sehun dejó de hablarla de la noche a la mañana, volviendo al principio de todo, completamente sola.
 Aquella mañana no era diferente a las demás tras el drástico cambio de Sehun tanto en personalidad como en imagen (al parecer el pelo multicolor le ha parecido una buena forma de llamar la atención de la gente a su alrededor). Lo único que había de diferente aquel día era que no se iba a preocupar más por él. Había decidido olvidarse de Sehun y sus cambios de personalidad tan molestos. No quería depender de alguien que la había dejado tirada tras haber confiado tan ciegamente. Tras convencerse de que hoy no iba a preocuparse más por él y prepararse para el instituto desayunó a toda prisa y se encaminó hacia el instituto. Por el camino tenía que pasar por camino cercano a la zona de bosque. Cada vez que alguien iba por ahí la gente siempre se preocupaba de más pero no había motivo, al menos par Samantha. Los ataques de lobo, los cuales habían aumentado entrado en invierno, solían ocurrir en la zona este del pueblo no por donde los estudiantes tenían que pasar para ir al instituto. Pasada la zona más habitada del pueblo entró en aquel camino. Era un camino natural, no había ni cemento ni hormigón… no si quiera una mísera señal que te indicase por dónde ir. Es por eso que la primera vez que pasó por allí tardó unas horas en salir y por ello llegó tarde el primer día de instituto. Todas las mañanas que pasaba por allí había un completo silencio. Tan solo se oían el viento entre las ramas de los altos árboles del bosque y algún que otro búho. Pronto salió de aquel camino, cruzándose con un extraño hombre. Era alto y muy fornido, llevaba una gabardina marrón y un gorro que casi le tapaba el rostro. Este se paró justo cuando Samantha pasó por su lado, llamándola la atención.
- Chica, ¿esta es la zona de los ataques de lobos? - preguntó, su voz era gruesa, casi de ultratumba.
- No, es en la zona este - contestó extrañada.
 Aquel hombre tan extraño no dijo nada más y comenzó a alejar. Extrañada se dio media vuelta y continuó su camino hasta llegar a la entrada del instituto. Un edificio bastante grande en comparación con los del pueblo. Está situado a las afueras de este, por lo que para volver los alumnos tienen que tomar el autobús, ir en coche o simplemente hacer una gran caminata. Samantha suele preferir lo tercero, pero por las mañanas. Por la tarde siempre llama a su hermana para que la vaya a buscar. Observó a la gente que había por allí. Reconocía a unas cuantas chicas de su clase, a un grupito de deportistas hablando de, seguramente, el partido de futbol de la noche pasada y al indeseable de Insoo y sus dos perritos falderos. Tras la salida de Kris, el nuevo ‘’mejor amigo’’ de Sehun,  Insoo se ganó la fama del nuevo chico problemático. Intentó pasar frente a ellos sin llamar la atención y por un momento creyó conseguirlo pero la suerte no estaba de su lado. Tan pronto como Samantha pasó frente a él este la cogió del brazo, dándola un buen tirón.
- ¿A dónde te crees que vas monada? - preguntó con su típico tono de superioridad, sus dos perritos falderos no dejaron de mirarla, cosa que la incomodaba en demasía. Nunca la había gustado ser el centro de atención, siempre se ponía muy nerviosa, no la salían las palabras y si pasaba mucho tiempo podía llegar a marearse y desmayarse. Como con la muerte de sus padres, cuando los agentes de policía intentaron hacerla todas las preguntas necesarias y ella, a causa de los nervios, se desmayó.
- S-suéltame Insoo… - dijo Samantha intentando deshacerse del agarre del otro, aunque de poco la sirvió puesto que este era mucho más fuerte en comparación.
- ¿Por qué? - preguntó jactándose del momento - Es como si no quisieras estar un rato conmigo, ¿acaso te doy miedo, asco o algo? -.
- Por favor… su-suéltame… todo el mundo está mirando - insistió Samantha comenzando a sentirse mareada.
- Te está diciendo que la sueltes - dijo una voz tras ellos, Samantha levantó la vista encontrándose con la de Chen, uno de los nuevos amiguitos de Sehun. Iba a un curso menos que ellos, pero aun así la gente procuraba no acercarse a él.
