Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.
A la edad de 15 años Samantha y su hermana
mayor Tiffany perdieron a sus padres en un accidente de tráfico mientras
estaban de vacaciones en Canadá. Ellas salieron ilesas gracias a que su madre
reaccionó a tiempo y las cubrió. Ese día se quedaron completamente solas. Sus
abuelos había muerto unos meses antes por problemas de salud y sus tíos vivían
en la otra punta del mundo. Durante unos meses intentaron superar su muerte,
pero todo les recordaba a ellos. Al cumplir los 21 años, Tiffany decidió coger
a su hermana pequeña y mudarse a un pequeño pueblo de Lickey
Hills, situado cerca de un bosque donde los lobos campan a sus anchas. El
pueblo de Lickey Hills es un pueblo pequeño donde todas las personas se
conocen. Aun siendo un pueblo muy pequeño tiene su propio hospital y cuartel,
el cual solo se preocupa de los pocos ataques de lobo que hay en invierno.
Lo único que le
preocupaba a Samantha era, exceptuando el tema de tener que vérselas con un lobo
salvaje, el simple hecho de cómo hacer nuevos amigos y de cómo iba a poder
superar la muerte de sus padres. Los primeros meses fueron horribles. Nadie en
su nuevo instituto se acercaba a ella por ser la chica nueva, los profesores no
la daban mucha atención cuando levantaba la mano y su hermana estaba demasiado
ocupada intentando encontrar trabajo como para ayudarla con algunos deberes,
por lo que sus notas bajaron. Durante aquel tiempo Samantha llegó a tal punto
de estrés y de depresión que llegó incluso a pensar en el suicidio, hasta que
por un accidente conoció a Sehun. Una compañera de clase la empujó cuando salió
a toda prisa de clase y si no llega a ser porque Sehun la cogió del brazo se
hubiera dado de bruces contra el marco de la puerta. Desde ese día Sehun y ella
tuvieron algún otro encuentro que hizo que se llegaran a conocer mejor. Al
parecer Sehun era como ella, nadie le hablaba por su apariencia fría e infantil
y por eso siempre se mantenía alejado de sus compañeros de clase.
En los siguientes
2 años de instituto ella y Sehun hicieron grandes migas hasta el punto de
llegar a dormir en la casa del otro en vacaciones o fines de semana que no
tenían ninguna tarea. A Samantha la gustaba pensar que su amistad con Sehun era
como en las películas en las que los amigos, aun siendo de sexo opuesto, solo
se veían como un igual y tenían toda confianza del mundo. En ese tiempo en el
que Samantha y Sehun se hicieron inseparables Tiffany, su hermana mayor, pudo
ganar el suficiente dinero como para abrir su propio establecimiento. Una
cafetería cerca del instituto. La llamó ‘’Sweet Crush’’ y en poco tiempo la
gente comenzó a ir y a disfrutar de una tarde relajada mientras tomaban algún
que otro dulce casero y un buen café. Samantha por fín hizo un amigo, Tiffany
cumplió su sueño de abrir un negocio propio y que este prosperase y por fin
habían superado la muerte de sus padres. Todo iba a la perfección. Pero
entonces aquella burbuja de felicidad en la que vivían explotó, al menos para
Samantha. De repente Sehun comenzó a comportarse de manera extraña llegando a
evitarla durante unas semanas. Extrañada no le dio importancia, seguramente
tendría un buen motivo. Pero luego comenzó a frecuentar malas compañías
juntándose con el grupito de Kris, un ex estudiante con una mala fama por el
instituto, y su grupo de perritos falderos. Desde entonces Sehun dejó de
hablarla de la noche a la mañana, volviendo al principio de todo, completamente
sola.
