miércoles, 11 de septiembre de 2013

Wolf's Tears (Capítulo 3)

Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.

 Han pasado 8 días desde el ataque de lobo que sufrió en la biblioteca. 8 días en los que su hermana la ha obligado a pasar en cama por miedo a que la herida fuera algo más que un simple zarpazo. 8 días que no ve a Bea y en los que no dejaba de añorarla a ella y a sus notas. 8 días en los que añoró incluso a Sehun, por mucho que la hubiera echo… 8 días en los que no podía dejar de soñar en cómo Lay se tiraba desde la terraza. ¿De verdad había pasado? ¿Había sido testigo del suicidio de su compañero de clase?Al momento en el que se despertó su hermana la dejó bien claro que iba a pasar bastante tiempo antes de que pisara aquel instituto de nuevo. Ha mandado una queja y firmas de todos los padres que vivían por los alrededores para hacer que el recinto se diera cuenta de la gravedad del asunto. Un lobo se había colado como si nada y encima había atacado a una estudiante. Si, una. Samantha no abrió la boca sobre Lay. Es decir, ¿quién la iba a creer? Ni ella misma podía creérselo aún. ¿Quién diablos es capaz de hacer frente a semejante animal salvaje, tener los ojos rojos y saltar de una terraza como si nada? Todo aquello comenzaba a darla mala espina.
 Suspiró aburrida. Aquel día no iba a ser muy diferente al resto. Seguramente se lo pasaría en la cama, tumbada, viendo la tele o leyendo algún libro. Incluso dibujando a algún pájaro que se posara en el marco de su ventana. Tiffany la había llevado el desayuno a la cama esta mañana, como los anteriores días, y se había ido a trabajar en la cafetería. Durante toda la mañana estuvo durmiendo hasta aburrirse. La herida de su brazo aún la dolía un poco, pero ya se estaba curando y por suerte no iba a dejarla marca. Por el medio día tuvo que levantarse hasta la cocina y hacerse algo para comer. La cocina no era uno de sus puntos fuertes, pero podía defenderse. La tarde fue lo que se la hizo más larga. No sabía que más hacer. Ya había dibujado a 6 pájaros, visto la tele hasta hartarse, ha leído los libros al menos 3 veces durante estos días y no había señales del exterior. Miró la hora, las 20:15. Genial, lo mejor de todo era que Tiffany no volvería hasta las 00:30 al menos aquel día. Volvió su mirada hacia la tele. Estaban echando una serie de dibujos animados bastante rara peor entretenida que en su vida había visto, ‘’Adventure Time’’. En sí era divertida y la verdad, la encantaría tener una mascota como Insoo, pero tarde o temprano iba a acabarse aquel episodio y tenía que buscarse otra manera de pasar el tiempo.  Justo cuando estaba a punto de irse a su habitación alguien llamó a la puerta. ¿Quién podría ser a estas horas de la noche? Se acercó hasta la puerta y abrió con cuidado, ¿y si era algún ladrón haciéndose pasar por alguien conocido? Al abrir la puerta se quedó en silencio unos momentos. Se esperaba a cualquier otra persona menos a él.

- ¿Sehun? - preguntó extrañada, como si el hecho de que este esté parado frente a ella fuera un sueño -  ¿Qué haces aquí? Son casi las 23:00, deberías estar en casa… -.
- Ya lo sé, pero hay bastantes cosas que necesito arreglar contigo y después de que casi te matan… no quería que te pasase algo sin atar los cabos entre tú y yo -contestó este rascándose la nuca un tanto incómodo.
 Samantha lo miró extrañada, aun así no le hizo el feo y le indicó que pasase al salón. Por muy molesta que siguiera con él no iba a dejar que se congelara en la calle, después de todo le echa de menos aunque no deje de negárselo a sí misma. Los dos pasaron sal salón y se sentaron en el sillón, permaneciendo en silencio unos minutos bastante largos para ella.
- ¿Tienes frío o hambre? - preugntó Samantha intentando romper el hielo, Sehun negó con la cabeza mientras seguía observando la moqueta del suelo. ¿Qué había de interesante en ella?
 Tras unos minutos más de completo silencio Sehun suspiró hondo y comenzó a frotarse las manos nerviosamente.
