miércoles, 11 de septiembre de 2013

Wolf's Tears (Capítulo 4)

Autora: G.ell. (@Maria_BubbleTea)
Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.


 No se lo podía creer. Por fín las vacaciones de Navidad. A decir verdad hubiera preferido asistir al último día, siempre se hacía algún que otro juego en clase, los profesores te dejaban hacer lo que fuera en las horas de enseñanza y a última hora reunían a todo el instituto para recordar los logros del año. Al final, Tiffany no se dio cuenta de su escapada al bosque ni nada relacionado con todo lo ocurrido a noche y procuraría que no se enterase. No quería estar castigada todas las vacaciones por haber sido tan idiota como para seguir a un lobo hasta el bosque. ¿Quién en su sano juicio lo hace?
 Quitando el tema de estar evitando cualquier pregunta de su hermana referente a la noche anterior, había decidido comenzar su mudanza. Desde hacía un tiempo su cuarto comenzaba a hacérsela más y más pequeño a medida que crecía y como hoy comenzaban las vacaciones la pareció buen momento para comenzar a mover todas sus cosas al piso de arriba. El piso de arriba se usaba para guardar todas las cosas inútiles que solo servían para acumular polvo y unas meses atrás ella y Tiffany lo limpiaron y llevaron todas las cajas a un camión para la beneficencia. La capa de pintura blanca ya se había secado desde que los pintores se fueron, asi que solo hacía falta comenzar a colocar y montar los muebles. Sonaba fácil, pero sin un hombre de la casa y sabiendo lo mal que a ella y Tiffany se las daba el bricolaje, iban a tardar bastante por lo que Samantha tendría que dormir en el salón durante una temporada. Aquel piso constaba de dos partes. Primero, la parte de abajo, donde colocaría el escritorio, las alfombras, los posters, cojines… etc. ¡Incluso una hamaca! Y por último el de arriba. Tiene forma de triángulo y es de un tamaño muy pequeño, el suficiente como para rozar el techo estando de pies y poner el colchón y una pequeña estantería para los libros. Sonriente, aspiró con profundidad, llenado sus pulmones y captando aquel olor a pintura reciente. Ya podía ver su habitación soñada. Solo necesitaba una pequeña ayudita.
- ¿Quieres que empecemos ya a armar el escritorio? - preguntó Tiffany mientras sacaba las piezas de aquella caja tan grande.
- Quizá sería mejor contratar a alguien… recuerda que para montar una mesita de noche tardamos unos cuantos días - contestó Samantha mientras seguía decorando la pared del piso de arriba con fotos. La mayoría eran de ella y Sehun al principio de curso, también había algunas de Tiffany sola y con ella en vacaciones y por último, la más importante, la foto de sus padres y ellas unos días antes del accidente. Habían ido a pasear y estaba nevando, lo que hacía el paisaje mucho más bonito que de costumbre, y su madre no pudo resistirse  tomar una foto. Como siempre, ella se había puesto junto a su padre mientras que Tiffany abrazaba a su madre. Los cuatro con una gran sonrisa en el rostro. Sonrió con nostalgia al recordar aquellos tiempos. Por fín había aprendido a vivir con el incesante recuerdo de sus padres sin llorar, y en parte estaba un poco orgullosa. Ya se había cansado de ser una niña llorica y sensiblera, quería cambiar un poco y estos días lo iba a conseguir. El cambio de cuarto, las decisiones que iba a tomar de ahora en adelante, el hecho de querer descubrir lo que Lay realmente era y la cita con la peluquería de esta tarde iban a ser los pasos para su cambio.
- ¿Realmente hay que pagar a alguien para que nos arme esto? - preguntó Tiffany - ¿Por qué no llamas a algún amigo tuyo? Prefiero gastarme el dinero en Navidad a que me armen esto -.