- ¿Quién te ha pedido tu opinión bicho raro? - preguntó Insoo soltando a Samantha violentamente - ¡Tsk! Te creerás que por conocer a Kris te tengo miedo -.
- Oh… ¿Acaso no es así? - preguntó Chen arqueando una ceja mientras se acercaba amenazante, Insoo dio un paso hacia atrás y tras chasquear la lengua se fue, acto seguido Chen lanzó una mirada amenazante a toda la gente que los miraban atentos - ¿Y vosotros qué miráis? ¿Acaso no tenéis otra cosa que hacer que cotillear panda de entrometidos? -.
 Poco a poco la gente dejó de mirarles y se alejó, entrando al recinto cuando el timbre indicó el comienzo de las clases. Durante unos minutos los dos estuvieron en silencio, hasta que quedaron solos completamente y Samantha se pudo tranquilizar del todo.
- Gracias por ayudarme - dijo mientras se frotaba el brazo dolorido.
- Deberías dárselas a Sehun, fue él quien me dijo que solías tener problemas con ese tipejo y que te vigilara - contestó Chen indiferente - pero no hay de qué -.
 Frunció el ceño molesta. Espera un momento, encima de evitarla y dejarla de lado durante todo este tiempo, ¿ahora la pone a Chen de niñera? ¿Acaso se piensa que con eso ella le va a dirigir la palabra, a perdonarle o algo por el estilo? Si es eso, lo lleva claro.
- Dile una cosa de mi parte - dijo Samantha colocándose la bandolera - Dile que si de verdad se preocupa por mí que deje de comportarse como un imbécil y se disculpe por todo lo que me ha hecho. ¡Ah! Y dile que ya tengo 17 años, no necesito una niñera… sin ofender -.
Chen sonrió divertido. La chica tenía carácter después de todo. Tras asentir con la cabeza acompañó a Samantha hasta el interior del centro y se separaron para ir cada uno a su clase. La clase de Samantha no era muy diferente a otras en las que hubiera estado en su estancia en su antigua ciudad. Los alumnos seguían sin prestar a tención a los profesores, faltándoles el respeto la mayoría de las veces. Muchos no hacían los deberes y se los copiaban a los que de verdad trabajaban pro aprobar y algunos ni si quiera se molestaban en hacerlo, optando por el suspenso. El típico grupito de chicas que se preocupan más por su imagen y por los chicos tampoco faltaba en su clase. Suspiró cansada al pensar en el día que se la venía encima y se sentó en su sitio, el cual antes compartí con Sehun peor que ahora está vacío puesto que, el nombrado, ya no frecuenta mucho el instituto y prefiere estudiar en casa. Pronto el profesor entró en la clase y el comienzo del día no pudo ser de otra manera que con las ‘’queridísimas’’ matemáticas. Durante todo el día tuvo que aguantar burlas de algunos de sus compañeros, profesores que se creen que todo lo que dicen es lo correcto, compañeros que fingen ser sus amigos solo para copiarla la tarea e incontables indirectas de todos los que la rodeaban. Realmente vivía en un infierno y no dudaría en hacer alguna locura si no fuera por Bea, la chica tan tímida que se sienta en la esquina. Siempre la deja notas en su pupitre y en su taquilla con ánimos y alguna que otra noticia las cuales ella siempre contestaba con una sonrisa. Aquello no podía llamarse una amistad, pero la alegraba el día. Aquella vez en la nota venía una frase de ánimo y una pregunta:
‘’No hagas caso de lo que digan, para mí eres una chica muy amable y bonita ^.^ Por cierto, ¿es verdad que Chen te ha protegido esta mañana por que Sehun se lo dijo? ‘’
 Tras comprobar que la profesora de Música aún seguía ocupada intentando meter en la cabeza de una alumna que lo que ella llamaba la mejor música era solo ruido comenzó a escribir la respuesta.
