Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.
No se lo podía
creer. Por fín las vacaciones de Navidad. A decir verdad hubiera preferido
asistir al último día, siempre se hacía algún que otro juego en clase, los
profesores te dejaban hacer lo que fuera en las horas de enseñanza y a última
hora reunían a todo el instituto para recordar los logros del año. Al final,
Tiffany no se dio cuenta de su escapada al bosque ni nada relacionado con todo
lo ocurrido a noche y procuraría que no se enterase. No quería estar castigada
todas las vacaciones por haber sido tan idiota como para seguir a un lobo hasta
el bosque. ¿Quién en su sano juicio lo hace?
Quitando el tema
de estar evitando cualquier pregunta de su hermana referente a la noche
anterior, había decidido comenzar su mudanza. Desde hacía un tiempo su cuarto
comenzaba a hacérsela más y más pequeño a medida que crecía y como hoy
comenzaban las vacaciones la pareció buen momento para comenzar a mover todas
sus cosas al piso de arriba. El piso de arriba se usaba para guardar todas las
cosas inútiles que solo servían para acumular polvo y unas meses atrás ella y
Tiffany lo limpiaron y llevaron todas las cajas a un camión para la
beneficencia. La capa de pintura blanca ya se había secado desde que los
pintores se fueron, asi que solo hacía falta comenzar a colocar y montar los
muebles. Sonaba fácil, pero sin un hombre de la casa y sabiendo lo mal que a
ella y Tiffany se las daba el bricolaje, iban a tardar bastante por lo que
Samantha tendría que dormir en el salón durante una temporada. Aquel piso
constaba de dos partes. Primero, la parte de abajo, donde colocaría el
escritorio, las alfombras, los posters, cojines… etc. ¡Incluso una hamaca! Y
por último el de arriba. Tiene forma de triángulo y es de un tamaño muy
pequeño, el suficiente como para rozar el techo estando de pies y poner el
colchón y una pequeña estantería para los libros. Sonriente, aspiró con
profundidad, llenado sus pulmones y captando aquel olor a pintura reciente. Ya
podía ver su habitación soñada. Solo necesitaba una pequeña ayudita.
- ¿Quieres que empecemos ya a armar el escritorio? -
preguntó Tiffany mientras sacaba las piezas de aquella caja tan grande.
- Quizá sería mejor contratar a alguien… recuerda que
para montar una mesita de noche tardamos unos cuantos días - contestó Samantha
mientras seguía decorando la pared del piso de arriba con fotos. La mayoría
eran de ella y Sehun al principio de curso, también había algunas de Tiffany
sola y con ella en vacaciones y por último, la más importante, la foto de sus
padres y ellas unos días antes del accidente. Habían ido a pasear y estaba
nevando, lo que hacía el paisaje mucho más bonito que de costumbre, y su madre
no pudo resistirse tomar una foto. Como
siempre, ella se había puesto junto a su padre mientras que Tiffany abrazaba a
su madre. Los cuatro con una gran sonrisa en el rostro. Sonrió con nostalgia al
recordar aquellos tiempos. Por fín había aprendido a vivir con el incesante
recuerdo de sus padres sin llorar, y en parte estaba un poco orgullosa. Ya se
había cansado de ser una niña llorica y sensiblera, quería cambiar un poco y
estos días lo iba a conseguir. El cambio de cuarto, las decisiones que iba a
tomar de ahora en adelante, el hecho de querer descubrir lo que Lay realmente
era y la cita con la peluquería de esta tarde iban a ser los pasos para su
cambio.
- ¿Realmente hay que pagar a alguien para que nos arme
esto? - preguntó Tiffany - ¿Por qué no llamas a algún amigo tuyo? Prefiero
gastarme el dinero en Navidad a que me armen esto -.
- A estas horas estarán en ante-última clase… no quiero
molestar - dijo Samantha bajando de la pequeña recámara por las escaleras
incorporadas.