Aquella mañana no
era diferente a las demás tras el drástico cambio de Sehun tanto en
personalidad como en imagen (al parecer el pelo multicolor le ha parecido una
buena forma de llamar la atención de la gente a su alrededor). Lo único que
había de diferente aquel día era que no se iba a preocupar más por él. Había
decidido olvidarse de Sehun y sus cambios de personalidad tan molestos. No
quería depender de alguien que la había dejado tirada tras haber confiado tan
ciegamente. Tras convencerse de que hoy no iba a preocuparse más por él y
prepararse para el instituto desayunó a toda prisa y se encaminó hacia el
instituto. Por el camino tenía que pasar por camino cercano a la zona de
bosque. Cada vez que alguien iba por ahí la gente siempre se preocupaba de más
pero no había motivo, al menos par Samantha. Los ataques de lobo, los cuales
habían aumentado entrado en invierno, solían ocurrir en la zona este del pueblo
no por donde los estudiantes tenían que pasar para ir al instituto. Pasada la
zona más habitada del pueblo entró en aquel camino. Era un camino natural, no
había ni cemento ni hormigón… no si quiera una mísera señal que te indicase por
dónde ir. Es por eso que la primera vez que pasó por allí tardó unas horas en
salir y por ello llegó tarde el primer día de instituto. Todas las mañanas que
pasaba por allí había un completo silencio. Tan solo se oían el viento entre
las ramas de los altos árboles del bosque y algún que otro búho. Pronto salió
de aquel camino, cruzándose con un extraño hombre. Era alto y muy fornido,
llevaba una gabardina marrón y un gorro que casi le tapaba el rostro. Este se
paró justo cuando Samantha pasó por su lado, llamándola la atención.
- Chica, ¿esta es la zona de los ataques de lobos? -
preguntó, su voz era gruesa, casi de ultratumba.
- No, es en la zona este - contestó extrañada.
Aquel hombre tan
extraño no dijo nada más y comenzó a alejar. Extrañada se dio media vuelta y
continuó su camino hasta llegar a la entrada del instituto. Un edificio bastante
grande en comparación con los del pueblo. Está situado a las afueras de este,
por lo que para volver los alumnos tienen que tomar el autobús, ir en coche o
simplemente hacer una gran caminata. Samantha suele preferir lo tercero, pero
por las mañanas. Por la tarde siempre llama a su hermana para que la vaya a
buscar. Observó a la gente que había por allí. Reconocía a unas cuantas chicas
de su clase, a un grupito de deportistas hablando de, seguramente, el partido
de futbol de la noche pasada y al indeseable de Insoo y sus dos perritos
falderos. Tras la salida de Kris, el nuevo ‘’mejor amigo’’ de Sehun, Insoo se ganó la fama del nuevo chico
problemático. Intentó pasar frente a ellos sin llamar la atención y por un
momento creyó conseguirlo pero la suerte no estaba de su lado. Tan pronto como
Samantha pasó frente a él este la cogió del brazo, dándola un buen tirón.
- ¿A dónde te crees que vas monada? - preguntó con su
típico tono de superioridad, sus dos perritos falderos no dejaron de mirarla,
cosa que la incomodaba en demasía. Nunca la había gustado ser el centro de
atención, siempre se ponía muy nerviosa, no la salían las palabras y si pasaba
mucho tiempo podía llegar a marearse y desmayarse. Como con la muerte de sus
padres, cuando los agentes de policía intentaron hacerla todas las preguntas
necesarias y ella, a causa de los nervios, se desmayó.
- S-suéltame Insoo… - dijo Samantha intentando deshacerse
del agarre del otro, aunque de poco la sirvió puesto que este era mucho más
fuerte en comparación.
- ¿Por qué? - preguntó jactándose del momento - Es como
si no quisieras estar un rato conmigo, ¿acaso te doy miedo, asco o algo? -.
- Por favor… su-suéltame… todo el mundo está mirando -
insistió Samantha comenzando a sentirse mareada.
- Te está diciendo que la sueltes - dijo una voz tras
ellos, Samantha levantó la vista encontrándose con la de Chen, uno de los nuevos
amiguitos de Sehun. Iba a un curso menos que ellos, pero aun así la gente
procuraba no acercarse a él.
- ¿Quién te ha pedido tu opinión bicho raro? - preguntó Insoo
soltando a Samantha violentamente - ¡Tsk! Te creerás que por conocer a Kris te
tengo miedo -.