‘’ Gracias Bea J Si bueno, pero me parece algo muy cobarde por su parte. Agradezco a Chen que me haya ayudado y a Sehun las molestias de pedírselo, pero aún me duele que me haya dejado de lado’’
 Al final de la clase guardó la nota en la mochila de Bea cuando está estaba preguntando una duda a la profesora. Muchas veces su hermana la había dicho que se dejasen de tonterías y que hablasen la una a la otra cara a cara, pero llevaban tanto tiempo hablando por notas que resultaría raro… incluso violento. Tras comprobar que la había guardado en un sitio visible para su amiga de ‘’correspondencia’’, como la gustaba llamarla, se encaminó a la última clase. El día se la había hecho más corto gracias a las notas y el solo quedar una hora más la hacía tener ganas de llegar a su próxima clase, Artes plásticas. La clase la dirige la típica profesora con un look a los años 60, pelo rizado como si hubiera metido los dedos en el enchufe por la mañana y condenadamente pesada; también se la pueden añadir las cualidades de solidaria con los animales, vegetariana y, como no, protectora del medio ambiente. No la sorprendería si fuera miembro del Green Peace.  Como siempre fue la primera en llegar a clase, sorprendiendo a la señorita Freegan (que es así como les obliga a llamarla) hablando con un alumno nuevo. Avergonzada por haberles interrumpido se sentó directamente en su sitio habitual y esperó a que sus demás compañeros entraran en clase. Artes plásticas era una de sus asignaturas favoritas, la clase estaba compuesta mayoritariamente por chicas por lo que no tenía que aguantar a ningún tío haciendo el bobo en clase, otro de los puntos a favor en esta materia era que siempre hacían manualidades, nunca daban materia como en otros cursos; y lo último, por muy pirada que esté la señora Freegan, es una mujer muy encantadora y atenta con sus alumnos. Sus compañeros llegaron en cuestión de minutos y la señora Freegan tuvo que ordenar silencio para poder seguir hablando con el chico nuevo. Samantha no le puso mucha atención, ella solo quería llegar cuanto antes a la parte en la que debían hacer la manualidad del día. La señora Freegan acabó de hablar con el chico nuevo y, para sorpresa de Samantha, le señaló el sitio vacío que estaba a su lado. No estaba exactamente vacío, lo ocupaba Sehun, pero ante su continua ausencia en diversas materias… la mayoría de los profesores le dieron por un caso perdido. El joven lanzó una mirada hacia el sitio y luego hacia Samantha, y pudo ver claramente como chasqueaba la lengua. Samantha, extrañada, miró al reflejo de la ventana. ¿Acaso lo había hecho por ella? Le saludó con la cabeza un tanto incómoda cuando se sentó a su lado, recibiendo silencio como respuesta. Perfecto; pensó Samantha; Creído y maleducado, que joya de chico.
- ¡Chicos! Quiero que deis la bienvenida a…. ¿cuál era tu nombre jovencito? - preguntó la señora Freegan indicándole que se presentara.
 El señalado soltó un suspiro y se levantó del sitio con todas las miradas de la clase clavado en él. Sí que era alto, dijo Samantha para sí misma. Y es que sentado medía lo mismo que ella, pero cuando se ha puesto de pies creyó ver a un gigante. ¿Cuánto mediría? ¿1.80?
- Mi nombre es Lay, he repetido unos cursos por mudarme desde Canadá por lo que soy unos años mayor que vosotros - comentó a decir, Samantha se fijó en que todas las chicas de clase parecían concentradas en él de una forma diferente a la que solían estarlo cuando la señora Freegan hablaba - No vengo buscando amigos, pandilla o cualquier otra chorrada como una novia por lo que no os molestéis en intentar acercaros a mí -.
 Samantha arqueó las cejas. Perfecto, la ha tocado junto al inadaptado social en clase y, ahora que lo pensaba, solo sobraba un asiento en todas las demás y siempre era a su lado. ¡Ahora sí que añoraba a Sehun por muy inmaduro que se hubiera portado con ella! Tras aquella presentación, o carta de advertencia para aquellos curiosos, la señora Freegan comenzó la clase. Durante toda la explicación que la profesora dio, muchas de sus compañeras no dejaban de cuchichear y mirar hacia Lay, quien parecía más interesado en garabatear en su libreta que en la explicación de la profesora.