- Es solo un mensaje… he sido estudiante y sé que es eso
de jugar con el móvil mientras el profesor no mira - dijo Tiffany sonriente.
- Está bien… le pediré ayuda a Sehun - suspiró Samantha
rendida mientras sacaba su móvil.
- ¿Ya lo habéis arreglado? - preguntó Tiffany recibiendo
solo un asentimiento por parte de su hermana pequeña, concentrada en escribir
el mensaje de texto a su amigo.
`` Sehun~ Pásate por mi casa después de clase,
necesitamos ayuda con unos muebles ;3; ‘’
No pasaron ni 5
minutos cuando recibió la respuesta.
‘’ Después de clase tengo que acompañar a Lu Han y su
novia a un asuntillo del grupo, pero intentaré no llegar tarde ^.^ ‘’
- Sehun no puede venir… ¿a quién se lo pido ahora? -
preguntó Samantha en un gesto cansado, Tiffany sonrió.
- Pídeselo a Lay, de repente estáis mucho tiempo juntos…
- Samantha rodó los ojos sabiendo a dónde quería llegar su hermana, aunque no
la faltaba razón. De repente Lay era más simpático y cercano con ella, sin
contar claro está el ‘’casi-primer beso’’ de anoche. Decidió pedirle ayuda, así
aprovecharía para intentar aclarar lo que casi ocurre anoche y poder intentar
descubrir qué era.
‘’ Soy Samantha, necesito aclarar unas cuantas cosas y tu
ayuda… No soy muy buena en bricolaje… ¿Podrías acercarte después de clase? Así
aprovechas y me traes las tareas e.e‘’
La respuesta vino
en tiempo record, seguramente el profesor no habría venido o Lay tenía mucha
cara. Por alguna razón la segunda opción le venía mejor.
‘’ No veo ningún inconveniente en eso, aunque deberías
olvidarte del tema. Con saber lo que no soy es suficiente y no correrías tanto
peligro, pero iré a ayudarte… No sé por qué me creo que no seas buena en bricolaje‘’
- Lay va a venir después de clases y Sehun un poco más
tarde - dijo Samantha tras guardar el móvil - Prepárate para llamar a la
policía, porque aquí va a haber un muerto -.
- ¡No digas esas cosas! - se quejó Tiffany mientras
observaba las instrucciones… estaba en todos los idiomas posibles excepto el
que necesita - ¿Por qué no vas a la cocina y preparas algo para tus amigos
mientras yo me peleo con las instrucciones? -.
Samantha suspiró y
bajó hasta la cocina para prepararles algo. A Sehun sabía perfectamente lo que
prepararle, si sus gustos no habían cambiado le seguiría encantando los
sándwiches que siempre le preparaba cuando se quedaba en su casa por las
tardes; pero qué le hacía a Lay. Solo lo conocía desde algunas semanas, nada
más. Mientras preparaba los sándwiches para Sehun estuvo pensando en qué
hacerle a Lay. ¿Qué le gustaba además de molestar a la gente? Se encogió de
hombros y decidió ir a lo fácil. Le prepararía lo mismo que a Sehun pero de
algo diferente. Tras terminar la comida la dejó en una bandeja en la cocina y
subió a ayudar a su hermana. Esta pudo conseguir entenderse con las
instrucciones y estaba terminando la primera parte del escritorio.
- Creo que ya voy pillándole en truquillo a esto - dijo
Tiffany mientras atornillaba unos cuantos tornillos - ¿Por qué no vas a tu
antiguo cuarto y vas trayendo las cajas con las cosas que vas a quedarte? -.
- Prefiero hacerlo cuando llegue Lay, hay cajas que pesan
mucho - contestó Samantha mientras se acercaba a su hermana y comenzaba a ayudarla
a acabar de armar el escritorio.
Aquello en parte
era una mera excusa. Solo había dos cajas o tres que pesaban más que las demás,
pero no era algo con lo que ella no pudiera arreglárselas sola.Prefería hacer
eso cuando Lay llegase porque así tendría unos pequeños momentos a solas con él
y podría intentar descubrir su verdadera identidad. En unas horas habían
conseguido armar su escritorio y, con mucho esfuerzo, colocarlo contra la pared.