- A estas horas estarán en ante-última clase… no quiero molestar - dijo Samantha bajando de la pequeña recámara por las escaleras incorporadas.
- Es solo un mensaje… he sido estudiante y sé que es eso de jugar con el móvil mientras el profesor no mira - dijo Tiffany sonriente.
- Está bien… le pediré ayuda a Sehun - suspiró Samantha rendida mientras sacaba su móvil.
- ¿Ya lo habéis arreglado? - preguntó Tiffany recibiendo solo un asentimiento por parte de su hermana pequeña, concentrada en escribir el mensaje de texto a su amigo.
`` Sehun~ Pásate por mi casa después de clase, necesitamos ayuda con unos muebles ;3; ‘’
 No pasaron ni 5 minutos cuando recibió la respuesta.
‘’ Después de clase tengo que acompañar a Lu Han y su novia a un asuntillo del grupo, pero intentaré no llegar tarde ^.^ ‘’
- Sehun no puede venir… ¿a quién se lo pido ahora? - preguntó Samantha en un gesto cansado, Tiffany sonrió.
- Pídeselo a Lay, de repente estáis mucho tiempo juntos… - Samantha rodó los ojos sabiendo a dónde quería llegar su hermana, aunque no la faltaba razón. De repente Lay era más simpático y cercano con ella, sin contar claro está el ‘’casi-primer beso’’ de anoche. Decidió pedirle ayuda, así aprovecharía para intentar aclarar lo que casi ocurre anoche y poder intentar descubrir qué era.
‘’ Soy Samantha, necesito aclarar unas cuantas cosas y tu ayuda… No soy muy buena en bricolaje… ¿Podrías acercarte después de clase? Así aprovechas y me traes las tareas e.e‘’
 La respuesta vino en tiempo record, seguramente el profesor no habría venido o Lay tenía mucha cara. Por alguna razón la segunda opción le venía mejor.
‘’ No veo ningún inconveniente en eso, aunque deberías olvidarte del tema. Con saber lo que no soy es suficiente y no correrías tanto peligro, pero iré a ayudarte… No sé por qué me creo que no seas buena en bricolaje‘’
- Lay va a venir después de clases y Sehun un poco más tarde - dijo Samantha tras guardar el móvil - Prepárate para llamar a la policía, porque aquí va a haber un muerto -.
- ¡No digas esas cosas! - se quejó Tiffany mientras observaba las instrucciones… estaba en todos los idiomas posibles excepto el que necesita - ¿Por qué no vas a la cocina y preparas algo para tus amigos mientras yo me peleo con las instrucciones? -.
 Samantha suspiró y bajó hasta la cocina para prepararles algo. A Sehun sabía perfectamente lo que prepararle, si sus gustos no habían cambiado le seguiría encantando los sándwiches que siempre le preparaba cuando se quedaba en su casa por las tardes; pero qué le hacía a Lay. Solo lo conocía desde algunas semanas, nada más. Mientras preparaba los sándwiches para Sehun estuvo pensando en qué hacerle a Lay. ¿Qué le gustaba además de molestar a la gente? Se encogió de hombros y decidió ir a lo fácil. Le prepararía lo mismo que a Sehun pero de algo diferente. Tras terminar la comida la dejó en una bandeja en la cocina y subió a ayudar a su hermana. Esta pudo conseguir entenderse con las instrucciones y estaba terminando la primera parte del escritorio.
- Creo que ya voy pillándole en truquillo a esto - dijo Tiffany mientras atornillaba unos cuantos tornillos - ¿Por qué no vas a tu antiguo cuarto y vas trayendo las cajas con las cosas que vas a quedarte? -.
- Prefiero hacerlo cuando llegue Lay, hay cajas que pesan mucho - contestó Samantha mientras se acercaba a su hermana y comenzaba a ayudarla a acabar de armar el escritorio.