- En resumen, esta semana y la siguiente trabajaremos por equipos y cada equipo tendrá que construir una maqueta de cualquier animal. Podéis hacerla de madera, poliestireno, alambre… ¡utilizar vuestra imaginación! - exclamó la profesora con ese gesto suyo tan extraño que hacía con la nariz cada vez que se emocionaba - Los equipos los formaré yo ahora, en cuanto nombre a los integrantes sentaros juntos, ¿entendido? Samantha, te pondré con Lay y espero que le ayudes en todo lo necesario -.
 Samantha asintió y miró a Lay, quien la estaba observando con una cara indescriptible. Cuando oyeron esto algunas de sus compañeras lanzaron sus quejas al aire, haciendo que Samantha se encogiera en el sitio en cuanto sintió las miradas de envidia de su clase clavadas en ella. De nuevo, el centro de atención, los nervios volvían a ella y ni Chen ni Bea estaban para ayudarla.
- Supongo que tú eres Samantha - comentó Lay sin despegar su vista de su libreta - ¿Eres de aquí? -.
- No, soy de New York y vine aquí con mi hermana… ¿y tú? - preguntó Samantha intentando hacer el ambiente menos incómodo, si iba a trabajar con él durante estas semanas no quería tener una mala relación con él.
- Canadá - respondió - Entonces, ¿qué vamos a hacer para el trabajo? Contra antes lo acabemos mejor para los dos -.
- Lo dices como si fuera algo malo que te hubieran puesto conmigo y eso que ni si quiera nos conocemos - suspiró Samantha mientras habría la libreta e intentaba pensar en algún animal fácil de hacer.
- No es nada personal, pero no soy de trabajar en equipo, prefiero ir por mi cuenta - comentó Lay cruzándose de brazos y clavando la vista en ella, cosa que la hizo sentir más incómoda aún.
- Entonces deja de no hacer nada y ayúdame a pensar en qué animal construir y con qué material, señor lobo solitario - dijo Samantha un poco irritada.
- ¿Qué acabas de decir? - preguntó Lay, parecía sorprendido.
- Lobo solitario, por si no lo sabes algunos lobos prefieren ir por si mismos que seguir una manada… -contestó Samantha - ¡Eh! ¿Por qué no construimos un lobo de madera? Podemos pedir al leñador que nos deje su taller y madera que él no utilice -.
 Antes de poder recibir una respuesta de Lay, sorprendentemente Sehun asomó la cabeza dentro del aula, llamando la atención de la profesora. Esta le indicó que pasara un tanto incrédula. ¿Sehun en su clase? ¿Acaso era el día de los inocentes y no se había dado cuenta? Cuando entró Samantha pudo ver perfectamente cómo Lay y él intercambiaban la mirada y de pronto se tensaban en el sitio. Extrañada llamó la atención de Lay, tocándole el hombro. Este dio un pequeño brinco en el sitio y se giró hacia ella. En ese momento notó que alguien clavaba su mirada en ella, Sehun la estaba mirando y parecía molesto. Mucho.
- ¿Decías algo? - preguntó Lay.
- Tan solo hagamos un lobo de madera, lo más rápido posible, y así todos contentos ¿está bien? - Lay asintió incómodo ya que Sehun aún los miraba como si les fuera a matar con la mirada. ¿Pero qué demonios le pasaba?
 La clase acabó en cuestión de media hora, la cual se encargó de Sehun de ser la media hora más larga de su vida. No dejó de mirarles en toda la clase incomodando a sus compañeros incluso. Antes de abandonar la clase Lay y ella intercambiaron los números de teléfono móvil y correo para mantenerse en contacto y ponerse al día con el trabajo de Artes Plásticas.
- ¿Vas directamente a casa? - preguntó Samantha mientras observaba su moto. Una Yamaha de color blanco con dibujos negros, el sillón de piloto de cuero negro.