- Oh… ¿Acaso no es así? - preguntó Chen arqueando una
ceja mientras se acercaba amenazante, Insoo dio un paso hacia atrás y tras
chasquear la lengua se fue, acto seguido Chen lanzó una mirada amenazante a
toda la gente que los miraban atentos - ¿Y vosotros qué miráis? ¿Acaso no
tenéis otra cosa que hacer que cotillear panda de entrometidos? -.
Poco a poco la
gente dejó de mirarles y se alejó, entrando al recinto cuando el timbre indicó
el comienzo de las clases. Durante unos minutos los dos estuvieron en silencio,
hasta que quedaron solos completamente y Samantha se pudo tranquilizar del
todo.
- Gracias por ayudarme - dijo mientras se frotaba el
brazo dolorido.
- Deberías dárselas a Sehun, fue él quien me dijo que
solías tener problemas con ese tipejo y que te vigilara - contestó Chen
indiferente - pero no hay de qué -.
Frunció el ceño
molesta. Espera un momento, encima de evitarla y dejarla de lado durante todo
este tiempo, ¿ahora la pone a Chen de niñera? ¿Acaso se piensa que con eso ella
le va a dirigir la palabra, a perdonarle o algo por el estilo? Si es eso, lo
lleva claro.
- Dile una cosa de mi parte - dijo Samantha colocándose
la bandolera - Dile que si de verdad se preocupa por mí que deje de comportarse
como un imbécil y se disculpe por todo lo que me ha hecho. ¡Ah! Y dile que ya
tengo 17 años, no necesito una niñera… sin ofender -.
Chen sonrió divertido. La chica tenía carácter después de
todo. Tras asentir con la cabeza acompañó a Samantha hasta el interior del
centro y se separaron para ir cada uno a su clase. La clase de Samantha no era
muy diferente a otras en las que hubiera estado en su estancia en su antigua
ciudad. Los alumnos seguían sin prestar a tención a los profesores, faltándoles
el respeto la mayoría de las veces. Muchos no hacían los deberes y se los
copiaban a los que de verdad trabajaban pro aprobar y algunos ni si quiera se
molestaban en hacerlo, optando por el suspenso. El típico grupito de chicas que
se preocupan más por su imagen y por los chicos tampoco faltaba en su clase.
Suspiró cansada al pensar en el día que se la venía encima y se sentó en su
sitio, el cual antes compartí con Sehun peor que ahora está vacío puesto que,
el nombrado, ya no frecuenta mucho el instituto y prefiere estudiar en casa.
Pronto el profesor entró en la clase y el comienzo del día no pudo ser de otra
manera que con las ‘’queridísimas’’ matemáticas. Durante todo el día tuvo que
aguantar burlas de algunos de sus compañeros, profesores que se creen que todo
lo que dicen es lo correcto, compañeros que fingen ser sus amigos solo para
copiarla la tarea e incontables indirectas de todos los que la rodeaban.
Realmente vivía en un infierno y no dudaría en hacer alguna locura si no fuera
por Bea, la chica tan tímida que se sienta en la esquina. Siempre la deja notas
en su pupitre y en su taquilla con ánimos y alguna que otra noticia las cuales
ella siempre contestaba con una sonrisa. Aquello no podía llamarse una amistad,
pero la alegraba el día. Aquella vez en la nota venía una frase de ánimo y una
pregunta:
‘’No hagas caso de lo que digan, para mí eres una chica
muy amable y bonita ^.^ Por cierto, ¿es verdad que Chen te ha protegido esta
mañana por que Sehun se lo dijo? ‘’
Tras comprobar que
la profesora de Música aún seguía ocupada intentando meter en la cabeza de una
alumna que lo que ella llamaba la mejor música era solo ruido comenzó a
escribir la respuesta.