- ¿Por dónde debería empezar? - pensó en alto captando la atención de Samantha.
- No lo sé… supongo que por la pelea en la cafetería… - contestó la chica mientras escondía la mitad de su rostro con el cuello del jersey de su madre. Siempre lo vestía cuando se sentía mal, y al parecer hoy iba a necesitarlo más que nunca - ¿Por qué dijiste esas cosas? -.
- Estaba molesto y tú no dejabas de llevarme la contraria… además, llevo una temporada que no sé controlarme - se excusó Sehun llevándose una mano a su tan colorido pelo, si se fijaba bien se aprecía a un helado tutti fruti - Sé que no debí decirte todo aquello… pero ahora hablo en serio cuando te digo que no te acerques a ese Lay -.
  En cuanto escuchó su nombre la escena de la terraza del instituto vino a ella. Para intentar olvidarlo sacudió la cabeza ligeramente y la recostó sobre el hombro de Sehun, sintiendo como este se tensaba en el sitio.
- ¿Por qué me ignoraste todo este tiempo? - preguntó haciendo un ligero puchero, de nuevo Sehun suspiró.
- Si te digo la verdad, no tengo ni idea… - contestó sin dejar de jugar con sus dedos - Me estaba ocurriendo algo en lo que no quería involucrarte, y pensé que si te ignoraba al final tú me odiarías y así no me sentiría culpable de si te pasase algo -.
- Pero soy tu mejor amiga Sehun, se supone que nos lo contábamos todo y nos apoyábamos el uno en el otro… - replicó Samantha - ¿Qué era eso que te estaba pasando? -.
- Sigue pasando, pero de manera más sutil… y no es algo que pueda contarte así como así, primero quiero hacer las paces contigo y recuperar tu confianza poco a poco - contestó Sehun mientras cogía la mano de Samantha y entrelazaba sus dedos.
 Hacía mucho que no disfrutaban de la mutua compañía de aquella manera. Los dos solos, en silencio, paz y tranquilidad, disfrutando de la presencia del otro mientras jugaban con los dedos de la mano del otro. Aquel gesto solía hacerlo Sehun el que más, le tranquilizaba de alguna forma saber que a Samantha no la incomodaba que su amigo la cogiera de la mano y la acariciase de aquella forma.
- Sehun - llamó Samantha, recibiendo un simple ‘’hmm’’ de parte del nombrado como respuesta - Si te perdono… ¿me contarás toda la verdad? -.
- Claro… pero solo cuando me perdones y vuelvas a confiar en mi - contestó sonriente.
 De repente Samantha le abrazó con fuerza, hundiendo su rostro en el cuello del otro. Por un momento Sehun se quedó paralizado, sin saber cómo responder a aquel gesto, pero tras ver que Samantha no pensaba despegarse de él no pudo hacer otra cosa que devolverla le abrazo.
- Una última cosa - dijo Samantha  mientras se separaba de su amigo recientemente recuperado…al menos una parte de él - Si me vuelves a echar a un lado, olvidándote de mí, te juro que no te perdonaré nunca más-.
- Ya cometí ese error una vez Sammy y nos sabes cuánto me arrepiento. Te aseguro que no volveré a cometerlo - esta vez  al oír ese nombre salir de los labios de Sehun un sentimiento cálido la invadió en el pecho, lo había echado muchísimo de menos.
- Más te vale - musitó Samantha haciendo un pequeño puchero, Sehun sonrió y tras acariciarla las mejillas con los pulgares la dio un beso en la frente, como antes.
Sehun permaneció junto a ella durante unos minutos más hasta que recibió un llamada de, seguramente, ‘’Kris and company’’ por la cara que puso. Intentó convencerle de quedarse un rato más, pero parecía tener bastante prisa. Tras rendirse y lanzar un suspiro le acompañó hasta la puerta.
- ¿De verdad que tienes que irte? - preguntó apenada.
- Es lo malo de ser parte de un grupo… hay que seguir ciertas normas para permanecer en él - contestó Sehun revolviéndola el pelo sutilmente.
- Aun no comprendo que hacéis tú y Lu Han con Kris, sois tan amables y él tan…él - suspiró jugando con el borde de la camisa de su pijama.