- ¿Te llevo? - Samantha volvió a echar un ojo a la Yamaha y negó con la cabeza. No quería montarse en una moto, las tenía pavor después del accidente de sus padres. Fue por una moto por la que ellos se salieron de la carretera y la causante de que sus padres estuvieran muertos.
 Vió encogerse de hombros al chico y ponerse su caso negro. Arrancó, haciendo rugir el motor con fuerza, y desapareció de allí a una velocidad que seguramente no estaría permitida. Tras quedarse allí lo que parecieron minutos mirando el punto donde la moto de Lay desapareció con él, decidió encaminarse rumbo a la cafetería de su hermana. No tardó mucho en llegar y encontrarse con la moto de Lay en la entrada. Al entrar al interior de la cafetería lo vió sentado al fondo, aunque estaba metido en un libro bastante antiguo a decir por el estado de la tapa de este. Antes de poder hacer nada su hermana Tiffany, una mujer de unos 24; de pelo largo, azabache y ojos vivos y alegres, y con una sonrisa capaz de hacer que alguien caiga rendido a sus pies; la había cogido de la mano y la había sentado en una de las butacas libres cerca de la barra de cristal donde se exponían todos los dulces que ella y su hermana habían cocinado recientemente.
- ¿Qué tal hoy en el instituto? ¿Ha vuelto ya Sehun? - preguntó Tiffany mientras sacaba algunos dulces.
- Aburrido, como siempre, aunque hoy ha venido un alumno nuevo… y sobre lo de Sehun, hoy se ha dignado a aparecer en clase de Artes Plásticas - contestó Samantha apoyando el rostro sobre su mano.
- ¿Un chico nuevo? - dijo curiosa su hermana mientras se colocaba un mechón de pelo tras la oreja.
 Samantha asintió y, disimuladamente, señaló hacia la mesa donde Lay estaba sentado. Aún seguía leyendo aquel libro y no parecías coscarse de nada más. Tiffany siguió la dirección que su hermana la indicaba y sonrió.
- Es bastante mono, ¿te has presentado? - Samantha rodeó los ojos.
- Si, más o menos - contestó.
- ¿Y?... - esta vez suspiró cansada, ¿Por qué su hermana tenía que meterse tanto en su vida social? Sabe que la cuesta relacionarse con la gente y aun así ella sigue metiendo leña al fuego.
- Reconozco que es mono, bastante a decir verdad - reconoció Samantha - Pero es un poco… arisco, al parecer la idea de que yo fuera su compañera en el trabajo de clase no le gustó mucho… casi pareció que le asqueaba la idea -.
- Seguramente está un poco asustado, como nosotras cuando llegamos. Se amable con él e intenta ser su amiga, ¿vale? - dijo Tiffany.
 Samantha asintió y antes de que su hermana volviese al trabajo la dio un beso en la mejilla y un buen abrazo. Hoy lo necesitaba. Tras aquella pequeña muestra de cariño buscó una mesa libre y se sentó para tranquilizarse un poco. Hoy había sido un día un tanto extraño. Primero Chen la dice que Sehun le mandó vigilarla, ¡como si fuera una niña de 5 años! Luego aparece Lay y se comporta como un imbécil con ella y por último el extraño comportamiento de Sehun en lo poco de clase que estuvo. Ya no entendía a Sehun para nada. Hablando del rey de  roma, justamente en ese momento había cruzado por la puerta y parecía estar buscando algo o a alguien. En cuanto vió que se dirigía hacia ella sacó el móvil para fingir estar ocupada. Quizá así no la moleste.
- Sammy, tenemos que hablar - aun el tono serio en el que la había hablado Samantha no pudo reprimir fruncir el ceño. ¿La ignora durante tanto tiempo y aún tiene esas confianzas con ella?
- Que yo sepa mi nombre es Samantha - replicó la chica un tanto molesta.
- ¿De qué rayos estás hablando? - preguntó el joven extrañado - Siempre te he llamado así -.
- Siempre no, durante todo el tiempo en el que estuviste evitándome no me llamaste de ninguna forma - estaba molesta con él, mucho. Por su forma de hablarla, por su comportamiento y, sobre todo, por esa comodidad de ignorarla y luego ir con todas las confianzas del mundo.
- Mira, tengo motivos para haberlo hecho pero lo que quiero es hablar contigo a solas… ahora - contestó Sehun apoyándose sobre la mesa con las dos manos.
- Me parece estupendo que quieras hablarme, pero ahora la que no quiere soy yo - protestó Samantha.
Sehun respiró hondo, intentando tranquilizarse. Por cada protesta de Samantha más se enfadaba. Por su parte, Samantha no quería dirigirle la palabra. Si no se había molestado en hablarla durante todo este tiempo no entendía por qué ahora venía a ella con esas confianzas. Eso realmente la molestaba aún más que el hecho de ser ignorada.
- Pues no me hables, no vengo aquí para aguantar tus pataletas de niña pequeña - contestó Sehun alzando un poco el tono de voz, captando la atención de la gente que tomaba café o cualquier otra bebida tranquilamente.
- ¿Yo pataletas? - preguntó Samantha alzando también su tono de voz - ¿Te recuerdo quién es el que se ha comportado como un crío ignorándome sin motivo durante semanas? -.
- Di lo que quieras, solo he venido para decirte que no te acerques a ese tipo nuevo ¿entendiste? No es el tipo de gente junto a la que estar, asi que mantente alejada - contestó Sehun.
- ¿Pero quién te crees que eres para decirme con quien salir o no? - esta vez toda la cafetería estaba atenta a su discusión, incluso Lay había apartado su atención del libro hacia aquella pelea.
- Quizá, solo quizá, el único que se dignó a hablar a la rarita de clase que lo único que hacía era llorar la muerte de sus padres - explotó Sehun sin tener consciencia de lo que estaba diciendo.
 Al oír aquello Samantha no supo que decir y se quedó completamente en blanco. ¿Cómo ha sido capaz de decirla tal cosa? Por muy inmaduro e ingrato que hubiera sido con ella todo este tiempo sabía perfectamente lo mal que lo había pasado en el instituto por la muerte de sus padres, y aun así se atreve a decirla aquello. Todo el local se mantuvo en silencio expectante por la respuesta de Samantha, pero de su boca no salió más que un lastimero sollozo. Antes de que todo el mundo la viera llorar decidió salir de allí corriendo, sin preocuparse de dejar atrás todas sus cosas. Aquella contestación la había dejado desarmada. Nunca antes, nadie, la había vuelto a sacar el tema de la muerte de sus padres y no se esperaba que el primero en hacerlo fuera el que se suponía ser su único y mejor amigo. Antes de darse cuenta se había adentrado en el bosque. Sin fuerzas para seguir corriendo se dejó caer sobre la hierba mojada y comenzó a llorar hasta desahogarse. Mientras no dejaba de llorar no pudo remediar recordar los buenos momentos que ella y Sehun habían compartido. Recordó la primera vez que trajo a Sehun a su casa y lo nervioso que estaba cuando conoció a su hermana Tiffany; también recordó su primer cumpleaños aquí, solo le conocía a él pero aun así fue uno de los mejores cumpleaños de su vida; recordó cuando se quedó a dormir en su casa, la primera vez que la defendió; había pasado tan buenos momento con él, y ahora todo aquello se había echado a perder solo… Ni sabía el motivo, y eso era lo que más la molestaba de todo aquel asunto.
- ¿Samantha? - la nombrada levantó la cabeza sobresaltada al oír una voz que la llamaba, pero se relajó cuando vió que era Lu Han. Lu Han era una de las nuevas compañías de Sehun junto a Chen, y el único que de verdad la caía bien. Era un joven muy amable y amistoso, y siempre trataba bien a la gente. No entendía por qué alguien con tan buen corazón estaba con alguien como Kris y su fama.
 Rápidamente se secó las lágrimas con la manga de su jersey de lana color crema y se sorbió la nariz para intentar recobrar la compostura. ¿Cuánto tiempo había estado allí? ¿La había visto en la cafetería y la había seguido? Fuera lo que fuera paró de pensar en ello cuando Lu Han se sentó a su lado rodeándola por los hombros para juntarla a él en un gesto amable.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó Samantha - ¿No deberías estar con Kris y su pandilla? -.