‘’ Gracias Bea J Si
bueno, pero me parece algo muy cobarde por su parte. Agradezco a Chen que me
haya ayudado y a Sehun las molestias de pedírselo, pero aún me duele que me
haya dejado de lado’’
Al final de la
clase guardó la nota en la mochila de Bea cuando está estaba preguntando una
duda a la profesora. Muchas veces su hermana la había dicho que se dejasen de
tonterías y que hablasen la una a la otra cara a cara, pero llevaban tanto
tiempo hablando por notas que resultaría raro… incluso violento. Tras comprobar
que la había guardado en un sitio visible para su amiga de ‘’correspondencia’’,
como la gustaba llamarla, se encaminó a la última clase. El día se la había
hecho más corto gracias a las notas y el solo quedar una hora más la hacía
tener ganas de llegar a su próxima clase, Artes plásticas. La clase la dirige
la típica profesora con un look a los años 60, pelo rizado como si hubiera
metido los dedos en el enchufe por la mañana y condenadamente pesada; también
se la pueden añadir las cualidades de solidaria con los animales, vegetariana
y, como no, protectora del medio ambiente. No la sorprendería si fuera miembro
del Green Peace. Como siempre fue la
primera en llegar a clase, sorprendiendo a la señorita Freegan (que es así como
les obliga a llamarla) hablando con un alumno nuevo. Avergonzada por haberles
interrumpido se sentó directamente en su sitio habitual y esperó a que sus
demás compañeros entraran en clase. Artes plásticas era una de sus asignaturas
favoritas, la clase estaba compuesta mayoritariamente por chicas por lo que no
tenía que aguantar a ningún tío haciendo el bobo en clase, otro de los puntos a
favor en esta materia era que siempre hacían manualidades, nunca daban materia
como en otros cursos; y lo último, por muy pirada que esté la señora Freegan,
es una mujer muy encantadora y atenta con sus alumnos. Sus compañeros llegaron
en cuestión de minutos y la señora Freegan tuvo que ordenar silencio para poder
seguir hablando con el chico nuevo. Samantha no le puso mucha atención, ella
solo quería llegar cuanto antes a la parte en la que debían hacer la manualidad
del día. La señora Freegan acabó de hablar con el chico nuevo y, para sorpresa
de Samantha, le señaló el sitio vacío que estaba a su lado. No estaba
exactamente vacío, lo ocupaba Sehun, pero ante su continua ausencia en diversas
materias… la mayoría de los profesores le dieron por un caso perdido. El joven
lanzó una mirada hacia el sitio y luego hacia Samantha, y pudo ver claramente
como chasqueaba la lengua. Samantha, extrañada, miró al reflejo de la ventana.
¿Acaso lo había hecho por ella? Le saludó con la cabeza un tanto incómoda
cuando se sentó a su lado, recibiendo silencio como respuesta. Perfecto; pensó
Samantha; Creído y maleducado, que joya de chico.
- ¡Chicos! Quiero que deis la bienvenida a…. ¿cuál era tu
nombre jovencito? - preguntó la señora Freegan indicándole que se presentara.
El señalado soltó
un suspiro y se levantó del sitio con todas las miradas de la clase clavado en
él. Sí que era alto, dijo Samantha para sí misma. Y es que sentado medía lo
mismo que ella, pero cuando se ha puesto de pies creyó ver a un gigante.
¿Cuánto mediría? ¿1.80?
- Mi nombre es Lay, he repetido unos cursos por mudarme
desde Canadá por lo que soy unos años mayor que vosotros - comentó a decir,
Samantha se fijó en que todas las chicas de clase parecían concentradas en él
de una forma diferente a la que solían estarlo cuando la señora Freegan hablaba
- No vengo buscando amigos, pandilla o cualquier otra chorrada como una novia
por lo que no os molestéis en intentar acercaros a mí -.
Samantha arqueó
las cejas. Perfecto, la ha tocado junto al inadaptado social en clase y, ahora
que lo pensaba, solo sobraba un asiento en todas las demás y siempre era a su
lado. ¡Ahora sí que añoraba a Sehun por muy inmaduro que se hubiera portado con
ella! Tras aquella presentación, o carta de advertencia para aquellos curiosos,
la señora Freegan comenzó la clase. Durante toda la explicación que la profesora
dio, muchas de sus compañeras no dejaban de cuchichear y mirar hacia Lay, quien
parecía más interesado en garabatear en su libreta que en la explicación de la
profesora.
- En resumen, esta semana y la siguiente trabajaremos por
equipos y cada equipo tendrá que construir una maqueta de cualquier animal.
Podéis hacerla de madera, poliestireno, alambre… ¡utilizar vuestra imaginación!