- La apariencias engañan, nunca hay que juzgar a un libro por su portada - comentó Sehun metiéndose las manos en los bolsillos de sus vaqueros - ¿No te suena? -.
- Ahora no me vengas con esas… - protestó Samantha dándole un pequeño golpe en el hombro.
 Ahora que se fijaba, Sehun había cambiado mucho. Antes era un chico de su estatura y algo delgaducho. El típico tirillas. Pero, al fijarse mejor, podía ver cuánto había cambiado. Ahora era más alto y tenía una complexión más ejercitada, lo justo para tener una buena imagen.
- Debería ir yendo o llegaré tarde - dijo Sehun.
 Antes de que se fuera, Samantha se acercó a él y le dio un pequeño beso en la mejilla poniéndose de puntillas. Tras sonreírse mutuamente se despidieron con otro abrazo y un guiño por parte de Sehun.  Permaneció fuera uno momento, disfrutando del sentimiento que la producía el frío calando sus huesos poco a poco. Al entrar al interior de la casa y pasar frente a la puerta que da con el jardín trasero oyó un ruido extraño. Frunció el ceño extrañada y apartó las cortinas para mirar qué había sido aquello. Al no poder ver nada por la oscuridad de la noche hizo una mueca, cogió una linterna y salió hacia el exterior. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Y si era un ladrón o algún acosador? Aunque aquellas preguntas la bombardeaban, en aquel momento solo podía seguir su curiosidad e intentar encontrar el que produjo o loque produjo aquel extraño sonido. La luz de la linterna hacía que las sombras hiciesen sombras siniestras, una barbacoa podría parecer un monstruo dependiendo de cómo apuntaba con la linterna. Estuvo unos minutos en silencio esperando a que aquel extraño sonido volviese y tras lo que parecieron horas sonó de nuevo. Era igual al sonido del crujir las hojas y ramas debajo de los pies de alguien. Apuntó con la linterna hacia el lugar procedente y allí se encontraba. Frente a ella a escasos metros de distancia. Un lobo, grande como un demonio, de pelaje oscuro sin llegar a ser negro que le hacía camuflarse entre la oscuridad y los árboles; ojos del color de la miel, brillantes como estrellas. Se quedó petrificada por un momento, hasta que aquel lobo inclinó la cabeza hacia un lado. Durante unos segundos los dos intercambiaron miradas y extrañamente aquellos ojos se le hacían muy familiares. Sin pensárselo dos veces comenzó a avanzar hacia él y cuando el lobo comenzó a alejarse no dudó en seguirle la pista hasta acabar adentrándose en el bosque. No sabía por qué demonios estaba siguiendo a un lobo, en medio de la noche por el bosque; corriendo el peligro de ser atacada por animales salvajes y ser la próxima noticia del apartado de muertes en el noticiario de la mañana. Solo sabía que algo en él se la hacía extrañamente familiar. Era como si hubiera visto ese par de ojos en algún otro sitio, pero el único encontronazo con un lobo que ha tenido fue el ataque en la biblioteca y aquel lobo no tenía los ojos de aquel color tan hermoso.
 En un momento dado perdió de vista a aquel lobo, aun así intentó encontrarle de nuevo. Dio un par de vueltas más por la zona, llegando siempre al mismo sitio. Al darse cuenta de que estaba tiritando violentamente a causa del frío decidió dar media vuelta y regresar a casa, más cuando lo hizo no pudo contener un grito agudo producido por el susto que acababa de tener. Cayó de culo al suelo, sin soltar la linterna que lo iluminaba perfectamente. ¿Estaba soñando? Tenía que estar soñando. No podía ser verdad lo que estaba viendo. Estaba muerto, ella vió como se tiraba desde la terraza. Lay no podía estar frente a ella en ese momento, y menos podía tener aquellos ojos. Eran igual que… igual que el lobo de hace unas horas. Se quedó paralizada, casi sin respiración al ver cómo, poco a poco, el brillo de sus ojos desaparecía adoptando una apariencia normal.
- ¿Acaso te he asustado? - se notaba a la lengua por el tono de su voz que se estaba burlando de ella en algún aspecto - Es como si hubieras visto un fantasma -.