 Escuchó la risa de Lu Han antes de que la contestase.
- Mi mundo no gira en torno a Kris y a los demás, ¿sabes? - contestó sonriente - He escuchado toda la discusión que tú y Sehun habéis tenido y quería comprobar cómo estabas -.
- Fatal, no me puedo creer que me haya dicho todo aquello… ¿Y todo por qué? Ni si quiera sé qué le he podido hacer para molestarle tanto - dijo Samantha sintiendo que las lágrimas volvían a ella.
- Samantha, conoces tan bien como yo a Sehun y sabes que no te diría todo aquello sabiendo todo por lo que has pasado - contestó Lu Hanintentando tranquilizarla - Tienes que comprender que está pasando por unos momentos muy difíciles y nuevos para él y que no sabe lo que hace; créeme, yo pasé por aquello -.
- Pero se supone que soy su mejor amiga, podía habérmelo contado y haberme dejado ayudarle en vez de ignorarme todo este tiempo y luego decirme esas cosas tan horribles - protestó Samantha.
Lu Han la abrazó, acariciándola la cabellera con ternura. Aunque normalmente rechazaría ese tipo de gestos, aquella vez se dejó hacer. Necesitaba a alguien a su lado, además de a su hermana y a Bea y sus notas, que la hiciera sentir que no estaba sola y Lu Han lo estaba consiguiendo en ese momento.
- Sabes que, si pudieras saberlo, Sehun te lo hubiera dicho - dijo Lu Han tras una pausa - Confía en mí y confía en él… pronto todo volverá  a la normalidad y cuando llegue el momento él te lo dirá y volverá contigo -.
 Dicho esto Lu Han se separó de Samantha y se levantó, tendiéndola una mano para ayudarla a levantarse. Tras sacudirse la hierba mojada de la parte trasera del pantalón se sonrieron y Lu Han la limpió las lágrimas con una sonrisa en el rostro.
- Ahora no te preocupes por los ataques de celo de Sehun y sonríe, te prometo que pronto todo volverá a la normalidad - dijo Lu Han cogiéndola de la mano - Vamos, tu hermana debe de estar de los nervios al no encontrarte -.
Samantha asintió y dejó que Lu Han la acompañase hasta las afueras del bosque. Desde allí fue capaz de seguir sola hacia la cafetería tras agradecerle todo lo que había hecho para consolarla y prometerle que nunca más lloraría por las estupideces de Sehun. Aunque no podía dejar de pensar en lo que le estaba ocurriendo. ¿Por qué no había contado con ella? Después de todo era su mejor amiga y para eso estaba ella. Para soportar todo lo malo que le ocurriese y ayudarle como lo hizo él cuando ella llegó y no tenía a nadie a parte de a su hermana.

 Al llegar a la cafetería Tiffany, además de darla un buen sermón, no dejó de abrazarla y asegurarla de que no pasaba nada y de que todo iba a salir bien. Llegaron a casa unos minutos más tarde, cuando acabaron de recoger la cafetería, y cenaron. Más tarde, tras ducharse y hacer los deberes, estuvo unos minutos viendo las noticias. De nuevo habían sucedido unos ataques de lobo, esta vez en un jardín ajeno. Una niña de 6 años estaba en el hospital y se había quedado sin perro. Tras ver que solo hablaban de los ataques de lobo y de cómo habían incrementado aquel año decidió que era suficiente por aquel día y se fue directa a la cama, no sin antes asegurarse de que tenía todo en orden para estar lista la mañana siguiente y no llegar tarde al instituto. Justo antes de meterse en la cama oyó claramente un aullido. Curiosa se asomó por la ventana de su habitación y a lo lejos, evitando las ramas del árbol cercano a su ventana, pudo ver algo moverse entre los arbustos. Al parecer no era la única que hoy estaba llorando, al menos había un lobo solitario que también quería desahogarse aquella noche. Y con ese pensamiento se fue a la cama y se quedó profundamente dormida, ajena al par de ojos atentos que vigilaban su ventana desde la oscuridad del bosque. Mañana iba a ser un día muy largo.

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