- exclamó la profesora con ese gesto suyo tan extraño que hacía con la nariz
cada vez que se emocionaba - Los equipos los formaré yo ahora, en cuanto nombre
a los integrantes sentaros juntos, ¿entendido? Samantha, te pondré con Lay y
espero que le ayudes en todo lo necesario -.
Samantha asintió y
miró a Lay, quien la estaba observando con una cara indescriptible. Cuando oyeron
esto algunas de sus compañeras lanzaron sus quejas al aire, haciendo que
Samantha se encogiera en el sitio en cuanto sintió las miradas de envidia de su
clase clavadas en ella. De nuevo, el centro de atención, los nervios volvían a
ella y ni Chen ni Bea estaban para ayudarla.
- Supongo que tú eres Samantha - comentó Lay sin despegar
su vista de su libreta - ¿Eres de aquí? -.
- No, soy de New York y vine aquí con mi hermana… ¿y tú?
- preguntó Samantha intentando hacer el ambiente menos incómodo, si iba a trabajar
con él durante estas semanas no quería tener una mala relación con él.
- Canadá - respondió - Entonces, ¿qué vamos a hacer para
el trabajo? Contra antes lo acabemos mejor para los dos -.
- Lo dices como si fuera algo malo que te hubieran puesto
conmigo y eso que ni si quiera nos conocemos - suspiró Samantha mientras habría
la libreta e intentaba pensar en algún animal fácil de hacer.
- No es nada personal, pero no soy de trabajar en equipo,
prefiero ir por mi cuenta - comentó Lay cruzándose de brazos y clavando la
vista en ella, cosa que la hizo sentir más incómoda aún.
- Entonces deja de no hacer nada y ayúdame a pensar en
qué animal construir y con qué material, señor lobo solitario - dijo Samantha
un poco irritada.
- ¿Qué acabas de decir? - preguntó Lay, parecía
sorprendido.
- Lobo solitario, por si no lo sabes algunos lobos
prefieren ir por si mismos que seguir una manada… -contestó Samantha - ¡Eh!
¿Por qué no construimos un lobo de madera? Podemos pedir al leñador que nos
deje su taller y madera que él no utilice -.
Antes de poder
recibir una respuesta de Lay, sorprendentemente Sehun asomó la cabeza dentro
del aula, llamando la atención de la profesora. Esta le indicó que pasara un
tanto incrédula. ¿Sehun en su clase? ¿Acaso era el día de los inocentes y no se
había dado cuenta? Cuando entró Samantha pudo ver perfectamente cómo Lay y él
intercambiaban la mirada y de pronto se tensaban en el sitio. Extrañada llamó
la atención de Lay, tocándole el hombro. Este dio un pequeño brinco en el sitio
y se giró hacia ella. En ese momento notó que alguien clavaba su mirada en
ella, Sehun la estaba mirando y parecía molesto. Mucho.
- ¿Decías algo? - preguntó Lay.
- Tan solo hagamos un lobo de madera, lo más rápido
posible, y así todos contentos ¿está bien? - Lay asintió incómodo ya que Sehun
aún los miraba como si les fuera a matar con la mirada. ¿Pero qué demonios le
pasaba?
La clase acabó en
cuestión de media hora, la cual se encargó de Sehun de ser la media hora más
larga de su vida. No dejó de mirarles en toda la clase incomodando a sus
compañeros incluso. Antes de abandonar la clase Lay y ella intercambiaron los
números de teléfono móvil y correo para mantenerse en contacto y ponerse al día
con el trabajo de Artes Plásticas.
- ¿Vas directamente a casa? - preguntó Samantha mientras
observaba su moto. Una Yamaha de color blanco con dibujos negros, el sillón de
piloto de cuero negro.
- ¿Te llevo? - Samantha volvió a echar un ojo a la Yamaha
y negó con la cabeza. No quería montarse en una moto, las tenía pavor después
del accidente de sus padres. Fue por una moto por la que ellos se salieron de
la carretera y la causante de que sus padres estuvieran muertos.