 Aquello en parte era una mera excusa. Solo había dos cajas o tres que pesaban más que las demás, pero no era algo con lo que ella no pudiera arreglárselas sola.Prefería hacer eso cuando Lay llegase porque así tendría unos pequeños momentos a solas con él y podría intentar descubrir su verdadera identidad. En unas horas habían conseguido armar su escritorio y, con mucho esfuerzo, colocarlo contra la pared. En ese momento sonó el timbre de la puerta y por alguna extraña razón Samantha sintió que los nervios la inundaban. Sabía perfectamente que era Lay, pero no podía dejar de sentirse nerviosa por lo que podría descubrir hoy o por lo que podría suceder cuando Lay y Sehun estén juntos en la casa, en un cuarto, a solas… Tras la insistencia de su hermana bajó las escaleras de dos en dos y abrió la puerta, no sin antes echar un vistazo rápido a cómo vestía. Hoy no había salido para nada de casa, por lo que aún solo vestía un jersey bastante grande, unas mallas y unos calcetines. Además el pelo lo tenía recogido en un moño hecho de cualquier forma, por lo que parecía una loca. No había tiempo para cambiarse.
- Bueno, ¿no dicen que el interior es lo que cuenta? Pues que sea lo que dios quiera - dijo en alto para abrir la puerta un momento después.
 Y ahí estaba él. Con la misma mirada de la otra noche en el bosque, aunque había algo más. En sus manos traía unos apuntes y su casco de moto. ¿No había parado ni si quiera en su casa antes de pasarse por la suya? La mochila respondía a su pregunta.
- ¿Cómo te encuentras? ¿Mejor? - preguntó Lay, seguramente refiriéndose a la otra noche.
- Si no te preocupes - contestó Samantha dejándole pasar.
 Una vez dentro Lay estuvo observando la casa un tanto curioso, extrañando a Samantha. ¿Qué había de diferente a cuando la trajo del boque? Tiffany no tardó en bajar al oír que Samantha abría la puerta y sin dudarlo ni un segundo fue a saludar al invitado, de una manera más cariñosa de lo normal en ella. Al ver esto, Samantha abrió la boca incrédula. Nunca había visto a su hermana coquetear con alguien y no esperaba verla haciéndolo con un compañero de su clase.
- Asi que este es el chico que nos va a ayudar a llevar las cosas pesadas a tu nuevo cuarto - dijo Tiffany sonriente - Es muy mono y parece ser bastante fuerte -.
- Gracias por los cumplidos, pero necesito que Lay me ayude - interrumpió Samantha un poco celosa mientras indicaba a Lay que la siguiera.
 Este no pudo ocultar la sonrisa de autosatisfacción al ver que, después de todo, Samantha sentía celos cuando no la prestaba atención solo a ella. Por otro lado, esta no sabía qué demonios la estaba ocurriendo. Celosa de su propia hermana, solo porque coqueteaba con Lay. Dejó de pensar en aquel tema y decidió concentrarse en su misión. Descubrir la verdadera identidad de Lay. Lo condujo hasta su antiguo cuarto, lleno de cajas y cosas que subir hacia arriba. Algunas iban destinadas al camión de obras benéficas, las cuales estaban marcadas con una cinta amarilla, y otras hacia su nuevo cuarto, marcadas con cinta azul.
- Las que tengan cinta amarilla hay que dejarlas en la entrada, las de cinta azul, hay que subirlas - dijo Samantha mientras cogía un par de pequeñas cajas.
- Este cuarto es bastante grande, sería una estupidez cambiarse ¿no crees? - dijo Lay mientras observaba el cuarto, esquivando las cajas del suelo y asomándose por la ventana.
- Losé, pero es que desde hace unas semanas me siento observada y no puedo dormir… - contestó  Samantha mientras miraba a Lay.
- Y por eso dormías con esto… - comentó Lay mientras alzaba un viejo oso de peluche mientras la miraba divertido - Que adorable… aún duerme con su peluche -.
- ¡Cállate! - exclamó Samantha avergonzada mientras salía de la habitación y dejaba las cajas en la entrada.
 ¿Qué importa si aún dormía a veces con su peluche? Ha pasado casi toda la infancia con él y era algo con un gran valor sentimental  además de un regalo de su primo Tao. Sí, cuando tenía miedo por la noche, no podía dormir o estaba triste se abrazaba a su peluche y se tumbaba en la cama jugando con él o distrayéndose pensando en otras cosas. Cada uno tiene su forma de tranquilizarse. Unos se muerden las uñas, otros escuchan música tranquila y ella juego con su peluche. ¿Qué tiene de malo? No hace daño a nadie. Cuando volvió al cuarto Lay estaba observando por la ventana y parecía estar un poco tenso.
- ¿Se puede saber que estás haciendo? - preguntó Samantha curiosa, Lay dio media vuelta lo deprisa suficiente como para tropezar con una caja y caer al suelo.
 Samantha se rió sutilmente ante aquel tropiezo mientras Lay se frotaba la cabeza dolorido. Tras dejar de reírse se acercó a él e intentó ayudarle a ponerse en pie. Lay aprovechó para tirarla como venganza por haberse reído de ella.
- Con que te ríes de mi caída ¿eeh? - dijo Lay sonriendo de lado mientras se subía encima suyo para no dejarla escapar - Ahora te vas a reír con ganas -.
 De repente Samantha se vió en medio de un ataque de risa por culpa de las cosquillas que Lay la estaba haciendo. Por muy vergonzosa que fuera la postura en la que se encontraban, Samantha no podía dejar de reírse hasta el punto de llorar. Sentía que la faltaba el aire y que el estómago comenzaba a dolerla. Intentó parar a Lay pero no había forma. Solo paró cuando Samantha lo suplicó entre risas. Al parar se quitó de encima y esperó a que la chica recuperase el aire para comenzar a ayudarla a mover y colocar todas las cajas en su sitio. Mientras los dos colocaban las cosas Tiffany, por alguna extraña razón, no dejaba de mirar a Lay mientras armaba el armario. Alguna que otra vez dejó caer alguna pregunta sobre él y siempre la contestaba de un modo en el que no llegaba a entender gran parte de lo que la quería decir. Pronto atardeció y la puerta sonó, llegando el momento que más temía.
- ¿Iba a venir alguien más? - Preguntó Lay mientras se quitaba la chaqueta, quedándose en aquel jersey a rayas.
- Si - dijo mientras se acercaba hasta la puerta - Sehun -.
- ¿¡Qué!? - exclamó Lay - ¡Lo sabía! Esto es una encerrona, eso es injusto -.
- Yo nunca haría eso… Sehun dijo que no podría venir después de clases y necesitaba ayuda cuanto antes… asi que te la pedí a ti - dijo Samantha mientras se disponía a abrir.
- ¿Acaso soy un segundo plato? - preguntó Lay haciéndose el dolido, Samantha negó con la cabeza aburrida ante el dramatismo de Lay.
- Hazme un favor, madura un poco e intentad no mataros - contestó antes de abrir, cuando lo hizo Lay y Sehun intercambiaron un par de miradas hasta que el primero se metió de nuevo en el cuarto y salía con un par de cajas directo hacia el piso de arriba. En ese momento Sehun clavó la mirada en Samantha, interrogativo.
- ¿En serio Sammy? ¿Una encerrona? - preguntó Sehun mientras pasaba, revolviéndola el pelo - Te creía más creativa -.
- Otro - lloriqueó Samantha haciendo un puchero y abrazando a Sehun por la espalda como una niña pequeña - ¿Por qué creéis que lo he hecho queriendo? No eráis mis únicas opciones -.
- Es verdad, tienes tantos amigos a los que elegir… - bromeó Sehun recibiendo un golpe en el hombro de parte de Samantha.
- Chen y yo solemos hablar por mensajes de texto, y Lu Han es bastante más amable y sensible que tú - respondió Samantha mientras lo conducía a su habitación.
- Dos por los que no debo preocuparme, tienen novia y suelen estar ocupados - comentó Sehun, Samantha rodeó los ojos y tras darle otro golpe en el hombro comenzó a indicarle en qué sitio iba cada caja y cuales podía cargar el.
- Y por favor… aunque no sea verdad, finge que te llevas bien con Lay delante de mi hermana ¿Vale? Bastante tengo con que esté coqueteando con Lay para encima lidiar con un interrogatorio suyo - suplicó Samantha mientras cogió una caja y la ponía sobre la que Sehun aguantaba.
- ¿En serio? - preguntó incrédulo - ¿Qué tiene él que no tenga yo? -.
- Algo llamado sentido común y estilo - interrumpió Lay entrando al cuarto y cogiendo un par de cajas más - Además de algo llamado‘’tacto con las mujeres’’, no  he hecho llorar a nadie por el momento, ¿verdad Sam?-.
- Tu mismo lo has dicho Don Creído, por el momento - contestó Sehun siguiéndole hasta el piso de arriba - ¿Y qué son esas confianzas con Sammy? -.
 Si las miradas matasen los dos estarían criando malvas hace bastante. Samantha suspiró cansada mientras oía como seguían discutiendo. Al menos no se mataban a golpes. Mientras aquellos dos sin remedio no dejaban de discutir mientras subían y bajan a por las cajas, Samantha  buscaba alguna cosa que pudiera haber olvidado antes de cerrar aquella habitación. Miró por los armarios, debajo del colchón, en los cajones y debajo de la cama. Allí encontró una caja de zapatos. Extrañada la cogió y abrió. En ella había cosas que había guardado de pequeña. Sehun y Lay entraron, discutiendo como no. Curiosos se acercaron a ella y mirando por encima de su hombro.
- Veo que aún guardas la caja - comentó Sehun mientras cogía una foto de ellos de cuando se conocieron.
- ¿Una caja de los recuerdos? - preguntó Lay mientras observaba el contenido de esta - Mi hermana pequeña también tenía una de estas -.
- ¿Acaso también te parece mal que lo tenga? - preguntó Samantha empezando a crisparse los nervios, Lay la sonrió.
- Me parece adorable, ya te lo dije - contestó haciendo que Sehun rodase los ojos.
 Samantha cogió la foto de las manos de Sehun y cerró la caja. Dentro había muchas cosas que más tarde podría revisar, además podría coger su diario y comenzarlo con las nuevas experiencias que estaba viviendo. Tras acabar de subir todas las cajas, Lay y Sehun decidieron ayudar a Tiffany a armar los muebles sobrantes. El armario ya estaba casi armado, por lo que solo tuvieron que poner unas piezas más y colocarlo contra la pared. Mientras aquellos dos ayudaban a su hermana, Samantha empezó a desempaquetar las cajas y colocarlo todo en su sitio. Comenzó por colocar los libros en la estantería de arriba. Uno a uno. Había de todo tipo, pero predominaban los libros de romance.  Por mucho que intentara concentrarse en colocar los libros y los CDs de música no podía dejar de oír cómo su hermana coqueteaba con Lay. Dios. ¿Cuántos años le sacaba? ¿5?
- Los amigos de Samantha me gustan cada vez más, que pena que os saque tantos años - oyó decir a su hermana.
- Creo que voy a vomitar… - suspiró Samantha en voz alta.
- Estarás contenta, en una tarde casi hemos acabado tu cuarto y ya puedes instalarte en él esta noche - comentó Tiffany con su característica sonrisa, Samantha fingió una como respuesta y volvió a sus CDs. Había muchos artistas conocidos como Leonas Lewis, Lady Gaga, Beyoncé, Brunos Mars y One Direction, pero predominaban los discos de Taylor Swift. La gustaba la música, no solo un grupo. Para ella no existía la barrera de idiomas. Si la música era buena y la canción lograba transmitir los sentimientos del artista no la importaba en qué idioma estuviera cantando dicho artista.
- Aún no te lo he preguntado, ¿por qué decides cambiarte de habitación tan de repente? - preguntó Sehun mientras ayudaba a Tiffany a colocar el último mueble en su sitio. Lay por su parte había subido a donde estaba ella y estaba observando con curiosidad los discos, películas y libros que tenía colocados.
- Como le dije a Lay, desde hace un tiempo comencé a sentirme observada y como las ventanas que hay aquí dan hacia la parte delantera de la casa me sentiré un poco mejor y podré dormir en paz - contestó arrebatando un CD a Lay de las manos.
- Observada eehh… - dijo Sehun mirando a Lay interrogante, Samantha vió con este rodaba los ojos y negaba con la cabeza, encogiéndose de hombros.
- ¡Sehun! - gritó Samantha tirándole un cojín - Deja de insinuar cosas -.
- ¡Pero que ahora ni he hecho nada! - se defendió Sehun haciendo un puchero un tanto molesto. Lay rió divertido, recibiendo un almohadazo de parte de Sehun.
- Samantha - de repente la voz de Tiffany se había vuelto más grave de lo normal y parecía algo agitada - Me ha surgido un…trabajo de última hora en la cafetería, me tengo que ir ya -.
- Yo también me voy yendo, tengo una reunión urgente - comentó Sehun cogiendo su chaqueta del escritorio de Samantha.
- ¿Kris and company? - preguntó Samantha tumbada en la cama boca arriba, colgando la cabeza por el borde. Siempre la había parecido divertido ver el mundo al revés. Lay frunció el ceño extrañado.
- Un día de estos te llevaré a una reunión y verás que no son como que aparentan - dijo Sehun señalándola con el dedo y guiñándola un ojo antes de desaparecer por la puerta.
- Tienes una hermana un tanto entrañable, me cae bien - dijo Lay.
 Samantha no contestó, tan solo le lanzó una pequeña sonrisa. ¿Por qué estaba tan nerviosa de repente? Quizá era porque estaban lo suficientemente juntos como para que sus hombros se rozasen a cada movimiento del otro, porque sentía ese calor tan gratificante que Lay desprendía, porque captaba aquel olor a robles y frescura que todo él desprendía… y porque no podía quitarse de la cabeza el hecho de que había sentido muchísimos celos cuando su hermana coqueteó con él. Celos. Había sentido celos del coqueteo de Tiffany. Suspiró profundamente intentando bajar el ritmo al que su corazón latía. Se mordió el labio inferior nerviosa mientras seguía respirando con rapidez mientras intentaba no mirar a Lay, quien estaba concentrado en mirar el cielo estrellado por la ventana del techo. Pero los celos suelen sentirse cuando te gusta esa persona por la que los sientes, ¿verdad? Lanzó una mirada furtiva hacia Lay y rápidamente la apartó, con miedo a ser descubierta. Levantó las manos, posándolas sobre su pecho y agarrando el jersey de lana con un poco de fuerza mientras comenzaba a temblar mientras comprendía que no sintió celos de que su hermana coquetease con él, sino de que Lay no hiciera nada por detenerla. Una vez más lanzó una mirada hacia él y sus miradas se cruzaron. Ninguno de los dos apartó la mirada y Samantha sentía cómo comenzaba a sonrojarse. Entonces algo la golpeó fuerte. Estaba en su cama, hombro con hombro, con alguien no-humano. Intentó apartar la mirada, pero no podía dejar de mirar los ojos de Lay. Era como si estuviera hipnotizándola.  Despertó de aquel estado de hipnosis cuando Lay la cogió de la mano, acariciándola el dorso con el dedo pulgar.
- ¿Me temes? - preguntó sin dejar de mirarla a los ojos.
- No - contestó decidida, Lay sonrió.
- ¿Y por qué te agitas? - preguntó de nuevo - ¿Por qué me miras como si fueses un cervatillo indefenso? -.
 Samantha suspiró hondo y se mordió el labio nerviosa.
- No, no es miedo a ti - contestó - Es miedo al efecto que me causas -.
- El efecto de haberte dicho lo que no soy, es decir, humano - dijo Lay dándolo por sentado, Samantha negó rápidamente, tanto que se había asustado así misma.
- ¡No es eso!.. Es el efecto que me causas antes y después de habérmelo dicho. No tengo la piel de gallina por miedo a que me hagas daño por tu fuerza, que supera la mía sin duda… t-tengo miedo a que una palabra tuya pueda anular una mía; a que un gesto tuyo, una simple mirada pueda herirme… - no podía creerse lo que estaba diciendo, pero si incluso parecía sacado del guion de una película de amor.
- Yo nunca te haría daño - dijo Lay, y de nuevo aquel extraño brillo apareció en sus ojos.
- A-a veces lo haces, sin saberlo si quiera - suspiró nerviosa.
- ¿Por qué? -.
 Samantha volvió a suspirar. Se suponía que iba a ser ella quien hiciese el interrogatorio aquel día, sin embargo la situación era al revés y lo que se decía era completamente diferente a lo que Samantha hubiese querido.
- Porque me confundes Lay, y no me gusta. Gente me dice que me aleje de ti porque eres peligroso, pero luego me salvas la vida en la biblioteca y me traes de vuelta a casa sana y salva después de haberme adentrado en el bosque. Dices no querer tener amigos o simplemente compañía y mírate, tumbado junto a una chica en su cuarto, en la cama, a solas… Me confundes y me haces creer que tengo otro tipo de sentimientos hacia ti… Me haces creer que me gustas - confesó Samantha sin dejar de mirarle a los ojos y sintiendo cómo su corazón se oprimía a cada palabra que pronunciaba.
Lay la encaró, recostándose en su costado. Soltó la mano de Samantha y la llevó hacia su muñeca. Agarró la manga del jersey y la subió hasta la altura de las axilas. Después comenzó a acariciar el brazo de Samantha con la yema de los dedos, produciendo que la piel se la pusiera de gallina.
- Verse atraída por alguien que no es humano es peligroso, y si me lo propongo puedo serlo en demasía - en aquel tono que Lay estaba hablando había un poco de picardía y Samantha lo notó, como también notó que de pronto hacía demasiado calor.
- N-no lo pareces… - un momento perfecto para que alguien les interrumpiese, pensó Samantha, pero ambos sabían que eso no iba a pasar.
- ¿No me crees? - cuestionó Lay sonriendo de medio lado, en cierto modo de manera seductora. Samantha solo negó con la cabeza al ver que ninguna palabra, incluso sonido, venía de su garganta - Entonces tendré que demostrártelo -.
 Y sin previo aviso Lay se abalanzó hacia Samantha, quien no podía estar más sorprendida de lo que estaba al notar cómo comenzaba a besarla en los labios. No era el típico beso de película donde el chico y la chica se muestran tímidos y tan solo juntan los labios. Aquel beso era todo lo contrario. Era salvaje, sexy y la estaba encantando en demasía. Entrelazó sus brazos en el cuello de Lay cuando sintió como él colaba un brazo bajo su cintura y la elevaba un poco para juntarla más a él. Suspiró en el beso cuando este lo profundizó más al colar la lengua dentro de su boca. Aquel beso la estaba dejando sin aliento. Al separarse Lay la dio un ligero mordisco en el labio inferior y se tomaron unos minutos para recobrar el aire, sin dejar de mirarse a los ojos en ningún momento.