 La tomó unos segundos retomar el aliento y tranquilizarse tras aquel susto, además, tenía que intentar hacer que su corazón dejase de latir tan rápido. Iba a salírsele del pecho en cualquier momento si seguía latiendo de aquella forma.
- Co… ¿Cómo es posible? Estás muerto…te vi tirarte y luego… - aún no era capaz de articular palabra alguna. No entendía nada. Seguro que estaba soñando, era imposible sobrevivir a tal altura.
- ¿Muerto? Me siento más vivo que nunca la verdad… - oyó decir a Lay, también pudo oír el crujir de las hojas y ramitas bajo sus pies, acercándose a ella.
 Elevó la mirada confusa, clavando su mirada en los orbes del chico de pelo color café. Parecía vivo. Con cuidado de no tropezarse con nada de levantó y, tras dudar un momento, dirigió su mano hacia la mejilla de Lay y le acaricio sutilmente. Se sentía como su estuviera vivo.
- Es imposible… - musitó Samantha apartando la mano de la mejilla de Lay, este sonrió de lado encarnado una ceja.
- Pero yo estoy aquí - dijo Lay, como si estuviera orgulloso de ello.
- ¡Nadie sobrevive a tal caída! - exclamó Samantha mientras observaba como el rostro de Lay se iba tornando cada vez más serio - V-vi cómo te tirabas, ningún ser humano sobreviviría a tal caída… -.
 Entonces vió la mueca en el rostro de Lay y dio con el misterio. Por ese motivo tenía aquella fuerza y agilidad cuando luchó contra el lobo, por el mismo por el que todas las chicas de clase se sentían tan atraídas hacia el en el momento de clavar su mirada en él y el cambio del color de sus ojos… y por lo que todo el mundo la decía alejarse  de él. Clavó su mirada en él y se acercó dispuesta a descubrir toda la verdad de una vez.
- Lay… - le llamó - ¿Eres humano? -.
- Sabes perfectamente que no - contestó en un tono serio, capaz de hacer que Samantha tuviera un escalofrío en la espalda.
- Y… ¿me harías daño? - preguntó Samantha.
Lay clavó sus ojos en ella y, a paso decidido, borró la poca distancia que había entre sus dos cuerpos para juntarse a ella todo lo apropiado en ese momento. Por acto reflejo Samantha apoyó sus manos sobre el pecho de Lay indicándole en qué momento cejar de acercarse.
- Antes me dejo matar a hacer daño a alguien, muchos menos a ti - contestó sin apartar la mirada de Samantha.
 Esta respiró hondo, captando el ligero olor a roble y hierba mojada que desprendía Lay. Su cuerpo desprendía un calor gratificante capaz de hacerla olvidar el frío y los temblores que este la estaban produciendo. Era extraño, pensó, cuando esto ocurre en las películas la chica suele huir de quien ha reconocido no ser humano… pero Lay la hacía sentir segura cada vez que la miraba a los ojos, haciéndola imposible huir. Si la iba a morder, atacar o matar aquel momento era perfecto. Nunca en su vida se había sentido tan vulnerable en su vida, ni si quiera cuando la muerte de sus padres. Despertó de sus pensamientos cuando no sintió el suelo bajo sus pies. Lay la había cogido en brazos y había comenzado a andar hacia a saber dónde.
- ¿Q-qué estás haciendo? - preguntó asustada - ¡Bájame! -.
- Voy a llevarte a tu casa, estas completamente helada y la ropa que llevas no ayuda nada a conservar el calor - respondió Lay mientras caminaba a ciegas por aquel oscuro lugar.
 Samantha permaneció en silencio durante todo el viaje de vuelta a su casa, intentando asimilar todo lo que la había ocurrido en un instante. Era difícil de creer que Lay no fuera humano, es igual a ella. Pero si no es humano, ¿qué es? ¿Y por qué se lo ha dicho? Quizá sí sea peligroso y la quiera mantener alejada. Decidió no pensar más en aquel tema hasta el día siguiente. Ya había tenido demasiadas emociones en un solo día y sentía que si intentaba descubrir solo conseguiría volverse loca por lo que decidió disfrutar de la comodidad del pecho de Lay mientras la mantenía en brazos. ¿Era extraño pensar en eso cuando acaban de decirte que no es humano? No la importaba, se estaba realmente bien entre sus brazos, con su cabeza apoyada en el hueco del cuello de Lay y rodeándole este con los brazos. Por un momento pudo comprender por qué sus compañeras de clase morían por estar sentadas junto a él. Era tan agradable… respiró hondo, captando el olor a roble y frescura que desprendía, y se acomodó mejor.
- ¿Soy lo bastante cómodo para ti? - preguntó Lay divertido, Samantha solo asintió mientras sentía como el sueño iba apoderándose de ella - Eso me tranquiliza -.
 Samantha rió levemente aquella gracia y cerró un momento los ojos. Para cuando los quiso abrir ya estaban en su jardín. Lay no parecía cansado en absoluto por haber cargado con ella desde el bosque hasta su casa. La puerta de la terraza estaba abierta, algo que podría haberla costado bastante si algún ladrón hubiera decidido atacar aquella noche. En el sillón del salón pudo divisar a Tiffany completamente K.O. Seguramente habría llegado destrozada del trabajo y nada más sentarse en el sillón se habría quedado dormida, por lo que no se habría dado cuenta de su paseíllo al bosque. Indicó a Lay en donde se encontraba su cuarto y pronto sintió bajo su espalda la mullida cama. Hizo un esfuerzo para mantenerse despierta unos momentos más, mientras veía como Lay la tapaba con las mantas de la cama y la arropaba.
- ¿Irás mañana a clase? - preguntó Lay sentándose en el borde de la cama y mirándola fijamente.
- No, Tiffany ha dicho que esta semana tampoco iré… voy a perder mucha materia y no sé cómo quiere que apruebe - contestó Samantha medio dormida, haciéndose una bola en la cama - ¿Puedes ayudarme a recuperar las clase? -.
- Y cómo quieres que lo haga si se puede saber - dijo Lay un tanto enternecido por lo inocente que se veía Samantha en aquella situación.
- Mañana podrías traerme los deberes que mandarán por las vacaciones y ayudarme a hacerlos… matemáticas se me da muy mal al contrario que a ti - musitó en voz baja.
- Ya veremos y ahora duérmete, estas no son horas de estar despierta alguien como tú - dijo Lay apartándola unos mechones de pelo tras la oreja.
- No hasta que me digas qué eres - objetó Samantha quedándose poco a poco totalmente dormida.
Lay sonrió al ver la testarudez de Samantha sobre aquel tema. Aunque siempre le habían recordado no decir a nadie sobre su existencia y que fingiese ser alguien normal y corriente, Samantha podría ser una excepción…  Samantha vió cómo Lay se inclinaba hacia ella y poco a poco la distancia que había entre los dos disminuía. No parecía tener  intenciones de parar y cada vez más, sus rostros estaban a punto de tocarse. Pronto las puntas de sus narices se rozaron, sus frentes se juntaron y Samantha podía sentir el aliento de Lay sobre sus labios. Avergonzada bajó la vista, sin apartar el rostro.
- Eso es algo que tú debes descubrir - susurró sobre sus labios.

 Por cada movimiento sus labios rozaban los de la chica sutilmente, haciéndola perder la cabeza. Ahora sí que comprendía a sus compañeras de clase y su extraña atracción por él. Era tan irresistible… ¿¡Pero qué estaba pensado!? Antes de poder decir nada notó cómo Lay depositaba un cálido beso sobre su frente y observó, ya sin casi sorprenderse, cómo saltaba por la ventana de su cuarto tras lanzar una última mirada hacia ella. Casi vencida por el sueño se llevó las manos hacia sus labios y sonrió avergonzada. Por un instante pensó en que Lay iba a ser su primer beso, y lo peor de todo, la idea no la disgustó en absoluto. Alguien que no era humano casi la da su primer beso y, aunque sonara muy tópico, algo en su interior reclamaba a gritos que aquello sucediera. Pronto el sueño la venció y por fín calló en los brazos de Morfeo. Aquella noche soñó con el lobo del bosque y con los ojos de Lay. ¡Eh! ¿Y si aquello estaba relacionado?

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