Vió encogerse de
hombros al chico y ponerse su caso negro. Arrancó, haciendo rugir el motor con
fuerza, y desapareció de allí a una velocidad que seguramente no estaría
permitida. Tras quedarse allí lo que parecieron minutos mirando el punto donde
la moto de Lay desapareció con él, decidió encaminarse rumbo a la cafetería de
su hermana. No tardó mucho en llegar y encontrarse con la moto de Lay en la
entrada. Al entrar al interior de la cafetería lo vió sentado al fondo, aunque
estaba metido en un libro bastante antiguo a decir por el estado de la tapa de
este. Antes de poder hacer nada su hermana Tiffany, una mujer de unos 24; de
pelo largo, azabache y ojos vivos y alegres, y con una sonrisa capaz de hacer
que alguien caiga rendido a sus pies; la había cogido de la mano y la había
sentado en una de las butacas libres cerca de la barra de cristal donde se
exponían todos los dulces que ella y su hermana habían cocinado recientemente.
- ¿Qué tal hoy en el instituto? ¿Ha vuelto ya Sehun? -
preguntó Tiffany mientras sacaba algunos dulces.
- Aburrido, como siempre, aunque hoy ha venido un alumno
nuevo… y sobre lo de Sehun, hoy se ha dignado a aparecer en clase de Artes
Plásticas - contestó Samantha apoyando el rostro sobre su mano.
- ¿Un chico nuevo? - dijo curiosa su hermana mientras se
colocaba un mechón de pelo tras la oreja.
Samantha asintió
y, disimuladamente, señaló hacia la mesa donde Lay estaba sentado. Aún seguía
leyendo aquel libro y no parecías coscarse de nada más. Tiffany siguió la
dirección que su hermana la indicaba y sonrió.
- Es bastante mono, ¿te has presentado? - Samantha rodeó
los ojos.
- Si, más o menos - contestó.
- ¿Y?... - esta vez suspiró cansada, ¿Por qué su hermana
tenía que meterse tanto en su vida social? Sabe que la cuesta relacionarse con
la gente y aun así ella sigue metiendo leña al fuego.
- Reconozco que es mono, bastante a decir verdad -
reconoció Samantha - Pero es un poco… arisco, al parecer la idea de que yo
fuera su compañera en el trabajo de clase no le gustó mucho… casi pareció que
le asqueaba la idea -.
- Seguramente está un poco asustado, como nosotras cuando
llegamos. Se amable con él e intenta ser su amiga, ¿vale? - dijo Tiffany.
Samantha asintió y
antes de que su hermana volviese al trabajo la dio un beso en la mejilla y un
buen abrazo. Hoy lo necesitaba. Tras aquella pequeña muestra de cariño buscó
una mesa libre y se sentó para tranquilizarse un poco. Hoy había sido un día un
tanto extraño. Primero Chen la dice que Sehun le mandó vigilarla, ¡como si
fuera una niña de 5 años! Luego aparece Lay y se comporta como un imbécil con
ella y por último el extraño comportamiento de Sehun en lo poco de clase que
estuvo. Ya no entendía a Sehun para nada. Hablando del rey de roma, justamente en ese momento había cruzado
por la puerta y parecía estar buscando algo o a alguien. En cuanto vió que se
dirigía hacia ella sacó el móvil para fingir estar ocupada. Quizá así no la
moleste.
- Sammy, tenemos que hablar - aun el tono serio en el que
la había hablado Samantha no pudo reprimir fruncir el ceño. ¿La ignora durante
tanto tiempo y aún tiene esas confianzas con ella?
- Que yo sepa mi nombre es Samantha - replicó la chica un
tanto molesta.
- ¿De qué rayos estás hablando? - preguntó el joven
extrañado - Siempre te he llamado así -.
- Siempre no, durante todo el tiempo en el que estuviste
evitándome no me llamaste de ninguna forma - estaba molesta con él, mucho. Por
su forma de hablarla, por su comportamiento y, sobre todo, por esa comodidad de
ignorarla y luego ir con todas las confianzas del mundo.
- Mira, tengo motivos para haberlo hecho pero lo que
quiero es hablar contigo a solas… ahora - contestó Sehun apoyándose sobre la
mesa con las dos manos.