- C-con esto… es decir… - estupendo, ahora se quedaba sin habla. Aunque era normal por el modo que tenía Lay en besar.
- Con esto te demuestro cuanto tiempo llevaba deseando besarte; porque si te protejo, si te acojo, si te anhelo, si te cuido y si te busco es por algo… y ese algo es que mi corazón late por y para ti - y al decir aquello volvió a besarla, solo que de manera más dulce y acompasa que la anterior.
- Cursi - rió Samantha comenzando a jugar con el cabello de Lay entre sus dedos.
- Cállate - contestó besándola de nuevo. Aquello comenzaba a tornar en otra cosa cuando Samantha sintió la fría mano de Lay colarse por su jersey, acariciándola la barriga.
- Espera Lay -.
 Este sonrió comprensivo y la dio un beso en la frente. La abrazó por la cintura y la pegó a él, permaneciendo tumbado con ella hasta que notó que Samantha se había dormido profundamente. Con cuidado de no despertarla la metió en la cama y la tapó con la sábana nórdica. Dejó una nota para ella en el escritorio y, tras coger su chaqueta, salió de la casa por la puerta delantera camino a la suya. Al salir se dio media vuelta, sintiendo una fría mirada clavarse en él. Pero no había nadie, habría sido su imaginación.
 Comenzó a caminar camino a su casa, donde su madre adoptiva estará durmiendo en el sillón a la espera de alguna noticia suya. Mañana por la mañana le esperaría una buena reprimenda, pero tras lo ocurrido… no le importaba lo que ocurriese mañana. Aquel beso no solo significaba lo que seguramente para Samantha. Para él, los de su especie, significaba mucho más. Había quebrantado leyes solo con aquel gesto de deseo y afecto… y se sentía libre.
 Tras una larga caminata; la moto estaba plácidamente en el garaje de reparaciones tras haber aterrizado el día del ataque en la biblioteca sobre ella, por lo que de ahora en adelante tendría que ir andando o en transporte público a cualquier parte… bonita forma de estropear una Yamaha; por fín llegó a su casa. Hogar dulce hogar es lo que se suele decir. Pero lo que encontró al pasar la portilla fue otra cosa. Lu Han, Xiumin y Sehun; este último con una sonrisa en la cara y seguramente escondería algo tras ella.
- Valla, ahora no solo me seguís por todas partes si no que violáis mi intimidad… - dijo con un tono cansado.
- Tan solo tomamos las medidas de precaución ante la presencia de un extraño, deberías saber las leyes… sobre todo alguien de tu tipo - se defendió Xiumin intentando sonar lo más tranquilo posible.
- Tranquilo, solo hemos venido a decirte algo - dijo Lu Han con su típica sonrisa, cosa que crispaba los nervios a Lay - Kris quiere verte y hablar contigo, mañana a estas horas en el claro del bosque que hay un poco más al este del lago. ¿Sabrás ubicarte? -.
- ¿Acaso creéis que me instalaría aquí sin antes conocer la zona? Llevo un año entero en este pueblo, me sé cada recoveco de este territorio - contestó Lay.
- Y luego te quejas de que te vigilemos… - siseó Sehun mientras Lu Han, Xiumin y él se iban. Cuando estos dos se adentraron en la oscuridad del bosque, se giró encarando a Lay una vez más - Una última cosa… no metas a Samantha dentro de nuestro mundo, sería demasiado peligroso para ella -.
- Te diré yo otra… cuando sepáis todo lo que tengo que contaros, necesitaremos que Samantha esté dentro de nuestro mundo o de lo contrario acabaremos muertos. Y créeme, sé de lo que hablo… yo mismo lo he vivido -.

 Tras intercambiar una última mirada Sehun asintió y se perdió en la penumbra del bosque. Lay suspiró y miró hacia el cielo. En escasos días, todo iba a tornarse en un verdadero infierno si no consigue encontrarla a ella.

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