Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.
Han pasado 8 días
desde el ataque de lobo que sufrió en la biblioteca. 8 días en los que su
hermana la ha obligado a pasar en cama por miedo a que la herida fuera algo más
que un simple zarpazo. 8 días que no ve a Bea y en los que no dejaba de
añorarla a ella y a sus notas. 8 días en los que añoró incluso a Sehun, por
mucho que la hubiera echo… 8 días en los que no podía dejar de soñar en cómo Lay
se tiraba desde la terraza. ¿De verdad había pasado? ¿Había sido testigo del
suicidio de su compañero de clase?Al momento en el que se despertó su hermana
la dejó bien claro que iba a pasar bastante tiempo antes de que pisara aquel
instituto de nuevo. Ha mandado una queja y firmas de todos los padres que
vivían por los alrededores para hacer que el recinto se diera cuenta de la
gravedad del asunto. Un lobo se había colado como si nada y encima había
atacado a una estudiante. Si, una. Samantha no abrió la boca sobre Lay. Es
decir, ¿quién la iba a creer? Ni ella misma podía creérselo aún. ¿Quién diablos
es capaz de hacer frente a semejante animal salvaje, tener los ojos rojos y
saltar de una terraza como si nada? Todo aquello comenzaba a darla mala espina.
Suspiró aburrida.
Aquel día no iba a ser muy diferente al resto. Seguramente se lo pasaría en la
cama, tumbada, viendo la tele o leyendo algún libro. Incluso dibujando a algún
pájaro que se posara en el marco de su ventana. Tiffany la había llevado el
desayuno a la cama esta mañana, como los anteriores días, y se había ido a
trabajar en la cafetería. Durante toda la mañana estuvo durmiendo hasta
aburrirse. La herida de su brazo aún la dolía un poco, pero ya se estaba
curando y por suerte no iba a dejarla marca. Por el medio día tuvo que
levantarse hasta la cocina y hacerse algo para comer. La cocina no era uno de sus
puntos fuertes, pero podía defenderse. La tarde fue lo que se la hizo más
larga. No sabía que más hacer. Ya había dibujado a 6 pájaros, visto la tele
hasta hartarse, ha leído los libros al menos 3 veces durante estos días y no
había señales del exterior. Miró la hora, las 20:15. Genial, lo mejor de todo
era que Tiffany no volvería hasta las 00:30 al menos aquel día. Volvió su
mirada hacia la tele. Estaban echando una serie de dibujos animados bastante
rara peor entretenida que en su vida había visto, ‘’Adventure Time’’. En sí era
divertida y la verdad, la encantaría tener una mascota como Insoo, pero tarde o
temprano iba a acabarse aquel episodio y tenía que buscarse otra manera de
pasar el tiempo. Justo cuando estaba a
punto de irse a su habitación alguien llamó a la puerta. ¿Quién podría ser a
estas horas de la noche? Se acercó hasta la puerta y abrió con cuidado, ¿y si
era algún ladrón haciéndose pasar por alguien conocido? Al abrir la puerta se
quedó en silencio unos momentos. Se esperaba a cualquier otra persona menos a
él.
- ¿Sehun? - preguntó extrañada, como si el hecho de que
este esté parado frente a ella fuera un sueño -
¿Qué haces aquí? Son casi las 23:00, deberías estar en casa… -.
- Ya lo sé, pero hay bastantes cosas que necesito
arreglar contigo y después de que casi te matan… no quería que te pasase algo
sin atar los cabos entre tú y yo -contestó este rascándose la nuca un tanto
incómodo.
Samantha lo miró
extrañada, aun así no le hizo el feo y le indicó que pasase al salón. Por muy
molesta que siguiera con él no iba a dejar que se congelara en la calle,
después de todo le echa de menos aunque no deje de negárselo a sí misma. Los
dos pasaron sal salón y se sentaron en el sillón, permaneciendo en silencio
unos minutos bastante largos para ella.
- ¿Tienes frío o hambre? - preugntó Samantha intentando
romper el hielo, Sehun negó con la cabeza mientras seguía observando la moqueta
del suelo. ¿Qué había de interesante en ella?
Tras unos minutos
más de completo silencio Sehun suspiró hondo y comenzó a frotarse las manos
nerviosamente.
- ¿Por dónde debería empezar? - pensó en alto captando la
atención de Samantha.
- No lo sé… supongo que por la pelea en la cafetería… -
contestó la chica mientras escondía la mitad de su rostro con el cuello del jersey
de su madre. Siempre lo vestía cuando se sentía mal, y al parecer hoy iba a
necesitarlo más que nunca - ¿Por qué dijiste esas cosas? -.
- Estaba molesto y tú no dejabas de llevarme la
contraria… además, llevo una temporada que no sé controlarme - se excusó Sehun
llevándose una mano a su tan colorido pelo, si se fijaba bien se aprecía a un
helado tutti fruti - Sé que no debí decirte todo aquello… pero ahora hablo en
serio cuando te digo que no te acerques a ese Lay -.
En cuanto escuchó
su nombre la escena de la terraza del instituto vino a ella. Para intentar
olvidarlo sacudió la cabeza ligeramente y la recostó sobre el hombro de Sehun,
sintiendo como este se tensaba en el sitio.
- ¿Por qué me ignoraste todo este tiempo? - preguntó
haciendo un ligero puchero, de nuevo Sehun suspiró.
- Si te digo la verdad, no tengo ni idea… - contestó sin
dejar de jugar con sus dedos - Me estaba ocurriendo algo en lo que no quería
involucrarte, y pensé que si te ignoraba al final tú me odiarías y así no me
sentiría culpable de si te pasase algo -.
- Pero soy tu mejor amiga Sehun, se supone que nos lo
contábamos todo y nos apoyábamos el uno en el otro… - replicó Samantha - ¿Qué
era eso que te estaba pasando? -.
- Sigue pasando, pero de manera más sutil… y no es algo
que pueda contarte así como así, primero quiero hacer las paces contigo y
recuperar tu confianza poco a poco - contestó Sehun mientras cogía la mano de
Samantha y entrelazaba sus dedos.
Hacía mucho que no
disfrutaban de la mutua compañía de aquella manera. Los dos solos, en silencio,
paz y tranquilidad, disfrutando de la presencia del otro mientras jugaban con
los dedos de la mano del otro. Aquel gesto solía hacerlo Sehun el que más, le
tranquilizaba de alguna forma saber que a Samantha no la incomodaba que su
amigo la cogiera de la mano y la acariciase de aquella forma.
- Sehun - llamó Samantha, recibiendo un simple ‘’hmm’’ de
parte del nombrado como respuesta - Si te perdono… ¿me contarás toda la verdad?
-.
- Claro… pero solo cuando me perdones y vuelvas a confiar
en mi - contestó sonriente.
De repente
Samantha le abrazó con fuerza, hundiendo su rostro en el cuello del otro. Por
un momento Sehun se quedó paralizado, sin saber cómo responder a aquel gesto,
pero tras ver que Samantha no pensaba despegarse de él no pudo hacer otra cosa
que devolverla le abrazo.
- Una última cosa - dijo Samantha mientras se separaba de su amigo
recientemente recuperado…al menos una parte de él - Si me vuelves a echar a un
lado, olvidándote de mí, te juro que no te perdonaré nunca más-.
- Ya cometí ese error una vez Sammy y nos sabes cuánto me
arrepiento. Te aseguro que no volveré a cometerlo - esta vez al oír ese nombre salir de los labios de Sehun
un sentimiento cálido la invadió en el pecho, lo había echado muchísimo de
menos.
- Más te vale - musitó Samantha haciendo un pequeño
puchero, Sehun sonrió y tras acariciarla las mejillas con los pulgares la dio
un beso en la frente, como antes.
Sehun permaneció junto a ella durante unos minutos más
hasta que recibió un llamada de, seguramente, ‘’Kris and company’’ por la cara
que puso. Intentó convencerle de quedarse un rato más, pero parecía tener
bastante prisa. Tras rendirse y lanzar un suspiro le acompañó hasta la puerta.
- ¿De verdad que tienes que irte? - preguntó apenada.
- Es lo malo de ser parte de un grupo… hay que seguir
ciertas normas para permanecer en él - contestó Sehun revolviéndola el pelo
sutilmente.
- Aun no comprendo que hacéis tú y Lu Han con Kris, sois
tan amables y él tan…él - suspiró jugando con el borde de la camisa de su
pijama.
- La apariencias engañan, nunca hay que juzgar a un libro
por su portada - comentó Sehun metiéndose las manos en los bolsillos de sus
vaqueros - ¿No te suena? -.
- Ahora no me vengas con esas… - protestó Samantha
dándole un pequeño golpe en el hombro.
Ahora que se
fijaba, Sehun había cambiado mucho. Antes era un chico de su estatura y algo
delgaducho. El típico tirillas. Pero, al fijarse mejor, podía ver cuánto había
cambiado. Ahora era más alto y tenía una complexión más ejercitada, lo justo
para tener una buena imagen.
- Debería ir yendo o llegaré tarde - dijo Sehun.
Antes de que se
fuera, Samantha se acercó a él y le dio un pequeño beso en la mejilla poniéndose
de puntillas. Tras sonreírse mutuamente se despidieron con otro abrazo y un
guiño por parte de Sehun. Permaneció
fuera uno momento, disfrutando del sentimiento que la producía el frío calando
sus huesos poco a poco. Al entrar al interior de la casa y pasar frente a la
puerta que da con el jardín trasero oyó un ruido extraño. Frunció el ceño
extrañada y apartó las cortinas para mirar qué había sido aquello. Al no poder
ver nada por la oscuridad de la noche hizo una mueca, cogió una linterna y
salió hacia el exterior. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Y si era un ladrón o
algún acosador? Aunque aquellas preguntas la bombardeaban, en aquel momento
solo podía seguir su curiosidad e intentar encontrar el que produjo o loque
produjo aquel extraño sonido. La luz de la linterna hacía que las sombras
hiciesen sombras siniestras, una barbacoa podría parecer un monstruo
dependiendo de cómo apuntaba con la linterna. Estuvo unos minutos en silencio
esperando a que aquel extraño sonido volviese y tras lo que parecieron horas
sonó de nuevo. Era igual al sonido del crujir las hojas y ramas debajo de los
pies de alguien. Apuntó con la linterna hacia el lugar procedente y allí se encontraba.
Frente a ella a escasos metros de distancia. Un lobo, grande como un demonio,
de pelaje oscuro sin llegar a ser negro que le hacía camuflarse entre la
oscuridad y los árboles; ojos del color de la miel, brillantes como estrellas.
Se quedó petrificada por un momento, hasta que aquel lobo inclinó la cabeza
hacia un lado. Durante unos segundos los dos intercambiaron miradas y
extrañamente aquellos ojos se le hacían muy familiares. Sin pensárselo dos
veces comenzó a avanzar hacia él y cuando el lobo comenzó a alejarse no dudó en
seguirle la pista hasta acabar adentrándose en el bosque. No sabía por qué
demonios estaba siguiendo a un lobo, en medio de la noche por el bosque;
corriendo el peligro de ser atacada por animales salvajes y ser la próxima noticia
del apartado de muertes en el noticiario de la mañana. Solo sabía que algo en
él se la hacía extrañamente familiar. Era como si hubiera visto ese par de ojos
en algún otro sitio, pero el único encontronazo con un lobo que ha tenido fue
el ataque en la biblioteca y aquel lobo no tenía los ojos de aquel color tan
hermoso.
En un momento dado
perdió de vista a aquel lobo, aun así intentó encontrarle de nuevo. Dio un par
de vueltas más por la zona, llegando siempre al mismo sitio. Al darse cuenta de
que estaba tiritando violentamente a causa del frío decidió dar media vuelta y
regresar a casa, más cuando lo hizo no pudo contener un grito agudo producido
por el susto que acababa de tener. Cayó de culo al suelo, sin soltar la
linterna que lo iluminaba perfectamente. ¿Estaba soñando? Tenía que estar
soñando. No podía ser verdad lo que estaba viendo. Estaba muerto, ella vió como
se tiraba desde la terraza. Lay no podía estar frente a ella en ese momento, y
menos podía tener aquellos ojos. Eran igual que… igual que el lobo de hace unas
horas. Se quedó paralizada, casi sin respiración al ver cómo, poco a poco, el
brillo de sus ojos desaparecía adoptando una apariencia normal.
- ¿Acaso te he asustado? - se notaba a la lengua por el
tono de su voz que se estaba burlando de ella en algún aspecto - Es como si
hubieras visto un fantasma -.
La tomó unos
segundos retomar el aliento y tranquilizarse tras aquel susto, además, tenía
que intentar hacer que su corazón dejase de latir tan rápido. Iba a salírsele
del pecho en cualquier momento si seguía latiendo de aquella forma.
- Co… ¿Cómo es posible? Estás muerto…te vi tirarte y
luego… - aún no era capaz de articular palabra alguna. No entendía nada. Seguro
que estaba soñando, era imposible sobrevivir a tal altura.
- ¿Muerto? Me siento más vivo que nunca la verdad… - oyó
decir a Lay, también pudo oír el crujir de las hojas y ramitas bajo sus pies,
acercándose a ella.
Elevó la mirada
confusa, clavando su mirada en los orbes del chico de pelo color café. Parecía
vivo. Con cuidado de no tropezarse con nada de levantó y, tras dudar un
momento, dirigió su mano hacia la mejilla de Lay y le acaricio sutilmente. Se
sentía como su estuviera vivo.
- Es imposible… - musitó Samantha apartando la mano de la
mejilla de Lay, este sonrió de lado encarnado una ceja.
- Pero yo estoy aquí - dijo Lay, como si estuviera
orgulloso de ello.
- ¡Nadie sobrevive a tal caída! - exclamó Samantha
mientras observaba como el rostro de Lay se iba tornando cada vez más serio -
V-vi cómo te tirabas, ningún ser humano sobreviviría a tal caída… -.
Entonces vió la
mueca en el rostro de Lay y dio con el misterio. Por ese motivo tenía aquella
fuerza y agilidad cuando luchó contra el lobo, por el mismo por el que todas
las chicas de clase se sentían tan atraídas hacia el en el momento de clavar su
mirada en él y el cambio del color de sus ojos… y por lo que todo el mundo la
decía alejarse de él. Clavó su mirada en
él y se acercó dispuesta a descubrir toda la verdad de una vez.
- Lay… - le llamó - ¿Eres humano? -.
- Sabes perfectamente que no - contestó en un tono serio,
capaz de hacer que Samantha tuviera un escalofrío en la espalda.
- Y… ¿me harías daño? - preguntó Samantha.
Lay clavó sus ojos en ella y, a paso decidido, borró la
poca distancia que había entre sus dos cuerpos para juntarse a ella todo lo
apropiado en ese momento. Por acto reflejo Samantha apoyó sus manos sobre el
pecho de Lay indicándole en qué momento cejar de acercarse.
- Antes me dejo matar a hacer daño a alguien, muchos
menos a ti - contestó sin apartar la mirada de Samantha.
Esta respiró
hondo, captando el ligero olor a roble y hierba mojada que desprendía Lay. Su
cuerpo desprendía un calor gratificante capaz de hacerla olvidar el frío y los
temblores que este la estaban produciendo. Era extraño, pensó, cuando esto
ocurre en las películas la chica suele huir de quien ha reconocido no ser
humano… pero Lay la hacía sentir segura cada vez que la miraba a los ojos,
haciéndola imposible huir. Si la iba a morder, atacar o matar aquel momento era
perfecto. Nunca en su vida se había sentido tan vulnerable en su vida, ni si
quiera cuando la muerte de sus padres. Despertó de sus pensamientos cuando no
sintió el suelo bajo sus pies. Lay la había cogido en brazos y había comenzado
a andar hacia a saber dónde.
- ¿Q-qué estás haciendo? - preguntó asustada - ¡Bájame!
-.
- Voy a llevarte a tu casa, estas completamente helada y
la ropa que llevas no ayuda nada a conservar el calor - respondió Lay mientras
caminaba a ciegas por aquel oscuro lugar.
Samantha
permaneció en silencio durante todo el viaje de vuelta a su casa, intentando
asimilar todo lo que la había ocurrido en un instante. Era difícil de creer que
Lay no fuera humano, es igual a ella. Pero si no es humano, ¿qué es? ¿Y por qué
se lo ha dicho? Quizá sí sea peligroso y la quiera mantener alejada. Decidió no
pensar más en aquel tema hasta el día siguiente. Ya había tenido demasiadas
emociones en un solo día y sentía que si intentaba descubrir solo conseguiría
volverse loca por lo que decidió disfrutar de la comodidad del pecho de Lay
mientras la mantenía en brazos. ¿Era extraño pensar en eso cuando acaban de
decirte que no es humano? No la importaba, se estaba realmente bien entre sus
brazos, con su cabeza apoyada en el hueco del cuello de Lay y rodeándole este
con los brazos. Por un momento pudo comprender por qué sus compañeras de clase
morían por estar sentadas junto a él. Era tan agradable… respiró hondo,
captando el olor a roble y frescura que desprendía, y se acomodó mejor.
- ¿Soy lo bastante cómodo para ti? - preguntó Lay
divertido, Samantha solo asintió mientras sentía como el sueño iba apoderándose
de ella - Eso me tranquiliza -.
Samantha rió
levemente aquella gracia y cerró un momento los ojos. Para cuando los quiso
abrir ya estaban en su jardín. Lay no parecía cansado en absoluto por haber
cargado con ella desde el bosque hasta su casa. La puerta de la terraza estaba
abierta, algo que podría haberla costado bastante si algún ladrón hubiera
decidido atacar aquella noche. En el sillón del salón pudo divisar a Tiffany
completamente K.O. Seguramente habría llegado destrozada del trabajo y nada más
sentarse en el sillón se habría quedado dormida, por lo que no se habría dado
cuenta de su paseíllo al bosque. Indicó a Lay en donde se encontraba su cuarto
y pronto sintió bajo su espalda la mullida cama. Hizo un esfuerzo para
mantenerse despierta unos momentos más, mientras veía como Lay la tapaba con
las mantas de la cama y la arropaba.
- ¿Irás mañana a clase? - preguntó Lay sentándose en el
borde de la cama y mirándola fijamente.
- No, Tiffany ha dicho que esta semana tampoco iré… voy a
perder mucha materia y no sé cómo quiere que apruebe - contestó Samantha medio
dormida, haciéndose una bola en la cama - ¿Puedes ayudarme a recuperar las
clase? -.
- Y cómo quieres que lo haga si se puede saber - dijo Lay
un tanto enternecido por lo inocente que se veía Samantha en aquella situación.
- Mañana podrías traerme los deberes que mandarán por las
vacaciones y ayudarme a hacerlos… matemáticas se me da muy mal al contrario que
a ti - musitó en voz baja.
- Ya veremos y ahora duérmete, estas no son horas de
estar despierta alguien como tú - dijo Lay apartándola unos mechones de pelo
tras la oreja.
- No hasta que me digas qué eres - objetó Samantha
quedándose poco a poco totalmente dormida.
Lay sonrió al ver la testarudez de Samantha sobre aquel
tema. Aunque siempre le habían recordado no decir a nadie sobre su existencia y
que fingiese ser alguien normal y corriente, Samantha podría ser una
excepción… Samantha vió cómo Lay se
inclinaba hacia ella y poco a poco la distancia que había entre los dos
disminuía. No parecía tener intenciones
de parar y cada vez más, sus rostros estaban a punto de tocarse. Pronto las
puntas de sus narices se rozaron, sus frentes se juntaron y Samantha podía
sentir el aliento de Lay sobre sus labios. Avergonzada bajó la vista, sin
apartar el rostro.
- Eso es algo que tú debes descubrir - susurró sobre sus
labios.
Por cada
movimiento sus labios rozaban los de la chica sutilmente, haciéndola perder la
cabeza. Ahora sí que comprendía a sus compañeras de clase y su extraña
atracción por él. Era tan irresistible… ¿¡Pero qué estaba pensado!? Antes de
poder decir nada notó cómo Lay depositaba un cálido beso sobre su frente y
observó, ya sin casi sorprenderse, cómo saltaba por la ventana de su cuarto
tras lanzar una última mirada hacia ella. Casi vencida por el sueño se llevó
las manos hacia sus labios y sonrió avergonzada. Por un instante pensó en que Lay
iba a ser su primer beso, y lo peor de todo, la idea no la disgustó en
absoluto. Alguien que no era humano casi la da su primer beso y, aunque sonara
muy tópico, algo en su interior reclamaba a gritos que aquello sucediera. Pronto
el sueño la venció y por fín calló en los brazos de Morfeo. Aquella noche soñó
con el lobo del bosque y con los ojos de Lay. ¡Eh! ¿Y si aquello estaba
relacionado?
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