- Me parece estupendo que quieras hablarme, pero ahora la
que no quiere soy yo - protestó Samantha.
Sehun respiró hondo, intentando tranquilizarse. Por cada
protesta de Samantha más se enfadaba. Por su parte, Samantha no quería
dirigirle la palabra. Si no se había molestado en hablarla durante todo este
tiempo no entendía por qué ahora venía a ella con esas confianzas. Eso
realmente la molestaba aún más que el hecho de ser ignorada.
- Pues no me hables, no vengo aquí para aguantar tus
pataletas de niña pequeña - contestó Sehun alzando un poco el tono de voz,
captando la atención de la gente que tomaba café o cualquier otra bebida
tranquilamente.
- ¿Yo pataletas? - preguntó Samantha alzando también su
tono de voz - ¿Te recuerdo quién es el que se ha comportado como un crío
ignorándome sin motivo durante semanas? -.
- Di lo que quieras, solo he venido para decirte que no
te acerques a ese tipo nuevo ¿entendiste? No es el tipo de gente junto a la que
estar, asi que mantente alejada - contestó Sehun.
- ¿Pero quién te crees que eres para decirme con quien
salir o no? - esta vez toda la cafetería estaba atenta a su discusión, incluso Lay
había apartado su atención del libro hacia aquella pelea.
- Quizá, solo quizá, el único que se dignó a hablar a la
rarita de clase que lo único que hacía era llorar la muerte de sus padres -
explotó Sehun sin tener consciencia de lo que estaba diciendo.
Al oír aquello
Samantha no supo que decir y se quedó completamente en blanco. ¿Cómo ha sido
capaz de decirla tal cosa? Por muy inmaduro e ingrato que hubiera sido con ella
todo este tiempo sabía perfectamente lo mal que lo había pasado en el instituto
por la muerte de sus padres, y aun así se atreve a decirla aquello. Todo el
local se mantuvo en silencio expectante por la respuesta de Samantha, pero de
su boca no salió más que un lastimero sollozo. Antes de que todo el mundo la
viera llorar decidió salir de allí corriendo, sin preocuparse de dejar atrás
todas sus cosas. Aquella contestación la había dejado desarmada. Nunca antes,
nadie, la había vuelto a sacar el tema de la muerte de sus padres y no se
esperaba que el primero en hacerlo fuera el que se suponía ser su único y mejor
amigo. Antes de darse cuenta se había adentrado en el bosque. Sin fuerzas para
seguir corriendo se dejó caer sobre la hierba mojada y comenzó a llorar hasta
desahogarse. Mientras no dejaba de llorar no pudo remediar recordar los buenos
momentos que ella y Sehun habían compartido. Recordó la primera vez que trajo a
Sehun a su casa y lo nervioso que estaba cuando conoció a su hermana Tiffany;
también recordó su primer cumpleaños aquí, solo le conocía a él pero aun así
fue uno de los mejores cumpleaños de su vida; recordó cuando se quedó a dormir
en su casa, la primera vez que la defendió; había pasado tan buenos momento con
él, y ahora todo aquello se había echado a perder solo… Ni sabía el motivo, y
eso era lo que más la molestaba de todo aquel asunto.
- ¿Samantha? - la nombrada levantó la cabeza sobresaltada
al oír una voz que la llamaba, pero se relajó cuando vió que era Lu Han. Lu Han
era una de las nuevas compañías de Sehun junto a Chen, y el único que de verdad
la caía bien. Era un joven muy amable y amistoso, y siempre trataba bien a la
gente. No entendía por qué alguien con tan buen corazón estaba con alguien como
Kris y su fama.
Rápidamente se
secó las lágrimas con la manga de su jersey de lana color crema y se sorbió la
nariz para intentar recobrar la compostura. ¿Cuánto tiempo había estado allí?
¿La había visto en la cafetería y la había seguido? Fuera lo que fuera paró de
pensar en ello cuando Lu Han se sentó a su lado rodeándola por los hombros para
juntarla a él en un gesto amable.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó Samantha - ¿No deberías
estar con Kris y su pandilla? -.
Escuchó la risa de
Lu Han antes de que la contestase.