En ese momento sonó el timbre de la puerta y por alguna extraña razón Samantha
sintió que los nervios la inundaban. Sabía perfectamente que era Lay, pero no
podía dejar de sentirse nerviosa por lo que podría descubrir hoy o por lo que
podría suceder cuando Lay y Sehun estén juntos en la casa, en un cuarto, a
solas… Tras la insistencia de su hermana bajó las escaleras de dos en dos y
abrió la puerta, no sin antes echar un vistazo rápido a cómo vestía. Hoy no
había salido para nada de casa, por lo que aún solo vestía un jersey bastante
grande, unas mallas y unos calcetines. Además el pelo lo tenía recogido en un
moño hecho de cualquier forma, por lo que parecía una loca. No había tiempo
para cambiarse.
- Bueno, ¿no dicen que el interior es lo que cuenta? Pues
que sea lo que dios quiera - dijo en alto para abrir la puerta un momento
después.
Y ahí estaba él.
Con la misma mirada de la otra noche en el bosque, aunque había algo más. En
sus manos traía unos apuntes y su casco de moto. ¿No había parado ni si quiera
en su casa antes de pasarse por la suya? La mochila respondía a su pregunta.
- ¿Cómo te encuentras? ¿Mejor? - preguntó Lay,
seguramente refiriéndose a la otra noche.
- Si no te preocupes - contestó Samantha dejándole pasar.
Una vez dentro Lay
estuvo observando la casa un tanto curioso, extrañando a Samantha. ¿Qué había
de diferente a cuando la trajo del boque? Tiffany no tardó en bajar al oír que
Samantha abría la puerta y sin dudarlo ni un segundo fue a saludar al invitado,
de una manera más cariñosa de lo normal en ella. Al ver esto, Samantha abrió la
boca incrédula. Nunca había visto a su hermana coquetear con alguien y no
esperaba verla haciéndolo con un compañero de su clase.
- Asi que este es el chico que nos va a ayudar a llevar
las cosas pesadas a tu nuevo cuarto - dijo Tiffany sonriente - Es muy mono y parece
ser bastante fuerte -.
- Gracias por los cumplidos, pero necesito que Lay me
ayude - interrumpió Samantha un poco celosa mientras indicaba a Lay que la
siguiera.
Este no pudo
ocultar la sonrisa de autosatisfacción al ver que, después de todo, Samantha
sentía celos cuando no la prestaba atención solo a ella. Por otro lado, esta no
sabía qué demonios la estaba ocurriendo. Celosa de su propia hermana, solo
porque coqueteaba con Lay. Dejó de pensar en aquel tema y decidió concentrarse
en su misión. Descubrir la verdadera identidad de Lay. Lo condujo hasta su
antiguo cuarto, lleno de cajas y cosas que subir hacia arriba. Algunas iban
destinadas al camión de obras benéficas, las cuales estaban marcadas con una
cinta amarilla, y otras hacia su nuevo cuarto, marcadas con cinta azul.
- Las que tengan cinta amarilla hay que dejarlas en la
entrada, las de cinta azul, hay que subirlas - dijo Samantha mientras cogía un
par de pequeñas cajas.
- Este cuarto es bastante grande, sería una estupidez
cambiarse ¿no crees? - dijo Lay mientras observaba el cuarto, esquivando las
cajas del suelo y asomándose por la ventana.
- Losé, pero es que desde hace unas semanas me siento
observada y no puedo dormir… - contestó
Samantha mientras miraba a Lay.
- Y por eso dormías con esto… - comentó Lay mientras
alzaba un viejo oso de peluche mientras la miraba divertido - Que adorable… aún
duerme con su peluche -.
- ¡Cállate! - exclamó Samantha avergonzada mientras salía
de la habitación y dejaba las cajas en la entrada.
¿Qué importa si
aún dormía a veces con su peluche? Ha pasado casi toda la infancia con él y era
algo con un gran valor sentimental
además de un regalo de su primo Tao. Sí, cuando tenía miedo por la
noche, no podía dormir o estaba triste se abrazaba a su peluche y se tumbaba en
la cama jugando con él o distrayéndose pensando en otras cosas. Cada uno tiene
su forma de tranquilizarse. Unos se muerden las uñas, otros escuchan música
tranquila y ella juego con su peluche. ¿Qué tiene de malo? No hace daño a
nadie. Cuando volvió al cuarto Lay estaba observando por la ventana y parecía
estar un poco tenso.
- ¿Se puede saber que estás haciendo? - preguntó Samantha
curiosa, Lay dio media vuelta lo deprisa suficiente como para tropezar con una
caja y caer al suelo.
Samantha se rió
sutilmente ante aquel tropiezo mientras Lay se frotaba la cabeza dolorido. Tras
dejar de reírse se acercó a él e intentó ayudarle a ponerse en pie. Lay
aprovechó para tirarla como venganza por haberse reído de ella.
- Con que te ríes de mi caída ¿eeh? - dijo Lay sonriendo
de lado mientras se subía encima suyo para no dejarla escapar - Ahora te vas a
reír con ganas -.
De repente
Samantha se vió en medio de un ataque de risa por culpa de las cosquillas que Lay
la estaba haciendo. Por muy vergonzosa que fuera la postura en la que se
encontraban, Samantha no podía dejar de reírse hasta el punto de llorar. Sentía
que la faltaba el aire y que el estómago comenzaba a dolerla. Intentó parar a Lay
pero no había forma. Solo paró cuando Samantha lo suplicó entre risas. Al parar
se quitó de encima y esperó a que la chica recuperase el aire para comenzar a
ayudarla a mover y colocar todas las cajas en su sitio. Mientras los dos
colocaban las cosas Tiffany, por alguna extraña razón, no dejaba de mirar a Lay
mientras armaba el armario. Alguna que otra vez dejó caer alguna pregunta sobre
él y siempre la contestaba de un modo en el que no llegaba a entender gran
parte de lo que la quería decir. Pronto atardeció y la puerta sonó, llegando el
momento que más temía.
- ¿Iba a venir alguien más? - Preguntó Lay mientras se
quitaba la chaqueta, quedándose en aquel jersey a rayas.
- Si - dijo mientras se acercaba hasta la puerta - Sehun
-.
- ¿¡Qué!? - exclamó Lay - ¡Lo sabía! Esto es una
encerrona, eso es injusto -.
- Yo nunca haría eso… Sehun dijo que no podría venir
después de clases y necesitaba ayuda cuanto antes… asi que te la pedí a ti -
dijo Samantha mientras se disponía a abrir.
- ¿Acaso soy un segundo plato? - preguntó Lay haciéndose
el dolido, Samantha negó con la cabeza aburrida ante el dramatismo de Lay.
- Hazme un favor, madura un poco e intentad no mataros -
contestó antes de abrir, cuando lo hizo Lay y Sehun intercambiaron un par de
miradas hasta que el primero se metió de nuevo en el cuarto y salía con un par
de cajas directo hacia el piso de arriba. En ese momento Sehun clavó la mirada
en Samantha, interrogativo.
- ¿En serio Sammy? ¿Una encerrona? - preguntó Sehun
mientras pasaba, revolviéndola el pelo - Te creía más creativa -.
- Otro - lloriqueó Samantha haciendo un puchero y
abrazando a Sehun por la espalda como una niña pequeña - ¿Por qué creéis que lo
he hecho queriendo? No eráis mis únicas opciones -.
- Es verdad, tienes tantos amigos a los que elegir… -
bromeó Sehun recibiendo un golpe en el hombro de parte de Samantha.
- Chen y yo solemos hablar por mensajes de texto, y Lu
Han es bastante más amable y sensible que tú - respondió Samantha mientras lo
conducía a su habitación.
- Dos por los que no debo preocuparme, tienen novia y
suelen estar ocupados - comentó Sehun, Samantha rodeó los ojos y tras darle
otro golpe en el hombro comenzó a indicarle en qué sitio iba cada caja y cuales
podía cargar el.
- Y por favor… aunque no sea verdad, finge que te llevas
bien con Lay delante de mi hermana ¿Vale? Bastante tengo con que esté
coqueteando con Lay para encima lidiar con un interrogatorio suyo - suplicó
Samantha mientras cogió una caja y la ponía sobre la que Sehun aguantaba.
- ¿En serio? - preguntó incrédulo - ¿Qué tiene él que no
tenga yo? -.
- Algo llamado sentido común y estilo - interrumpió Lay
entrando al cuarto y cogiendo un par de cajas más - Además de algo llamado‘’tacto
con las mujeres’’, no he hecho llorar a
nadie por el momento, ¿verdad Sam?-.
- Tu mismo lo has dicho Don Creído, por el momento -
contestó Sehun siguiéndole hasta el piso de arriba - ¿Y qué son esas confianzas
con Sammy? -.
Si las miradas
matasen los dos estarían criando malvas hace bastante. Samantha suspiró cansada
mientras oía como seguían discutiendo. Al menos no se mataban a golpes.
Mientras aquellos dos sin remedio no dejaban de discutir mientras subían y
bajan a por las cajas, Samantha buscaba
alguna cosa que pudiera haber olvidado antes de cerrar aquella habitación. Miró
por los armarios, debajo del colchón, en los cajones y debajo de la cama. Allí
encontró una caja de zapatos. Extrañada la cogió y abrió. En ella había cosas
que había guardado de pequeña. Sehun y Lay entraron, discutiendo como no.
Curiosos se acercaron a ella y mirando por encima de su hombro.
- Veo que aún guardas la caja - comentó Sehun mientras
cogía una foto de ellos de cuando se conocieron.
- ¿Una caja de los recuerdos? - preguntó Lay mientras
observaba el contenido de esta - Mi hermana pequeña también tenía una de estas
-.
- ¿Acaso también te parece mal que lo tenga? - preguntó
Samantha empezando a crisparse los nervios, Lay la sonrió.
- Me parece adorable, ya te lo dije - contestó haciendo
que Sehun rodase los ojos.
Samantha cogió la
foto de las manos de Sehun y cerró la caja. Dentro había muchas cosas que más
tarde podría revisar, además podría coger su diario y comenzarlo con las nuevas
experiencias que estaba viviendo. Tras acabar de subir todas las cajas, Lay y Sehun
decidieron ayudar a Tiffany a armar los muebles sobrantes. El armario ya estaba
casi armado, por lo que solo tuvieron que poner unas piezas más y colocarlo
contra la pared. Mientras aquellos dos ayudaban a su hermana, Samantha empezó a
desempaquetar las cajas y colocarlo todo en su sitio. Comenzó por colocar los
libros en la estantería de arriba. Uno a uno. Había de todo tipo, pero
predominaban los libros de romance. Por
mucho que intentara concentrarse en colocar los libros y los CDs de música no
podía dejar de oír cómo su hermana coqueteaba con Lay. Dios. ¿Cuántos años le
sacaba? ¿5?
- Los amigos de Samantha me gustan cada vez más, que pena
que os saque tantos años - oyó decir a su hermana.
- Creo que voy a vomitar… - suspiró Samantha en voz alta.
- Estarás contenta, en una tarde casi hemos acabado tu
cuarto y ya puedes instalarte en él esta noche - comentó Tiffany con su
característica sonrisa, Samantha fingió una como respuesta y volvió a sus CDs.
Había muchos artistas conocidos como Leonas Lewis, Lady Gaga, Beyoncé, Brunos
Mars y One Direction, pero predominaban los discos de Taylor Swift. La gustaba
la música, no solo un grupo. Para ella no existía la barrera de idiomas. Si la
música era buena y la canción lograba transmitir los sentimientos del artista
no la importaba en qué idioma estuviera cantando dicho artista.
- Aún no te lo he preguntado, ¿por qué decides cambiarte
de habitación tan de repente? - preguntó Sehun mientras ayudaba a Tiffany a
colocar el último mueble en su sitio. Lay por su parte había subido a donde
estaba ella y estaba observando con curiosidad los discos, películas y libros
que tenía colocados.
- Como le dije a Lay, desde hace un tiempo comencé a
sentirme observada y como las ventanas que hay aquí dan hacia la parte
delantera de la casa me sentiré un poco mejor y podré dormir en paz - contestó
arrebatando un CD a Lay de las manos.
- Observada eehh… - dijo Sehun mirando a Lay
interrogante, Samantha vió con este rodaba los ojos y negaba con la cabeza,
encogiéndose de hombros.
- ¡Sehun! - gritó Samantha tirándole un cojín - Deja de
insinuar cosas -.
- ¡Pero que ahora ni he hecho nada! - se defendió Sehun
haciendo un puchero un tanto molesto. Lay rió divertido, recibiendo un
almohadazo de parte de Sehun.
- Samantha - de repente la voz de Tiffany se había vuelto
más grave de lo normal y parecía algo agitada - Me ha surgido un…trabajo de
última hora en la cafetería, me tengo que ir ya -.
- Yo también me voy yendo, tengo una reunión urgente -
comentó Sehun cogiendo su chaqueta del escritorio de Samantha.
- ¿Kris and company? - preguntó Samantha tumbada en la
cama boca arriba, colgando la cabeza por el borde. Siempre la había parecido
divertido ver el mundo al revés. Lay frunció el ceño extrañado.
- Un día de estos te llevaré a una reunión y verás que no
son como que aparentan - dijo Sehun señalándola con el dedo y guiñándola un ojo
antes de desaparecer por la puerta.
- Tienes una hermana un tanto entrañable, me cae bien -
dijo Lay.
Samantha no
contestó, tan solo le lanzó una pequeña sonrisa. ¿Por qué estaba tan nerviosa
de repente? Quizá era porque estaban lo suficientemente juntos como para que
sus hombros se rozasen a cada movimiento del otro, porque sentía ese calor tan
gratificante que Lay desprendía, porque captaba aquel olor a robles y frescura
que todo él desprendía… y porque no podía quitarse de la cabeza el hecho de que
había sentido muchísimos celos cuando su hermana coqueteó con él. Celos. Había
sentido celos del coqueteo de Tiffany. Suspiró profundamente intentando bajar
el ritmo al que su corazón latía. Se mordió el labio inferior nerviosa mientras
seguía respirando con rapidez mientras intentaba no mirar a Lay, quien estaba
concentrado en mirar el cielo estrellado por la ventana del techo. Pero los
celos suelen sentirse cuando te gusta esa persona por la que los sientes,
¿verdad? Lanzó una mirada furtiva hacia Lay y rápidamente la apartó, con miedo
a ser descubierta. Levantó las manos, posándolas sobre su pecho y agarrando el
jersey de lana con un poco de fuerza mientras comenzaba a temblar mientras
comprendía que no sintió celos de que su hermana coquetease con él, sino de que
Lay no hiciera nada por detenerla. Una vez más lanzó una mirada hacia él y sus
miradas se cruzaron. Ninguno de los dos apartó la mirada y Samantha sentía cómo
comenzaba a sonrojarse. Entonces algo la golpeó fuerte. Estaba en su cama,
hombro con hombro, con alguien no-humano. Intentó apartar la mirada, pero no
podía dejar de mirar los ojos de Lay. Era como si estuviera
hipnotizándola. Despertó de aquel estado
de hipnosis cuando Lay la cogió de la mano, acariciándola el dorso con el dedo
pulgar.
- ¿Me temes? - preguntó sin dejar de mirarla a los ojos.
- No - contestó decidida, Lay sonrió.
- ¿Y por qué te agitas? - preguntó de nuevo - ¿Por qué me
miras como si fueses un cervatillo indefenso? -.
Samantha suspiró
hondo y se mordió el labio nerviosa.
- No, no es miedo a ti - contestó - Es miedo al efecto
que me causas -.
- El efecto de haberte dicho lo que no soy, es decir,
humano - dijo Lay dándolo por sentado, Samantha negó rápidamente, tanto que se
había asustado así misma.
- ¡No es eso!.. Es el efecto que me causas antes y
después de habérmelo dicho. No tengo la piel de gallina por miedo a que me
hagas daño por tu fuerza, que supera la mía sin duda… t-tengo miedo a que una
palabra tuya pueda anular una mía; a que un gesto tuyo, una simple mirada pueda
herirme… - no podía creerse lo que estaba diciendo, pero si incluso parecía
sacado del guion de una película de amor.
- Yo nunca te haría daño - dijo Lay, y de nuevo aquel
extraño brillo apareció en sus ojos.
- A-a veces lo haces, sin saberlo si quiera - suspiró
nerviosa.
- ¿Por qué? -.
Samantha volvió a
suspirar. Se suponía que iba a ser ella quien hiciese el interrogatorio aquel
día, sin embargo la situación era al revés y lo que se decía era completamente
diferente a lo que Samantha hubiese querido.
- Porque me confundes Lay, y no me gusta. Gente me dice
que me aleje de ti porque eres peligroso, pero luego me salvas la vida en la
biblioteca y me traes de vuelta a casa sana y salva después de haberme
adentrado en el bosque. Dices no querer tener amigos o simplemente compañía y
mírate, tumbado junto a una chica en su cuarto, en la cama, a solas… Me
confundes y me haces creer que tengo otro tipo de sentimientos hacia ti… Me
haces creer que me gustas - confesó Samantha sin dejar de mirarle a los ojos y
sintiendo cómo su corazón se oprimía a cada palabra que pronunciaba.
Lay la encaró, recostándose en su costado. Soltó la mano
de Samantha y la llevó hacia su muñeca. Agarró la manga del jersey y la subió
hasta la altura de las axilas. Después comenzó a acariciar el brazo de Samantha
con la yema de los dedos, produciendo que la piel se la pusiera de gallina.
- Verse atraída por alguien que no es humano es peligroso,
y si me lo propongo puedo serlo en demasía - en aquel tono que Lay estaba
hablando había un poco de picardía y Samantha lo notó, como también notó que de
pronto hacía demasiado calor.
- N-no lo pareces… - un momento perfecto para que alguien
les interrumpiese, pensó Samantha, pero ambos sabían que eso no iba a pasar.
- ¿No me crees? - cuestionó Lay sonriendo de medio lado,
en cierto modo de manera seductora. Samantha solo negó con la cabeza al ver que
ninguna palabra, incluso sonido, venía de su garganta - Entonces tendré que
demostrártelo -.
Y sin previo aviso
Lay se abalanzó hacia Samantha, quien no podía estar más sorprendida de lo que
estaba al notar cómo comenzaba a besarla en los labios. No era el típico beso
de película donde el chico y la chica se muestran tímidos y tan solo juntan los
labios. Aquel beso era todo lo contrario. Era salvaje, sexy y la estaba
encantando en demasía. Entrelazó sus brazos en el cuello de Lay cuando sintió
como él colaba un brazo bajo su cintura y la elevaba un poco para juntarla más
a él. Suspiró en el beso cuando este lo profundizó más al colar la lengua
dentro de su boca. Aquel beso la estaba dejando sin aliento. Al separarse Lay
la dio un ligero mordisco en el labio inferior y se tomaron unos minutos para
recobrar el aire, sin dejar de mirarse a los ojos en ningún momento.
- C-con esto… es decir… - estupendo, ahora se quedaba sin
habla. Aunque era normal por el modo que tenía Lay en besar.
- Con esto te demuestro cuanto tiempo llevaba deseando
besarte; porque si te protejo, si te acojo, si te anhelo, si te cuido y si te
busco es por algo… y ese algo es que mi corazón late por y para ti - y al decir
aquello volvió a besarla, solo que de manera más dulce y acompasa que la
anterior.
- Cursi - rió Samantha comenzando a jugar con el cabello
de Lay entre sus dedos.
- Cállate - contestó besándola de nuevo. Aquello comenzaba
a tornar en otra cosa cuando Samantha sintió la fría mano de Lay colarse por su
jersey, acariciándola la barriga.
- Espera Lay -.
Este sonrió
comprensivo y la dio un beso en la frente. La abrazó por la cintura y la pegó a
él, permaneciendo tumbado con ella hasta que notó que Samantha se había dormido
profundamente. Con cuidado de no despertarla la metió en la cama y la tapó con
la sábana nórdica. Dejó una nota para ella en el escritorio y, tras coger su
chaqueta, salió de la casa por la puerta delantera camino a la suya. Al salir
se dio media vuelta, sintiendo una fría mirada clavarse en él. Pero no había
nadie, habría sido su imaginación.
Comenzó a caminar
camino a su casa, donde su madre adoptiva estará durmiendo en el sillón a la
espera de alguna noticia suya. Mañana por la mañana le esperaría una buena
reprimenda, pero tras lo ocurrido… no le importaba lo que ocurriese mañana.
Aquel beso no solo significaba lo que seguramente para Samantha. Para él, los
de su especie, significaba mucho más. Había quebrantado leyes solo con aquel
gesto de deseo y afecto… y se sentía libre.
Tras una larga
caminata; la moto estaba plácidamente en el garaje de reparaciones tras haber
aterrizado el día del ataque en la biblioteca sobre ella, por lo que de ahora
en adelante tendría que ir andando o en transporte público a cualquier parte…
bonita forma de estropear una Yamaha; por fín llegó a su casa. Hogar dulce
hogar es lo que se suele decir. Pero lo que encontró al pasar la portilla fue
otra cosa. Lu Han, Xiumin y Sehun; este último con una sonrisa en la cara y
seguramente escondería algo tras ella.
- Valla, ahora no solo me seguís por todas partes si no
que violáis mi intimidad… - dijo con un tono cansado.
- Tan solo tomamos las medidas de precaución ante la
presencia de un extraño, deberías saber las leyes… sobre todo alguien de tu
tipo - se defendió Xiumin intentando sonar lo más tranquilo posible.
- Tranquilo, solo hemos venido a decirte algo - dijo Lu
Han con su típica sonrisa, cosa que crispaba los nervios a Lay - Kris quiere
verte y hablar contigo, mañana a estas horas en el claro del bosque que hay un
poco más al este del lago. ¿Sabrás ubicarte? -.
- ¿Acaso creéis que me instalaría aquí sin antes conocer
la zona? Llevo un año entero en este pueblo, me sé cada recoveco de este
territorio - contestó Lay.
- Y luego te quejas de que te vigilemos… - siseó Sehun
mientras Lu Han, Xiumin y él se iban. Cuando estos dos se adentraron en la
oscuridad del bosque, se giró encarando a Lay una vez más - Una última cosa… no
metas a Samantha dentro de nuestro mundo, sería demasiado peligroso para ella
-.
- Te diré yo otra… cuando sepáis todo lo que tengo que
contaros, necesitaremos que Samantha esté dentro de nuestro mundo o de lo
contrario acabaremos muertos. Y créeme, sé de lo que hablo… yo mismo lo he
vivido -.
Tras intercambiar
una última mirada Sehun asintió y se perdió en la penumbra del bosque. Lay
suspiró y miró hacia el cielo. En escasos días, todo iba a tornarse en un
verdadero infierno si no consigue encontrarla a ella.
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