Participantes: Samantha Hwang (OC/Fan), Lay, Tao, Luhan, Kris, Chen, Xiumin, Sehun y Chanyeol (EXO), Tiffany Hwang (SNSD)
Género: Long-fic, AU, ciencia ficción, fantasía, acción.
Advertencias: Lemon no explícito, muerte de algunos personajes.
Autorización: +12.
‘’No volverás a verme’’
Se removió entre
las sábanas. De nuevo aquellas pesadillas. Desde que Lay y ella pelearon aquel
día no dejaba de tenerlas. En ellas siempre ocurría lo mismo. Recreaba aquella
pelea y por mucho que ella intentase cambiarlo en sus sueños, Lay salía por
aquella puerta en todos ellos.
Abrió los ojos
lentamente, entre lágrimas y sollozos, para encontrarse con la oscuridad. La
habitación estaba a oscuras aunque el reloj digital marcase que fueran las 10:30
de la mañana. No tenía ánimos para enfrentarse al mundo, no tenía ánimos para
enfrentarse a las preguntas de su hermana, ni a los mensajes de texto de Sehun
y Bea… muchas ganas menos para comer o beber. Lay ignoraba sus llamadas y sus
mensajes de texto y, poco a poco, aquello la hundía más en la oscuridad. Aquello
era masoquismo. Todos los días le llamaba al menos 3 veces y le enviaba al
menos 10 mensajes de texto y en todos decía lo mismo: ‘’Perdóname’’.
- Samantha… - su hermana llamó a la puerta un par de
veces para seguir hablando - Cariño, déjame pasar. Estamos muy preocupados por
ti y no queremos que enfermes o te ocurra algo peor -.
- ¿Él se preocupa de mí? - preguntó sin ganas pero lo
bastante alto como para que su hermana la oyese, sin embargo no hubo respuesta
y sintió que su corazón volvía a partirse - Entonces déjame sola… quiero estar
sola -.
No. No quería
estar sola. Necesitaba a su hermana más que nunca, a Sehun y a Bea a su lado
para animarla… pero su orgullo la podía. No quería reconocer el error de
dejarse llevar por aquel intenso sentimiento que sentía, y sigue sintiendo, por
Lay. Por eso está en aquel estado. Por ser una idiota y seguirle ciegamente.
- Por favor Samantha, al menos sal a que te dé el aire… -
suplicó Tiffany.
Samantha no
contestó y escuchó los pasos de Tiffany alejarse. Suspiró cansada y con mucho
esfuerzo se levantó de la cama, bajó de aquella mini alcoba y se acercó hasta
la ventana para abrirla de par en par. Los rayos del sol la cegaron por unos
segundos, demasiado tiempo a oscuras. Se acercó al espejo y suspiró. ¿Pero qué
estaba haciendo? Se estaba comportando igual que las chicas de su clase. Solo
estaba haciendo un drama por todo lo ocurrido. La gente discute y pelea
siempre, algunas veces lo arreglan y otras simplemente quedan ahí para siempre.
Debería hacerse a la idea de que, con Lay, la primera opción es poco probable.
Cogió ropa limpia,
muda y toallas y se metió en el baño. Iba a limpiar todo rastro de tristeza,
lágrimas y depresión con aquella ducha. Se enjabonó el pelo al menos 3 veces
con el champú con olor a coco de su hermana; después se enjabonó el cuerpo un
par de veces y se aclaró hasta no dejar ni una sola señal de jabón por su cuerpo
y pelo. Tras echarse el suavizante y aclararlo salió de la ducha y, mientras se
secaba, frunció el ceño. ¿Por qué ahora su pelo la parecía tan aburrido?
Siempre el corte del flequillo recto… quizá iba siendo hora de cambiar. Tras
cambiarse y coger algo de dinero de su hucha salió corriendo en dirección a la
peluquería. Era hora de hacer un pequeño cambio, aunque solo sea uno pequeño.
No se distrajo en ningún momento y fue directa a la peluquería.Las dueñas las
saludaron y la hicieron pasar hacia su asiento después de terminar de hacer la
permanente a una vecina suya.
- ¿Qué tal estas Samantha? - preguntó la chica con una
sonrisa - Hace mucho que no te pasas por aquí, ¿has estado comiendo bien? Te
ves más delgada -.
- He tenido algunos problemas, pero nada que no se pueda
resolver - contestó Samantha mientras ayudaba a la chica a ponerse aquella bata
tan extraña.
- Entiendo… bueno, ¿vas a pedir lo de siempre? - Samantha
negó con la cabeza.
- Esta vez quiero un cambio de look, haz lo que tu creas
que me quede bien y no te preocupes por los costes -.
La peluquera
sonrió entusiasmada. Toda peluquera sueña con que su cliente la diga eso y
mucho más el ‘’no te preocupes por los costes’’. Tras lavar el pelo unas 5
veces, cosa que ella nunca entendió, la hizo pasar a otro asiento para comenzar
a cortar. Veía como el pelo caía y caía hacia el suelo. Tras acabar con las
tijeras, la peluquera procedió a darla tinte, en ese momento comenzó a tener un
poco de miedo por cómo podría ser el resultado final. Tras acabar la primera
capa, al parecer, decidió seguir aquella moda que hay ahora de las mechas
californianas. De nuevo aclaró el pelo y le echó unas cuantas cremas. Aquello
iba a costarla más de lo que a ella y a Tiffany las hubiera gustado. Tras lavar
el pelo por, quizá, 8ª vez en el día y dejarlo secar con la toalla en la cabeza
procedieron al secado y peinado. Miró la hora por el reloj de su muñeca, las
15:45. Valla… 3 horas y 15 minutos para cortarse el pelo. El ruido del secador
cesó y las manos de la peluquera dejaron su melena.
- Acabé - informó la peluquera satisfecha - Bueno, ¿qué
te parece? -.
Samantha se miró
al espejo y sonrió. Quería un cambio, bueno, ahí lo tiene… y la encanta. Su
pelo liso con flequillo recto y de aquel color castaño tan triste había
desaparecido. Ahora, delante de ella en el espejo, se encontraba una Samantha
nueva. Con aquel pelo ondulado, con el flequillo a un lado cayendo libremente
por sus hombros. De aquel color castaño tan triste había pasado a un castaño
color chocolate con mechas californianas de un color castaño caramelo. Se pasó
una mano por el pelo; nunca lo había tenido tan suave.
- Me encanta - dijo Samantha sonriente.
- Del coste no tienes que preocuparte, te voy a descontar
las cremas y además de voy a regalar una mascarilla para después de la ducha
que hará que no se te encrespe tanto el pelo - dijo la peluquera - Mandaré la
factura a casa como siempre -.
- Muchas gracias, hasta pronto -.
No podía estar más contenta en aquel momento. Un cambio
de look podía significar un pequeño cambio en su vida. Quizá la gente se
fijaría más en ella y así podría comenzar a disfrutar más del tiempo con sus
conocidos. Sacó el móvil del bolsillo y lo encendió. Suspiró algo decepcionada,
de nuevo ningún mensaje de Lay. Guardó el móvil en su bolsillo y siguió
caminando. Su cambio de look no pasó desapercibido; un grupo de 20 añeros la
siguieron con la vista tras el cristal de una cafetería, algunas chicas se giraban
por la calle para intentar adivinar quién era e incluso recibió piropos de
algún chico que estaba por la calle, haciéndola enrojecer de la vergüenza.
Andando y andando acabó en aquel parque donde se encontró
a Lay el día en el que se pelearon. De pronto todo aquel buen humor que tenía
se desvaneció en pensar en Lay y, tras soltar un suspiro lastimero, se sentó en
uno de los columpios. Desde allí podía ver a los niños jugar con la nieve,
riendo felices. Algunos se caían y lloraban corriendo a los brazos de sus
madres o padres, otros se levantaban y tras sacudirse la nieve de la ropa
volvían al juego. Hizo una mueca. Cómo los envidiaba ahora mismo. Sin
responsabilidades, sin preocupaciones y libres. Como desearía volver a sus 6
años y jugar con la nieve como si no hubiera un mañana y sin preocuparse de los
mensajes de tu ex-novio. Un grito de uno de los niños la alarmó e hizo que se
levantase del columpio sobresaltada. Los niños corrieron, todos a la vez, hacia
la entrada. Intentó ver el motivo de tanto revuelo, pero al no ver nada más que
a los niños saltando de un lado a otro alrededor de alguien se sentó de nuevo
en el columpio, balanceándose levemente. Entonces reconoció a ese alguien. Era
Tao, ese chico al que vió convertirse en lobo. Este estaba dando galletas o
algo parecido a los niños, y las madres no parecían alarmadas. En un momento
dado Tao levantó la mirada hacia ella y esta la bajó rápidamente. ¿Seguiría
molesto por el tortazo? ¿Y si le da por transformarse otra vez y la hace algo?
¿Sería capaz de hacerlo delante de toda esta gente?
- Hey gatita - en cuanto le oyó no pudo reprimir que todo
su cuerpo se tensase, con miedo de lo que pudiera pasar levantó la mirada y… la
estaba cediendo una de las galletas que estaba dando a los niños.
- Ah… Gracias - dijo con voz temblorosa mientras veía
cómo ocupaba el otro columpio y la miraba con una leve sonrisa.
- No hay de qué - contestó Tao con una sonrisa, de cerca
parecía era aún más alto de lo que recordaba incluso sentado en aquel columpio
- Y siento lo del otro día -.
La tomó unos
segundo para realizar en sobre lo que se estaba disculpado. Lo del
transformamiento y el casi ataque de parte suyo… seguramente.
- No hace falta que te disculpes tanto, lo perdonado,
perdonado está… además fue mi culpa, no debí darte de aquella manera solo
porque me llamaras gatita - dijo Samantha mientras daba pequeños mordisco a la
galleta. Aunque hoy no hubiera comido no tenía mucha hambre.
- Me refería a la pelea que tuviste con Lay, salió
echando humo de la casa de Lily - aclaró Tao comiendo otra galleta.
- ¿Quién? -.
- Elisabeth, la bruja blanca de este bosque… deberías de
saber quién es - Samantha abrió la boca, recordando a aquella mujer tan guapa -
Y si quieres mi consejo, no deberías preocuparte tanto por ese tipo… solemos
ser muy temperamentales, más los pura sangre, asi que más tarde que pronto se
le pasará el enfado -.
- No me siento mal porque esté enfadado… es porque está
así por mi culpa - dijo Samantha jugando con sus dedos - Si no le hubiera
seguido o si no te hubiera dado aquella bofetada quizá no se hubiera molestado
tanto -.
- ¡Eeh! No hay que arrepentirse de lo que haces en esta
vida, créeme… si no le hubieras seguido no hubieras podido dar una bofetada a
un licántropo y eso es algo que no puedes hacer todos los días. ¿Os es que ayer
te levantaste y le diste una bofetada a uno? Entonces déjame decirte que
necesitas un hobby más saludable- bromeó Tao haciendo reír a Samantha, quién le
dio un pequeño puñetazo en el hombro haciendo que ambos se balancearan en los
columpios levemente.
Los dos estuvieron
un momento en silencio, mirando al suelo o cómo correteaban de un lado para
otro aquellos niños un poco imperativos tras la dosis de azúcar por las
galletas de Tao.
- No te veo del tipo de dar galletas a los niños la
verdad - dijo Samantha rompiendo el silencio - No se… no me lo esperaba de
alguien que fuera cercano a Kris -.
- Bueno… soy de los que prefieren hacer esto que estar
por ahí haciendo botellón o molestando a las personas - contestó Tao - Además,
no somos como la gente piensa… mucho menos Kris -.
- ¿Y cómo sois? ¿Cómo es Kris? - preguntó Samantha
curiosa, Tao inclinó la cabeza a un lado dubitativo. Como si debatiese si era
una buena opción contárselo o no.
- Todos somos licántropos y nos creamos la fama de
inadaptados o peligrosos para que la gente no se acerque demasiado y se pongan
en un peligro innecesario para ellos. A Sehun ya le conoces, es el menor de la
manada y el que más problemas tiene para controlarse. Yo soy el siguiente, no
suelo perder el control y el otro día fue algo bastante raro a decir verdad.
Luego están Chen y Xiumin. Entraron a la vez por lo que me contó Lu Han. Chen
es bastante solitario, pero aun así sigue a la manada, y Xiumin no tiene ningún
problema en controlarse y por eso es, junto a Lu Han, la mano derecha de Kris. Lu
Han es bastante especial, al contrario que nosotros él ya ha sido capaz de
emparejarse y por eso ha conseguido tener un control completo sobre su parte de
lobo - explicó Tao, como si lo hubiera memorizado todo para una pregunta de
clase.
- ¿Y Kris? - insistió Samantha.
- Kris es de otra clase… Él es un pura sangre, los que
están destinados a ser el macho alfa en la manada. Los pura sangre nacieron con
la sangre de lobo corriendo por sus venas y es muy difícil que se descontrole.
Suelen ser entrenados por sus padres desde pequeños y su primera transformación
suele rondar en los 15 años - explicó Tao.
- Es increíble que sepas todo esto - dijo Samantha
sonriente, Tao la imitó solo que su sonrisa estaba llena de orgullo.
- Yo estoy orgulloso de lo que soy y por eso estudio la
historia de los míos. Se todo lo que alguien como yo debe saber y más -
contestó con orgullo.
- Entonces, ¿qué tenéis tú y Kris de diferente? ¿Acaso no
soy los dos lobos? - preguntó Samantha.
- Fácil, Kris fue quien me convirtió… como a los demás.
Solo los pura sangre pueden convertir a los humanos en licántropos y es por eso
que son siempre ellos los macho alfa. Si te mordiese no te pasaría nada, pero
si lo hiciera Kris te convertirías en uno de nosotros… y la primera chica de la
manada ahora que lo pienso -.
Hablando con Tao
pudo dejar de pensar en Lay y en si por fín se había dignado a contestarla
alguno de los múltiples mensaje de texto que ella le había enviado. Era
extraño, porque nunca antes se había sentido así de cómoda con alguien que no
hubiera sido Sehun, Bea o su hermana mayor; y mucho menos con alguien a quien
antes había dado una bofetada. Tan pronto como estaban hablando sobre el tema
de Kris y los lobos, se encontraron hablando sobre sus estudios, su familia y
sus amistades. Tao estudiaba en casa, el motivo por el que nunca lo había visto
por su instituto. Vivía con su padre, a quien ayudaba con el taller de mecánica
que tenía y del que vivían y sus amigos eran los de la manada.
En medio de la
conversación se comenzaron a oír campanadas y unos minutos más tarde una
ambulancia y dos coches del cuartel de policía pasaron frente al parque donde
se encontraban. Aquello solo podía significar una cosa. Los lobos habían vuelto
a atacar. Tao y ella se miraron y sin pensárselo dos veces decidieron ir a
verlo con sus propios ojos. Se sorprendieron al ver lo cerca que había
ocurrido. Había sido en una casa del vecindario, demasiado cerca del parque de
donde habían venido. La zona ya estaba acordonada y, sorprendentemente no había
cuerpo.
- Pobre Margaret… - oyó decir a un par de mujeres,
curiosa puso el oído para poder enterarse de lo ocurrido.
- Es impensable que algo así hubiera ocurrido - oyó decir
a la de pelo rizoso.
- De todos los familiares que estaban en el jardín,
tuvieron que atacar al niño pequeño y encima lo arrastraron vivo hacia el
bosque… -.
- ¿Has oído eso
Tao?... ¿Tao? - cuando se dio la vuelta Tao ya no estaba a su lado, miró hacia
todos los lados pero no había rastro de él.
Mientras buscaba a
Tao con la mirada vió algo raro. Su hermana y Elisabeth estaban hablando a lo
lejos, apartadas de toda la gente que había venido para ver lo que había
ocurrido. Parecían muy serias y era como si se conocieran desde hacía tiempo
por el modo en el que las dos no dejaban de tocarse los hombros y acariciarse
los ante brazos. Todo aquella la estaba dando muy mala espina. Dispuesta a irse
se dio media vuelta, pero paró en seco cuando vió a quien tenía frente a ella.
Lay. Parecía estar como siempre, aunque la capucha de la sudadera le tapaba el
pelo y, al parecer, él también había decidido cambiar un poco. Ya no había
rastro de su cabellera de color marrón. Ahora tenía el pelo mucho más corto y
de un color muchísimo más claro. Aunque odiase admitirlo, estaba más atractivo
que nunca y no parecía haberle afectado lo que pasó entre ellos.
Los dos se miraron el uno al otro en un silencio bastante
incómodo. A Samantha se le comenzó a formar un nudo en la garganta. Las ganas
de llorar al recordar su pelea venían a ella. Apartó la mirada y decidió salir
de allí lo antes posible sin ni siquiera parase cuando chocó contra Sehun,
quien la siguió con la mirada preocupado y después la clavó en Lay.
- ¿A ti qué coño te ocurre? - preguntó Sehun molesto.
Lay lo ignoró e intentó pasar por su lado sin mirarle
pero le fue imposible no mirarle a los ojos cuando Sehun le paró en seco,
cogiéndole del cuello de la chaqueta y elevándole hasta que sus miradas
chocasen.
- Te he hecho una pregunta, y cuando hago una pregunta
espero una contestación - dijo Sehun molesto - ¿Qué coño te ocurre? ¿Acaso no
ves el daño que la estás haciendo al ignorarla de esta manera? -.
De nuevo, Lay no
contestó y apartó la mirada haciendo una mueca. Sehun suspiró irritado y lo
soltó violentamente, captando la atención de Tiffany y Elisabeth desde la
lejanía.
- Dime que te has dado cuenta - dijo Sehun alzando la
mano, apuntando a la dirección por donde Samantha se había ido.
- ¿De qué? - preguntó Lay sin hacer aún contacto visual.
- ¿Cómo que de qué? ¿¡Acaso estas ciego!? - preguntó Sehun
alzando la voz, aunque la gente estaba más concentrada en el suceso con los
lobos que en la pelea de dos adolescentes - Por tu culpa ya no come, no bebe
agua, hoy es la primera vez en días que sale de su cuarto y tu… después de
verlo con tus propios ojos la sigues ignorando… -.
- No es mi problema… ya no - contestó Lay volviendo a
pasar por su lado, esta vez Sehun no le detuvo y tan solo le dijo una última
cosa que hizo que a Lay se le helase la sangre.
- Al menos dime que te has dado cuenta de las cicatrices
de su muñeca… después de todo tú eres el culpable -.
Por fín había
llegado a casa. No había sido una buena idea salir aquel día, al menos no del
todo. Había tenido la oportunidad de cortarse el pelo después de mucho tiempo y
de haber podido aclarar las cosas con Tao, quedar como amigos y de poder descubrir
más sobre el mundo donde se había metido. Entonces recordó aquel fragmento del
libro de Lay que copió. Tao dijo que LuHan había encontrado pareja, Elisabeth,
una humana… ¿Entonces por qué Lay la dijo que incumplía normas al estar con
ella? Aunque ellos ya no estuvieran juntos aquello la seguía dando quebraderos
de cabeza. Decidida a resolver aquel misterio subió a su cuarto con un
diccionario de francés y no salió de allí hasta que tradujo palabra por palabra
aquellas hojas.
La costó lo suyo,
pero lo consiguió. Apartó el diccionario y las hojas en francés y comenzó a
leer la traducción. Las primeras 4 hojas no decían nada interesante, las 4
siguiente repetían lo mismo solo que contado de otra forma y la última fue la
única que interesó a Samantha. Ponía claramente con quien no podían emparejarse
los lobos, de pura sangre o no.
‘’ […] Un lobo
nunca, bajo ninguna circunstancia, debería emparejarse con:
Vampiros:
Son tan impulsivos como nosotros y podríamos matarnos el uno al otro. Además,
ninguno podríamos tener descendencia y sería peligroso. Un mordisco de vampiro
significa nuestra muerte.
Un
lobo de la misma manada: Conlleva demasiados riesgos. Si la elegida o elegido
no es el indicado y la relación acaba no funcionando la manada comenzará a sentir
incómoda y podría significar su fin. Por eso solo se permiten relaciones con
lobos de manadas distintas, y solo si de verdad es el indicado.
Brujas
blancas u oscuras: Las brujas oscuras son nuestros enemigos naturales, junto
con los vampiros, y es anti-natural. Además su magia negra nos acabaría
produciendo la muerte, ya que no somos totalmente inmunes a su magia. Las
brujas blancas nos proporcionan la protección hacia los humanos y la magia
oscura de sus hermanas las brujas oscuras. Si corrompemos a una bruja blanca
pondremos a su aquelarre en contra de nuestra manada, poniendo en peligro a los
humanos y a nosotros mismos de las brujas oscuras… ‘’
- Vampiros, lobos y brujas… nada de humanos - suspiró
Samantha apoyando la cabeza en el escritorio.
No entendía nada. Si no prohibían la relación con los
humanos por qué Lay la dijo aquello. No rompía ninguna de las reglas que había
leído… a no ser que ella no fuese humana. Entonces el miedo se apoderó de ella.
Sabía perfectamente que no era lobo, por todo lo que Tao la había contado, de
ser lobo debería haber sido mordida por
un pura sangre y si en el extraño caso de que ella misma fuera una pura sangre
debería haber tenido su primera transformación a los 15 años y eso no ocurrió.
Vampiro… ¿podía ser una vampira? No, eso también era imposible. Ni brillaba a
la luz del sol como los de Crepúsculo, ni de quemaba como los normales y podía
comer tanto ajo como la diese la gana que no la pasaba nada. Tampoco tenía sed
de sangre ni estaba tan pálida. Entonces solo la quedaba la posibilidad de ser
una bruja. Pero el caso era: ¿Bruja blanca o Bruja oscura? En cualquiera de los
dos casos sabía a quién acudir. Elisabeth.
Miró la hora y sonrió, solo eran las 16:30. La daría
tiempo a hacerla una visita sorpresa y poder saber un poco de verdad por una
vez. Sacó el móvil y justo cuando iba a marcar el número de teléfono de Sehun
su hermana entró en la habitación, haciendo que botase en el sitio del susto.
- Hola hermanita - dijo sonriente mientras se acercaba a
ella - Te he visto en la calle, con ese chico tan mono. Me alegra que hayas
decidido olvidarte de Lay y ese chico es muy buen partido por lo que me han
contado. Además este nuevo peinado te sienta fenomenal… pero presiento que la
factura de la peluquería me va a doler mucho -.
- ¡Si, si! Muchas gracias por el cumplido y todo eso. Tao
no es mi novio, es un amigo y además en nuestro primer encuentro le abofeteé y
no creo que haya causado muy buena opinión. Sobre la peluquería no te
preocupes, podemos pagarlo a medias y me ha regalado las cremas que necesito
para que no se me encrespe el pelo y…bueno… no tengo pensado en olvidar a Lay
tan fácilmente - contestó Samantha con prisa, quería llamar a Sehun cuanto
antes para que la llevase a casa de Elisabeth y hacer unas cuantas preguntas.
Aunque ahora que caía en ello…
- Tiffany… ¿por casualidad no conocerás a Elisabeth? Es
la novia de Lu Han, ya sabes, uno de los muchos amigos de Sehun y
pertenecientes del grupito de Kris - preguntó Samantha curiosa por ver al
reacción y respuesta de su hermana. Y estas dos fueron de oro. Nunca vió
tensarse tanto a alguien.
- E-es una vieja conocida… ¿por qué lo preguntas? -
Samantha se encogió de hombros.
- Te vi hoy con ella en donde atacaron los lobos,
estabais hablando sobre algo y os veíais muy cercanas. Como si os conocierais
de toda la vida -.
- Es solo una conocida - insistió su hermana - ¿Vas a
volver a salir? Si es así no llegues muy tarde, ¿de acuerdo? Voy a estar en
casa todo el día por si tienes que contactar conmigo -.
Samantha sintió y
después de que su hermana abandonase la habitación contactó con Sehun, quien no
tardó mucho en venir a recogerla. Sin decirse demasiado, el saludo de siempre y
alguna que otra broma de Sehun hacia ella sobre su cambio de imagen se subieron
al coche de este y fueron directos a la casa de Elisabeth. Tardaron en ir un
par de horas por el tema de vivir en medio del bosque, pero si con esa visita
aclararía varias cosas sobre ella valdría la pena. Antes de llegar allí Sehun
hizo una llamada a su madre sobre no llegar a casa hasta mañana por la tarde y,
aunque aquello la extrañó, no hizo ninguna pregunta al respecto. Cuando por fín
llegaron Sehun parecía algo nervioso, no dejaba de dar golpes con las yemas de
los dedos en el volante del coche.
- ¿No bajamos? - preguntó Samantha extrañada, Sehun tan
solo suspiró.
- Si claro, pero antes déjame preguntarte algo - tras
decir aquello se mordió el labio inferior y pensó bien en su pregunta unos
segundos - ¿Estas segura de querer hacer
todo esto? Puede que todo cambie, ¿y si te hacen daño? A veces es mejor no
saber nada -.
- No estoy muy segura la verdad… - contestó Samantha
mirando la cabaña, Sehun hizo una mueca y la cogió de la mano.
- Entonces vámonos, por favor - suplicó Sehun.
- No estoy segura de querer hacerlo, pero quiero saber la
verdad - dijo Samantha sonriendo levemente.
Sehun suspiró rendido y bajó del coche. Ayudó a Samantha
a bajar del coche y la acompañó hasta la entrada de la cabaña. Cuando se iba a
dar la vuelta para irse Samantha le cogió de la manga de la camisa suplicándole
con la mirada que se quedara junto a ella ya que sentía que iba a necesitar un
poco de apoyo cuando supiera todo. Tras unos minutos para relajarse llamó a la
puerta. No pasaron ni 30 segundos cuando la puerta se abrió, dejando ver a un
LuHan medio dormido.
- ¿Qué hacéis aquí a estas horas? - preguntó adormilado,
tenía el pelo despeinado y los ojos entre cerrados además la camisa de tirantes
que vestía estaba totalmente descolocada y arrugada.
- Quería ver a Elisabeth y hablar con ella - contestó
Samantha - ¿Puedo pasar? -.
- Elisabeth no está ahora mismo, pero puedes esperarla
dentro si quieres - dijo LuHan apartándose un poco para dejar pasar a Samantha.
Esta se lo
agradeció con una sonrisa y siguió a Sehun hasta el salón. Era un habitación
bastante grande, con el sillón de cuero blanco y los cojines de colores verde
lima y rosa fucsia. Las paredes estaban pintadas de color crema y había un
cuadro negro con detalles plateados colgado de una de ellas. Sin saber muy bien
qué hacer se sentó en el sillón y comenzó a jugar con un mechón de su pelo con
la mirada de Sehun clavada en ella. Este estaba sentado en la otra esquina del
sillón sin dejar de mirarla.
- Para de hacer eso - dijo Samantha un poco incómoda, Sehun
encarnó una ceja intrigante.
- ¿Hacer el qué? - preguntó.
- ¡Eso! No dejas de mirarme fijamente, como si tuviera un
bicho en la cara o algo… - contestó Samantha tirándole un cojín, aunque Sehun
tuvo muchísimos más reflejos y lo cogió al vuelo.
- Es que me gusta mucho como te queda ese peinado - dijo Sehun.
- Gracias… - contestó, Sehun rió divertido y dio un par
de golpes al sitio de su derecha.
- No te sientes tan lejos que no muerdo -.
Samantha rió ante
aquella broma y se sentó a su lado. Sehun la rodeó con un brazo y la pegó a él
sonriente. Hacía tanto tiempo que no tenían gestos como este el uno al otro.
- Sehun - este emitió un simple sonido con la garganta a
modo de contestación - ¿Crees que cambiaran las cosas después de saber la verdad?
-.
- Puede, ¿por qué quieres saberlo? - preguntó Sehun
acariciándola el ante brazo.
- No quiero que os preocupéis más por mí, Bea siempre
estuvo cuando tú te alejaste y ahora has vuelto… y no quiero perderos a ninguno
de los dos, no quiero perder a nadie más - contestó Samantha con voz
temblorosa.
- Ey, mírame Samantha - dijo Sehun elevándola el rostro
cogiéndola de la barbilla - No nos vas a perder ¿entendido? Y mucho menos a mí
-.
Samantha sonrió,
le dio un beso en la mejilla y se abrazó fuertemente a él. Recuperar a Sehun ha
sido una de las mejores cosas que la podrían haber ocurrido este año. Se sentía
realmente completa sabiendo que no volvería a dejarla de lado ocurriese lo que
ocurriese, aunque él no era el único. Bea también estaba junto a ella y su
hermana también. De repente la puerta se abrió y Elisabeth apareció por la
entrada del salón mirándoles entre extrañada y sorprendida.
- ¿Qué hacéis aquí? - preguntó esta - Y a estas horas de
la tarde, Samantha tu hermana estará preocupada -.
- Quería hablar contigo sobre una cosa que creo que es
importante - contestó Samantha sintiendo como los nervios la comenzaban a
inundar.
- Es muy tarde como para hablar ahora con una cría,
siento decirlo así, pero llevo un día bastante malo y no tengo humor Samantha -
dijo Elisabeth saliendo del salón hacia la cocina, Sehun y Samantha se miraron
y esta decidió seguirla. No se iba a rendir tan fácilmente.
- ¡Pero es importante! - insistió Samantha.
- En serio Samantha, no tengo tiempo para esto - suspiró
Elisabeth pasándose la mano por el pelo mientras pasaba por al lado de Samantha
para ir al piso de arriba. Samantha la siguió de nuevo, parándose en el
principio de estas.
- Tao me ha dicho que eres un bruja blanca - dijo
Samantha haciendo que Elisabeth se parase de inmediato - Y hoy he leído algo y
quería preguntarte… ¿Yo también soy una bruja blanca? -.
De nuevo
Elisabeth suspiró e indicó a Samantha que la siguiera. Esta sonrió y subió las
escaleras a toda prisa, siguiendo a Elisabeth hasta el sótano de aquella casa.
Detrás de ellas subió Sehun sin ninguna intención de dejar a solas a Samantha.
Una vez arriba Elisabeth encendió unas cuantas velas y la llevó hasta lo que
parecía ser una especie de pedestal. Encima había un libro, rodeado de unas
cuantas velas a ambos lados.
- ¿Qué es todo esto? - preguntó Samantha.
- Es lo que toda bruja blanca necesita, tu pronto tendrás
tu propio libro y tu propia… ‘’guarida’’, por así decirlo - contestó Elisabeth
pasando una de sus manos por el libro.
- Entonces… ¿Samantha es una bruja blanca? - preguntó Sehun
recibiendo como respuesta una negación de Elisabeth.
- No, Samantha es especial y debe elegir qué tipo de
magia utilizar cuando cumpla la mayoría de edad. No es como yo, que nací con la
magia de las brujas blancas corriendo por mis venas - explicó Elisabeth.
- ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué soy entonces? - preguntó
Samantha un tanto frustrada - Yo solo quiero saber si soy o no una bruja y
así…no sé… estar segura de algo por una vez -.
- Claro que eres una bruja, pero eres especial. Has
heredado los poderes de dos ramas distintas. Muchos aquelarres han intentado lo
mismo, pero solo con tu familia ha funcionado. Tu madre era una bruja blanca
muy poderosa y tu padre un brujo oscuro. No sé qué les llevó a querer unir sus
poderes, pero gracias a eso nacisteis tu hermana y tú. Por vuestras venas corre
la magia de dos aquelarres y eso hace que seas las brujas más poderosas que
conozco - contestó Elisabeth.
- ¿Tiffany también es una bruja? - Elisabeth asintió.
- Tu hermana pudo contar con la ayuda de tu madre y a sus
18 años eligió el camino de la magia blanca. Ella y yo somos el aquelarre ayuda
a la manada de Kris a proteger a los humanos con nuestra magia, y pronto tú
deberás elegir a qué aquelarre pertenecer -dijo Elisabeth acariciando la
cabellera de Samantha.
- Sigo sin entender nada - suspiró Samantha frustrada
mientras se llevaba las manos a la cabeza.
- Pronto lo harás, ahora que sabes todo esto comenzaremos
a enseñarte lo que toda bruja debe saber y me ocuparé de que alguien te enseñe
lo que toda bruja oscura debe saber - contestó Elisabeth.
- No creo que eso sea una buena decisión… ¿Enseñarle la
magia negra? - preguntó Sehun.
- Debe de conocer
las dos magias, si no su decisión no sería justa - contestó Elisabeth con
firmeza - Además, no he dicho que la vallan a enseñar la magia negra para
usarla con fines perjudiciales para los humanos. Hay muchos tipos de brujas
entre las blancas y negras y sé a quién llamar -.
- Esto no es lo que creía que iba a saber viniendo aquí,
pero gracias de todos modos - suspiró Samantha bajando de aquel sótano.
Sehun y Elisabeth bajaron tras ella y la pararon cuando
fue hacia la salida.
- El bosque es demasiado peligroso a estas horas, no es
seguro irse ahora - avisó Elisabeth y sin decir nada más se fue hacia uno de
los cuartos, dejando a Sehun y a Samantha a solas.
- ¿De qué tengo que preocuparme? Vamos en coche, ¿no? No
creo que un lobo sea capaz de hacernos nada en un coche - dijo Samantha
extrañada mientras se ponía la chaqueta.
- No solo hay lobos en el bosque - contestó Sehun
agarrándola de las manos.
Sin borrar aquella seriedad de su rostro bajó las manos
de Samantha, dejándolas colgar a ambos lados del cuerpo de la chica. Bajó la vista y coló sus manos por la altura
de los hombros, bajo la chaqueta y las arrastró hacia las muñecas, quitándola
la chaqueta por el camino. Sonrió divertido al ver la mirada de confusión que
Samantha el dirigía mientras la giraba y la quitaba la chaqueta al completo,
colgándola en el perchero de la entrada.
- Es mejor que te quedes aquí a dormir, será más seguro
para ti - continuó sin borrar aquella sonrisa.
- ¡Samantha cariño, ven a ver si mi pijama te vale! -
gritó Elisabeth desde aquella habitación donde había ido antes.
- V-voy… - dijo algo avergonzada por lo que acababa de
pasar.
Una vez dentro
Elisabeth la hizo probarse varios pijamas suyos, pero ninguno era de su talla.
Casi todos eran de una talla más grande y el único que se acercaba a su talla
era demasiado revelador. Las dos suspiraron al unísono. Entonces se la ocurrió
darla una camisa de Lu Han, la quedaría lo suficientemente grande como para no
revelar mucho. Salió del cuarto para dejar a Samantha que se cambiase con
tranquilidad. Tras hacerlo se miró en el espejo que había pegado a la pared.
Las mangas la quedaban ridículamente largas, pero al menos la tapaban hasta la mitad del muslo. Era como un vestido
holgado con las mangas lo suficientemente largas como para que un mono pudiera
ponerse la camisa. Al acabar Elisabeth la señaló el cuarto donde iba a dormir y
Samantha decidió ir ya a dormir, después de todo no había nada más que pudiera
hacer. Al abrir la puerta deseó no haberlo hecho.
- ¿Vas a dormir solamente con eso? - preguntó Sehun
mientras acababa de quitarse la camiseta, dejando a plena vista la espalda bien
trabajada para Samantha.
- E-eh… Si… - casi no podía pronunciar palabra, ¿desde
cuándo Sehun tenía tan buen cuerpo? Este sonrió de lado divertido ante la
vergüenza de la chica y acabó de cambiarse. Menos mal que no lo había pillado
cuando se estaba quitando los pantalones.
- Cierra la boca o te entraran moscas - dijo divertido
mientras guardaba la camisa en una bolsa de deporte, Samantha sacudió la cabeza
y miró a l suelo avergonzada.
- Lo siento… - dijo cerrando la puerta tras ella,
entonces recayó en una cosa - ¿Solo hay una cama? -.
- Así es… ¿por qué tanta vergüenza tan de repente? No es
como si no hubiéramos dormido en una misma cama antes - contestó Sehun mientras
se tumbaba en su lado de la cama.
- Bueno, ahora es diferente - Sehun frunció el ceño
extrañado.
- ¿Por qué? -.
Se encogió de
hombros mientras lentamente, y con tímidos pasos, se iba acercando al borde del
lado de su cama; frotándose el ante brazo avergonzada por lo que acababa de
ver. Nunca se había fijado en el gran cambio que Sehun había hecho, y no solo
por su cambio tan estrafalario de color de pelo. Antes lo recordaba cómo
alguien con aspecto de crío y delgaducho. Ahora, frente a ella, había alguien
con un aspecto más maduro y, como antes pudo comprobar, con mejor cuerpo.
- Samantha - llamó Sehun sacándola de sus pensamientos -
¿Por qué?-.
- P-pues porque… hemos cambiado…y tú ahora…y yo… - ¿cómo
narices le explicaba que la daba vergüenza dormir con él por lo cambiado que
estaba físicamente?
Sehun rodó los ojos entendiendo el motivo de tanta
vergüenza de su amiga y sin previo aviso la cogió del brazo y la tiró a la
cama, posicionándose encima suyo. Samantha lo miró entre sorprendida y
avergonzada por aquella posición en la que se encontraban. Sehun en cambio tan
solo sonrió de lado y sabiendo ella lo que se la avecinaba, comenzó el ataque
de cosquillas. No fue hasta que Samantha
se estaba quedando sin aliento que las cosquillas cesaron y Sehun se quitó de
encima, sentándose al lado. Una vez recobrado el aliento Samantha se sentó,
apoyándose en los cojines y la cabecera de la cama.
- ¿Se te ha pasado ya la tontería? - preguntó Sehun
imitándola.
- Si - contestó - ¿Sabes? No me extraña por qué le gustas
tanto a Bea -.
- ¿Le gusto a Bea? - preguntó Sehun un poco sorprendido,
Samantha asintió.
- ¿Y a ti? - preguntó curiosa - ¿Quién te gusta Sehun? -.
El nombrado la
miró por unos segundos y bajó la mirada dubitativo, mordiéndose el labio
inferior. Al ver esto, Samantha se acercó a él y posó una de sus manos en el
hombro del chico mostrándole que tenía su apoyo con una de las mejores sonrisas
que podía tener.
- Prometes que si te lo digo, ¿las cosas entre tú y yo no
cambiarán por nada en el mundo? - preguntó Sehun, Samantha asintió.
Entonces Sehun
suspiró nervioso y se giró hasta encarar a Samantha, quien le miraba
expectante. Se tomó unos minutos en los que no paraba de rascarse la nuca o
morderse el labio intentando adivinar la forma en la que podía decirle aquella
persona que tanto le confundía.
- Sehun, nada que digas o puedas hacer cambiará…
seguiremos siendo amigos pase lo que pase ¿entendido? - preguntó Samantha -
Puedes confiar en mí -.
- No la conoces - dijo Sehun.
- Entonces descríbemela, quiero saber cómo es la chica
que le gusta a mi mejor amigo para saber si le pega… no puedo cederte a
cualquiera - dijo Samantha dándole un pequeño codazo en el hombro, haciéndole
reír.
Sehun la dirigió una última sonrisa y se tumbó, indicando
a Samantha que se uniera a él. Esta sonrió y se tumbó a su lado, apoyando la
cabeza en su hombro pero sin dejar de mirarle ni un segundo.
- Es… muy guapa, con unos ojos y una sonrisa
espectaculares; cada vez que sonríe no puedo dejar de sonreír como un idiota al
ver lo bonita que es. Y su pelo es tan suave a la vista, podría estar peinándolo
todo el día si ella me dejase - comenzó a contar Sehun, mientras él hablaba
Samantha intentaba mantenerse despierta. Quería saber qué tipo de chica le
gustaba a su mejor amigo y así ayudar a Bea a gustarle o a acercarse más a él -
Pero hay un problema, ella no lo sabe pero está enamorada de otro tipo. Él la
está haciendo mucho daño, pero aun así ella sigue queriéndole. Solo quiero
estar con ella e intentar ayudarla a olvidarle… pero esta tarde vi cómo se
miraban y simplemente supe que no tenía ninguna oportunidad. Aunque él la
estuviera haciendo daño podía notar que la quería y ella a él por el modo en el
que se miraban... -.
Sehun dejó de hablar cuando notó que Samantha había
dejado caer todo su peso sobre él y que su respiración de había vuelto regular
contra su cuello. Se había quedado dormida sobre él. Sonrió enternecido por lo
inocente y pacífica que se veía Samantha en ese estado. Con cuidado de
despertarla la apartó lo suficiente como para poder taparla y dejó caer su
cabeza con suavidad sobre la almohada. En silencio se acercó a la ventana y
cerró las cortinas, apagó las luces y se guio con la luz de la luna bañando el
cuarto hasta la cama. Teniendo cuidado de no despertar a Samantha de nuevo se
tumbó a su lado, encarándola y se quedó observándola un rato. La luz de la luna
bañaba sus delicadas facciones, haciéndola aún más hermosa de lo que ya era de
por sí.Elevó su mano hasta la mejilla de Samantha, acariciándola sutilmente y
suspiró.
- Si supieras lo mucho que te quiero… - susurró al
silencio.
Entonces, sin
poder resistirse más, se inclinó para juntar sus labios con los de Samantha.
Fue un inocente beso, casi un roce entre sus labios, pero para él fue
suficiente. Samantha jamás iba a ser suyo, entre Lay y ella había algo mucho
más fuerte que un simple sentimiento y debía de aceptarlo. Aquel inocente roce
iba a ser su secreto compartido con la luna. Con ese pensamiento abrazó a
Samantha por la cintura, juntándole a él para resguardarla del frío, y justo
cuando se iba a quedar dormido oyó un aullido lastimero procedente de las
profundidades del bosque. Sehun hizo una mueca y volvió a acariciar la
cabellera de Samantha, quien se había hecho un ovillo contra su pecho como si
así buscase protección.
- Al parecer no eres la única que llora en todo esto -
suspiró mientras apartaba un mechón de pelo tras su oreja - Por mucho que odie
admitirlo, Lay es el único capaz de pasar por todo lo que está sufriendo solo
por mantenerte alejada de su mundo -.
No hay comentarios:
Publicar un comentario