- Mi mundo no gira en torno a Kris y a los demás, ¿sabes?
- contestó sonriente - He escuchado toda la discusión que tú y Sehun habéis
tenido y quería comprobar cómo estabas -.
- Fatal, no me puedo creer que me haya dicho todo
aquello… ¿Y todo por qué? Ni si quiera sé qué le he podido hacer para
molestarle tanto - dijo Samantha sintiendo que las lágrimas volvían a ella.
- Samantha, conoces tan bien como yo a Sehun y sabes que
no te diría todo aquello sabiendo todo por lo que has pasado - contestó Lu Hanintentando
tranquilizarla - Tienes que comprender que está pasando por unos momentos muy
difíciles y nuevos para él y que no sabe lo que hace; créeme, yo pasé por
aquello -.
- Pero se supone que soy su mejor amiga, podía habérmelo
contado y haberme dejado ayudarle en vez de ignorarme todo este tiempo y luego
decirme esas cosas tan horribles - protestó Samantha.
Lu Han la abrazó, acariciándola la cabellera con ternura.
Aunque normalmente rechazaría ese tipo de gestos, aquella vez se dejó hacer.
Necesitaba a alguien a su lado, además de a su hermana y a Bea y sus notas, que
la hiciera sentir que no estaba sola y Lu Han lo estaba consiguiendo en ese
momento.
- Sabes que, si pudieras saberlo, Sehun te lo hubiera
dicho - dijo Lu Han tras una pausa - Confía en mí y confía en él… pronto todo
volverá a la normalidad y cuando llegue
el momento él te lo dirá y volverá contigo -.
Dicho esto Lu Han
se separó de Samantha y se levantó, tendiéndola una mano para ayudarla a
levantarse. Tras sacudirse la hierba mojada de la parte trasera del pantalón se
sonrieron y Lu Han la limpió las lágrimas con una sonrisa en el rostro.
- Ahora no te preocupes por los ataques de celo de Sehun
y sonríe, te prometo que pronto todo volverá a la normalidad - dijo Lu Han
cogiéndola de la mano - Vamos, tu hermana debe de estar de los nervios al no
encontrarte -.
Samantha asintió y dejó que Lu Han la acompañase hasta
las afueras del bosque. Desde allí fue capaz de seguir sola hacia la cafetería
tras agradecerle todo lo que había hecho para consolarla y prometerle que nunca
más lloraría por las estupideces de Sehun. Aunque no podía dejar de pensar en
lo que le estaba ocurriendo. ¿Por qué no había contado con ella? Después de
todo era su mejor amiga y para eso estaba ella. Para soportar todo lo malo que
le ocurriese y ayudarle como lo hizo él cuando ella llegó y no tenía a nadie a
parte de a su hermana.
Al llegar a la
cafetería Tiffany, además de darla un buen sermón, no dejó de abrazarla y
asegurarla de que no pasaba nada y de que todo iba a salir bien. Llegaron a
casa unos minutos más tarde, cuando acabaron de recoger la cafetería, y
cenaron. Más tarde, tras ducharse y hacer los deberes, estuvo unos minutos
viendo las noticias. De nuevo habían sucedido unos ataques de lobo, esta vez en
un jardín ajeno. Una niña de 6 años estaba en el hospital y se había quedado
sin perro. Tras ver que solo hablaban de los ataques de lobo y de cómo habían
incrementado aquel año decidió que era suficiente por aquel día y se fue
directa a la cama, no sin antes asegurarse de que tenía todo en orden para
estar lista la mañana siguiente y no llegar tarde al instituto. Justo antes de
meterse en la cama oyó claramente un aullido. Curiosa se asomó por la ventana
de su habitación y a lo lejos, evitando las ramas del árbol cercano a su
ventana, pudo ver algo moverse entre los arbustos. Al parecer no era la única
que hoy estaba llorando, al menos había un lobo solitario que también quería
desahogarse aquella noche. Y con ese pensamiento se fue a la cama y se quedó
profundamente dormida, ajena al par de ojos atentos que vigilaban su ventana
desde la oscuridad del bosque. Mañana iba a ser un día muy largo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario